BARCELONA -- Mientras unos miran al Bernabéu, sacando todo el jugo posible a la dimisión de Zidane para presentar un escenario catastrófico alrededor del Real Madrid, en el Camp Nou se prepara el cierre oficial de la temporada con no menos dudas, más allá de la permanencia de Ernesto Valverde en el banquillo del primer equipo, que amenazan con provocar un terremoto en la dirección deportiva del Barça.
Jordi Cruyff vuelve a estar en el escenario, Roberto Fernández asume su salida como inevitable, existe descontento con la labor de Pep Segura y hasta se ha puesto en cuestión la continuidad de José Mari Bakero como máximo responsable del fútbol formativo.
Si Guillermo Amor, acompañante de Bakero en la cantera además de responsable de Relaciones Institucionales y Deportivas del primer equipo, admitió esta misma semana que podrían haber “algunos cambios” en cuanto a banquillos y filosofía de la cantera, en las altas esferas del Barça gana peso la posibilidad de una auténtica revolución a todos los niveles.
Con todas las miradas puestas en el Mundial que está a punto de comenzar, Josep María Bartomeu viajó el jueves a Estados Unidos para ofrecer una conferencia en Harvard en la cual explicó la singularidad del modelo Barça y su contribución a mejorar la sociedad a través del deporte… Pero lo hizo después de comenzar a plantearse una profunda remodelación en la política deportiva del club, en cuyo seno existe un evidente descontento.
La marcha de Roberto Fernández como secretario técnico la dan muchos por descontada. Acaba contrato el 30 de junio, nadie le ha comunicado a estas alturas su futuro, él mismo asume en silencio este desenlace y encara las últimas semanas con un conformismo digno de elogio. Sin embargo, la persona a quien el presidente otorgó la responsabilidad de la decisión, Pep Segura, tampoco atraviesa un momento especialmente cómodo.
EL REGRESO
Elevado a la categoría de manager general el año pasado, la labor de Segura ha merecido muchas críticas, hasta el punto de perder la confianza ciega que en él tenía Bartomeu, con lo que su futuro tampoco está ahora mismo confirmado en un Barça que vuelve a girar sus ojos hacia Jordi Cruyff, mudo, tranquilo y a la espera de acontecimientos después de acabar su labor al frente del Maccabi de Israel.
El presidente azulgrana ya sondeó al hijo del legendario Johan Cruyff el año pasado, volvió a hacerlo durante la temporada y está planteándose la posibilidad de repetir, sabiendo que las condiciones, teóricas, en caso de aceptar negociar de Jordi son claras: mando en plaza y sin tener que rendir cuentas a nadie.
“Tarde o temprano regresará al Barça”, explicó a ESPN una persona cercana al holandés, quien, en primera persona reconoce que la puerta del club de su corazón siempre estará abierta.
Para ello, sin embargo, se tienen que dar esa serie de condiciones innegociables y que pasan por un profundo cambio en las estructuras deportivas de un Barcelona que en las próximas dos semanas se plantea dar a conocer todos los cambios a realizar.
Con la plantilla del primer equipo en vías de acabar de concretarse, Roberto Fernández dejará el club con su labor acabada y la duda reside en conocer si Segura se ganará un voto de confianza por otro año o Bartomeu se decidirá por la revolución.
Y esa revolución podría, también, afectar a Bakero (algunas voces incluso ponen en cuestión a Guillermo Amor) en la gestión del fútbol formativo profesional, en la nueva estructura que, cambiando la filosofía del Barça B (volver a mirar otra vez al fútbol base por encima de los fichajes), está encaminada, en un plazo no muy largo devolver al primer equipo una personalidad más centrada en confiar en la cantera que en fichajes de jugadores que no marquen, como en el pasado, las diferencias.
Una circunstancia que, llegando al máximo durante la época de Pep Guardiola, nació bajo el mando de Johan Cruyff. Y que podría tener en su hijo al hilo conductor del futuro.