Hace 30 años la Selección Colombia afrontó el Mundial como favorita. Sin embargo, quedó eliminada en la fase de grupos por exceso de confianza, indisciplina y presión mediática. Las lecciones están aprendidas para esta Copa América.
Pelé destacó el nivel de esa Selección de 1994 y sus palabras se malinterpretaron. "No tengo la mejor duda de que Colombia es el mejor equipo del mundo en la actualidad. Pero esto no quiere decir que vaya a ganar el mundial. No siempre gana el mejor", dijo en una conferencia de prensa.
El mensaje se tergiversó. Le atribuyeron que postuló a Colombia campeón. Reacción típica en ese clima de euforia desmedida que invadió a hinchas y periodistas. Fue uno de los efectos negativos del 5-0 en Buenos Aires. La soberbia aumentó por la interminable gira de amistosos ante selecciones y clubes que llevó el invicto a 27 fechas.
Hubo advertencias ignoradas. Pedidos por más humildad. Egos incontrolables en el plantel. Indisciplina. La tormenta perfecta para una debacle. Así fue. Dos derrotas consecutivas ante Rumania y Estados Unidos sentenciaron la eliminación temprana.
En 2024 aparecen avisos de coincidencias con esa experiencia amarga. Las 20 fechas sin perder con Néstor Lorenzo, el favoritismo por el rendimiento, la ilusión de los aficionados. Así y todo, parece difícil que se repita lo de ese Mundial.
Los jugadores son más maduros. Expresan su optimismo con moderación. Hay ambición medida. El grupo está blindado contra la presión mediática. Ajeno a los cantos de sirena que afectaron en 1994. Los liderazgos en el vestuario son positivos.
El fútbol es confiable. Solidario, directo y sin complejos. Colombia es tercera de la Eliminatoria y con el DT argentino venció a Brasil y en dos amistosos a Alemania y España.
“La ilusión es genuina porque yo le digo a los muchachos que están transmitiendo algo que a la gente les llega. Tenemos mucho por mejorar, aún no somos candidatos, favoritos o a la altura de los países que ganaron la Copa América histórico", dijo Lorenzo.
El del Mundial de Estados Unidos fue un golpe duro para el fútbol colombiano. Lección aprendida. Igual, se vale soñar.