Pasan las 21:00 en Bogotá. Millonarios y Atlético Nacional se preparan para definir desde el punto penal una final histórica en Colombia. El Campín, pintado totalmente de azul, aguarda el remate de Larry Vásquez que puede derivar en el título, que active la alegría infinita, la sensación de realización y que destape la algarabía en las gradas del estadio bogotano. El remate llega, las redes del arco defendido por Mier se inflan, el estruendo de miles de almas suenan al unísono y la familia de más de 20 jugadores que se encuentran en cancha vestidos con indumentaria azul y blanca se observa con un sentimiento inigualable y lágrimas en los ojos. "Lo logramos".
Hablar de este Millonarios no recae solamente en el proceso, la historia de Alberto Gamero al frente del equipo ni de estadística dura que llevó a que el plantel consiga la estrella número 16. Hablar de este Embajador, como lo remarcan constantemente los protagonistas, es hablar de familia, de unión.
Un equipo que se sobrepuso a las adversidades durante todo el cuadrangular. Lesiones, convocados y ausencias inesperadas. El recorrido del campeón y los resultados obtenidos fueron más allá del titular de turno, de la figura que no estuvo. "No se trata de quien falte, sino de quien está", remarcaba 'Macka'.
Cada cual cumplió su rol a la perfección y respondió al llamado de la necesidad, de la urgencia de triunfos que transmite la camiseta de Millonarios. Jorge Arias ocupando la banda izquierda, Beckham Castro y su increíble irrupción en cuadrangulares, la inclusión de Stiven Vega y Jader Valencia en las finales y la imbatibilidad de Juanito Moreno en reemplazo del seleccionado Álvaro Montero son algunos de los ejemplos.
"Ningún jugador es tan bueno como todos juntos", decia Alfredo Di Stéfano. El capitán Mackalister Silva coincide con que esa frase representa al pie de la letra al elenco del samario Gamero, quien en el contexto negativo siempre encontró un salvavidas en la buena predisposición de sus futbolistas, en su capacidad de adaptación a las situaciones de juego y "la unión de las pequeñas fuerzas" que llevaron a que este equipo a la gloria.
Esa gloria que fue esquiva por tres años y que le valió múltiples calificativos negativos a un proceso que logró un buen nivel de juego y consiguió un vínculo con la hinchada, los llevó a que se identifiquen con la propuesta dentro del verde césped. La famosa cereza del pastel finalmente fue colocada encima de todo. Una victoria que no deberá servir como el fin del camino, sino como el inicio de un nuevo ciclo, de ilusiones renovadas.
No pudo ser en 2021, tampoco en 2022. Se desquitaron con la Copa Colombia de y pusieron como target final este título. La estrella que anhelaban y por la que se prepararon desde 2019. Un desahogo, un grito de euforia y de liberación para el "grupo de amigos" que se divirtió en cancha, para el propio Gamero y los hinchas, que vuelven a ser campeones de Liga tras seis años.
¡Salud, campeón!