Jaime Lozano y Juan Carlos Rodríguez proclaman unidad en la Selección Mexican de cara al juego ante Ecuador, como si con frases hechas que atienden más al optimismo que a la realidad, se evitaran los fracasos.
“De este barco no se baja nadie, lo vamos a lograr (el pase a Cuartos de Final)”, proclamó Jaime Lozano en la conferencia de prensa luego de que la Selección Mexicana perdió 1-0 ante Venezuela en la Copa América el miércoles pasado.
El entrenador nacional está absolutamente rebasado, extraviado, al grado de que piensa erróneamente que con saliva se tapa la realidad y con promesas se gana tiempo para demorar un nuevo fracaso que parece inminente.
Resulta que la frase del “barco” ni siquiera es autoría de Lozano, pues trascendió por versiones periodísticas que el comisionado del futbol mexicano, Juan Carlos Rodríguez, acudió al vestidor tras el tropiezo frente a la ‘Vinotinto’ con la intención de ofrecer su respaldo y arengar al equipo de cara al próximo compromiso ante Ecuador, y en su discurso pronunció aquello de que deben mantenerse unidos.
Ya de por sí los rumores sobre la imposición de futbolistas en las convocatorias y hasta en las alineaciones rondan a Jaime Lozano, y ahora resulta que también le dictan línea sobre lo que debe salir a decir en las conferencias de prensa. ¡Increíble!
Por otra parte, ¿qué hace un directivo en el vestidor de la Selección?, ¿acaso no tiene claro cuál es su sitio y que le resta autoridad al entrenador si toma la palabra y se dirige a los futbolistas?
¿Alguien se imagina al presidente de la Federación Uruguaya de Futbol —o de cualquier otra— ingresando a un sitio que debe ser sagrado y exclusivo para deportistas y cuerpo técnico, sin que Marcelo Bielsa pegue el grito en el cielo?
Bueno, pues en México pasa que un dirigente cuya mejor carta de presentación son sus éxitos en televisión, se siente con la autoridad de presentarse ante una Selección Nacional para motivar a sus integrantes.
Luego que nadie se diga sorprendido por los papelones que hace el equipo, porque está claro que el entrenador es un títere que vive agradecido porque le otorgaron un cargo que claramente no merecía y para el cual no está preparado, por ende permite todo tipo de “sugerencias” y “ocurrencias”.
México vive una crisis profunda desde hace varios años y no saldrá de ella con discursos baratos que atienden más a la fe y al optimismo, que a la realidad.
Todo lo que rodea al equipo está mal. Jaime Lozano quiere tener contentos a los futbolistas y les permite que sus familias estén con ellos en plena concentración de un torneo de mayúscula importancia; no los “molesta” con entrenamientos extenuantes porque se pueden quejar como sucedió con Diego Cocca; y por si fuera poco les da libertad de que coman lo que les pegue la gana, y los jugadores que en su mayoría carecen de lucidez, “presumen” en redes sociales las garnachas. ¡Qué desastre!
En cuanto se produzca la eliminación del Tricolor en la Copa América, ya sea el domingo frente a Ecuador o en Cuartos de Final muy probablemente ante Argentina, sí que varios tendrían que “bajarse del barco”, por dignidad y por el bien del balompié nacional.
Juan Carlos Rodríguez y su séquito en primer lugar, y desde luego Jaime Lozano. Claro, esto difícilmente ocurrirá porque alimentarán el discurso de que el objetivo es el Mundial de 2026 y por ello se debe respaldar la continuidad del técnico, con todo y que el equipo sea un desastre y se vaya directo a un nuevo fracaso.
¿Qué debe suceder para que los hombres que hacen y deshacen al futbol mexicano tomen de una vez por todas una buena decisión, una?
Ahí está Guillermo Almada, un tipo que garantiza trabajo, seriedad, conocimiento, impulso a los jóvenes y la disciplina que tanto hace falta en la Selección Nacional. Ahí está, ¿no lo ven o no lo quieren ver?
Muy pronto va a envejecer la frase del barco del que no se baja nadie. Muy pronto.