El Barcelona 2021-22 ya es historia. Falta el epílogo en Australia, un amistoso firmado solo para ganar dinero, y se cerrará una novela inclasificable. La novela de una temporada extraña que comenzó con Koeman en el banquillo y acabó con Xavi, con momentos malos, peores, desastrosos y, también, algunos ilusionantes. Un par de meses en los que dio a pensar que el equipo azulgrana sería capaz de algo... Y un despertar del sueño trágico.
Una semana después de no jugar a nada en Getafe, mostrando una imagen muy poco edificante frente a un rival que, como él, firmó un simple empate para cumplir el objetivo, el Barça casi le regaló la victoria al Villarreal sin presentar la mínima batalla exigible y castigando, de esta manera, a un Athletic que jugaba en Sevilla pendiente de lo que pudiera ocurrir en el Camp Nou.
Ocurrió, simplemente, que el Barcelona ya no estaba. Hacía demasiados días que había dimitido y siguió sin hacer acto de presencia. A la que se destensó todo, ni el entrenador fue capaz de recuperar a los suyos.
La derrota frente al Villarreal, quinta como local en la Liga y séptima del curso si se añaden las sufridas ante Bayern y Eintracht en Europa, no fue más que la constatación del cansancio mental de un equipo que ya se olvidó del fútbol hace varias semanas y que reclamaba a gritos este final de temporada. La necesidad de un 'reset', de marchar de vacaciones mientras la secretaría técnica, con Mateu Alemany al frente y Xavi Hernández con voz y voto ("en la medida que lo permita la economía"), deberá pasar el bisturí a un vestuario que, en el mejor de los escenarios, debería vivir un cambio absoluto.
Adama Traoré comete un gran error y Moi Gómez recibe un 'regalo' e infla las redes del Barcelona.
No pudo ser un cierre menos glamuroso, con la nota sentimental de los aplausos sentidos a Luuk de Jong, que se despidió de la afición sin que el entrenador le concediera el premio de darle algunos minutos en un adiós que mereció otro trato, atendiendo a lo poco que ha jugado y lo mucho que ha ofrecido el delantero holandés.
Apenas 54 mil aficionados se dieron cita en el Camp Nou, en la última demostración de un abandono en el que se mezcla tanto el mal desempeño del equipo y su falta de alicientes como los horarios nocturnos a los que se ha condenado en los últimos meses, para decir este último adiós.
Tímidos gritos en favor de Mbappé y otros no tan tímidos insultando al Real Madrid pusieron el colofón a la temporada en el Camp Nou. Hace una década nadie se acordaba del Madrid en el estadio azulgrana... Los tiempos cambian y estas reacciones denotan el triste presente de un Barça demasiado alejado de lo que debería ser y fue en otro tiempo.