Una de las vivencias más impresionantes del espectacular inicio de Erling Haaland de su vida en el Borussia Dortmund no tiene que ver con un gol de su autoría. Ocurrió después de un tanto que él no concretó.
Con su nuevo equipo en desventaja 3-1 contra el Werder Bremen en la DFB-Pokal, Haaland se alejaba del rival que le marcaba frente al arco, para hacer un cruce hermosamente armado. Estaba consciente de que, con la finalidad de que su cabezazo superase al arquero del Bremen Jiri Pavlenka, éste tenía que caer a la misma velocidad y ángulo que la esférica a punto de llegar. En definitiva, su cálculo estuvo un poco equivocado: hizo un cabezazo frente al área, pero demasiado cerca del portero, quien elegantemente lo golpeó con su mano, para causar un tiro de esquina.
Lo más sorprendente es lo que ocurrió después. Haaland golpeó el césped en señal de frustración, furioso consigo mismo. Fue el comportamiento característico de un delantero que no ha logrado perforar el arco en 30 partidos, no de un atacante que había convertido sus primeros ocho goles con la causa del Dortmund a un promedio de uno por cada 22 minutos. Haaland cuenta con la desesperación natural de todos los verdaderos delanteros de élite, la cual se manifiesta prácticamente como una forma de sed física. Ninguna cantidad de goles jamás será suficiente; sus gargantas se encuentran permanentemente secas.
Por supuesto que la adquisición de un delantero con semejante apetito goleador es algo maravilloso para la causa del Dortmund. Después de todo, el BVB no tiene problema alguno anotando goles (han convertido cinco tantos en tres partidos consecutivos en la Bundesliga por primera vez en su historia), aunque tienen problemas anotando el tipo de goles apropiado. Necesitan ser decisivos en partidos cuando se desempeñan por debajo del nivel esperado. Existen pocos equipos más irresistibles que el Dortmund cuando están en su mejor nivel y en ocasiones, esa también es su debilidad: pareciera que, seducidos por el conocimiento de la calidad que pueden llegar a ostentar, intentan jugar un fútbol excepcional en todo momento cuando, siendo honestos, frecuentemente el pragmatismo es más que suficiente para alcanzar el objetivo.
Haaland es un pragmático. Eso no significa que el noruego carece de elegancia u oficio; simplemente se trata de que sus ojos se mantienen firmemente fijos en la parte baja del balance financiero del balompié. La acumulación lo es todo. Solo hay que mirar la forma en la cual (nuevamente, durante el partido contra Bremen) éste azotó la esférica enviada por Julian Brandt al área para hacerla chocar con la red justo antes de cruzar la línea. Lo hizo para asegurarse de que el Dortmund consiguiera un tanto luego de estar debajo en el marcador 2-0; también lo hizo porque así lo quiso. Nuevamente, la sed estuvo presente. Y pensar que Haaland tiene apenas 19 años.
Scottie Pippen, quien fuera figura con los Chicago Bulls de la NBA y actualmente es miembro del Salón de la Fama del Baloncesto, reflexionaba recientemente con respecto al futuro de otro prodigio del deporte: Luka Doncic. Actualmente, el esloveno de 20 años está emocionando a los seguidores de la NBA vistiendo la camiseta de los Dallas Mavericks y ya es considerado como uno de los mejores jugadores de este deporte. Doncic mejorará mucho más, destaca Pippen, cuando comience a ser egoísta, cuando éste empiece a imponer su voluntad sobre los partidos. Ya Haaland muestra signos de egoísmo... de la mejor forma posible. Éste no se conforma con asumir responsabilidad. La aprovecha al máximo.
Jonathan Harding, periodista especializado en fútbol y autor literario, ha advertido con toda razón sobre los peligros de depender de un jugador tan joven. Al mismo tiempo, cuesta escapar de la idea que el ataque del Dortmund, finalmente, ha encontrado la concentración consistente y reiterada que le ha faltado desde que Pierre-Emerick Aubameyang fuese cedido al Arsenal. Paco Alcácer, miembro de la selección de España, fue productivo en Alemania, aunque su partida al Villarreal, equipo con el cual brilló en su primer compromiso, era comprensible. La delantera del Dortmund, que contaba con tantos jugadores talentosos que pueden jugar con fluidez, necesitaba de un eje, y a pesar de todos sus dones considerables, Alcácer no cuenta con la misma presencia física de Haaland. De hecho, pocos futbolistas la tienen.
Quizás también sea cierto que Haaland cuenta con un intangible adicional. Cuando éste avanzaba para anotar el último de sus tres goles en su alucinante debut con el Dortmund, con remontada para alcanzar la victoria 5-3 contra el Augsburgo, lo hizo ostentando algo que poseen todos los grandes artilleros: una percepción de inevitabilidad. Se trata de una cierta clase de lenguaje corporal: hombros arriba en señal de orgullo, cabeza quieta, los ojos firmemente apuntando al arco. El Dortmund veía esas características en Alcácer de vez en cuando y con Aubameyang eran más reiteradas: el gabonés convirtió 141 tantos en 213 apariciones con el club negro y amarillo. A pesar de ello, el exdelantero del Dortmund a quien Haaland se asemeja más (lo cual despierta mucha emoción) es el hombre que actualmente lidera la gesta por el título del Bayern Múnich: Robert Lewandowski.
Las comparaciones inmediatas son obvias: ambos son espigados, fuertes, rematadores devastadores, con el movimiento y técnica dignos de un extremo. El otro elemento que tienen en común es que ambos parecen representar una especie en extinción. A la hora de revisar los clubes de élite del fútbol mundial, parece que los centrodelanteros tradicionales están en surgimiento a pesar de los métodos de entrenamiento actuales, que parecen enfatizar el desarrollo de extremos que pueden rematar.
Dicha apariencia podría ser injusta; simplemente se trata del hecho que el rol del centrodelantero ha sido y siempre será muy difícil de desempeñar, especialmente tomando en cuenta las responsabilidades de creación y defensivas que dicha posición exige. Solo hay que mirar, por ejemplo, a la forma en la cual Sergio "Kun" Agüero, la figura del Manchester City, ha debido adaptar su juego para permanecer en la gracia del DT Pep Guardiola. Entonces, representa un mérito para Haaland y Lewandowski que ambos hacen ver que dicho puesto no es tan difícil. El noruego cuenta con 36 goles en 26 apariciones en el presente torneo, mientras que el crack polaco suma 35 en 29 apariciones.
En el momento actual, las únicas cosas que bien podrían detener la producción de alguno de ellos en la Bundesliga son una lesión o un pase fuera de Alemania. Si bien Haaland apenas ha llegado al país, el Dortmund se mantendrá consciente de la amenaza de una sustanciosa oferta desde España, donde tanto Real Madrid como Barcelona (el último en urgente necesidad de un jugador con las características de Haaland) inevitablemente esperarán su momento. Sin embargo, por ahora, el club alemán puede disfrutar de un delantero que parece presto a satisfacer sus ambiciones de títulos, no sólo durante esta temporada, sino durante varios años por venir.