<
>

Messi, increpado en el aeropuerto de Liverpool, donde se encaró con los hinchas

LIVERPOOL -- Lionel Messi llegó en solitario al aeropuerto de Liverpool, acompañado por un representante del club, debido a que se retrasó en Anfield por someterse al control antidoping. A su llegada, con el resto de la expedición del Barcelona ya a punto de entrar en el avión, el capitán vivió una situación tan inesperada como tensa, cuando fue increpado por un grupo de aficionados del Barcelona que le culparon por la eliminación.

En el momento en que pasaba por el control de seguridad y tras mostrar la documentación, Messi escuchó cómo le recriminaban lo sucedido en Anfield, con palabras subidas de tono que provocaron su reacción, encarándose con ese pequeño grupo de hinchas y siendo llevado por personal del club para evitar que los ánimos se caldeasen más de la cuenta.

El semblante de Leo era en ese momento, de acuerdo con testigos presenciales, absolutamente derrumbado, abatido y sin consuelo posible. Había pasado sin levantar la vista por la zona mixta, viendo imposible atender a los medios que allí se agolpaban, y dejó Anfield con una sensación frustrante.

SUICIDIO SILENCIOSO
Antes, en el vestuario, no se escucharon gritos. Pero sí hubo reproches. “Somos adultos y debemos hacer autocrítica, reprocharnos las cosas a la cara y más los que creían que ya estaba todo liquidado” soltó Luis Suárez en la zona mixta de Anfield, donde advirtió que el Barcelona pareció un equipo “de juveniles” y habló de “falta de actitud”. Eso fue de cara a los medios mientras en el interior del vestuario los lamentos entre los futbolistas del Barça eran generalizados.

Hubo errores tan puntuales y groseros como los cometidos por Jordi Alba que desembocaron en los dos primeros goles del Liverpool como el grupal, colectivo, que sentenció la eliminatoria con el cuarto o como el despiste de Piqué en el marcaje del 3-0... Pero la eliminatoria, se consideró en el vestuario, se escapó en el perdón propio y en la falta de intensidad denunciada públicamente por Suárez y puesta entre las razones principales entre los jugadores.

“No podía pasarnos esto. Nunca. Después de Roma, no podía volver a pasar” lamentó ante sus compañeros un futbolista con galones en la plantilla, tal como lo hizo ante los medios Busquets recordando que “después de lo de Roma que te vuelva a pasar esto. Es muy duro caer así con el buen resultado de la ida”. No faltaron ganas pero sí sobró indolencia entre algún futbolista, lo que dolió especialmente por la manera en que se cerró la eliminatoria, con el 4-0 que dejó marcados a muchos, demasiados jugadores del Barça.

SIN RESPUESTA
Entre todo el desaguisado acabó destacando la triste figura de Leo al abandonar el césped de Anfield. Con la mirada perdida y el semblante hundido, el capitán, que con poco o nulo acierto, corrió como el que más, presionó, se estiró y buscó combinaciones que casi nunca le supieron responder, vivió una pesadilla personal difícil de aceptar.

“Está muy tocado; le ha afectado mucho”, explicó a ESPN una persona que vio de cerca su salida del campo y su llegada al vestuario, con la cabeza gacha y negando cualquier comprensión a la humillación sufrida a manos de un rival que ya había avisado en el partido de ida, solventado con un 3-0 tan claro como injusto.

Afectado como pocas veces se le recuerda, Messi se tomó su tiempo en el control antidoping para enfriar el ánimo, sin apenas conversar con nadie y lamentando la imagen de un Barça al que él, en primera persona, se había poco menos que responsabilizado de llevar a la conquista del trofeo, de “esa copa tan linda”.

Y, claro, Leo, el capitán, el líder, se quedó sin palabras después de lo sucedido en Anfield... hasta llegar al aeropuerto de Liverpool pasada la medianoche.

Se despidió del torneo marcando 12 goles en 10 partidos, anotando en todas las eliminatorias y conduciendo al Barça hasta las puertas de la final. Se demostró insuficiente y a partir de aquí falta por saber las consecuencias que el KO tendrá en el equipo, en el vestuario y, también, en el club.