BARCELONA -- Rafinha Alcántara renovó este lunes su contrato con el FC Barcelona hasta junio de 2021… E inmediatamente después acordó su cesión al Celta, con el que jugará hasta acabar esta temporada sin que el club gallego tenga entonces ninguna cláusula obligatoria de compra.
El mediocampista de origen brasileño, de 26 años, llevaba en la rampa de salida desde que comenzó la pretemporada y estuvo muy cercano a recalar en el Valencia pero la negativa a última hora del propietario del club che, Peter Lim, de hacer frente a los 15 millones de euros que demandaba el Barça por la operación rompió un traspaso que llegó a considerar como prácticamente hecho el propio entrenador del Valencia.
Rotas las negociaciones, el Celta apareció en escena pero siempre interesándose en una cesión que pudiera tener una opción a compra aunque en ningún caso obligatoria y a pesar de las negativas iniciales del club azulgrana, finalmente se llegó a una entente.
Entendiendo imposible traspaso, el Barcelona puso como condición indispensable para acordar la cesión que Rafinha, antes, aceptara renovar su contrato, que vencía en junio de 2020 con el objetivo de no perderle dentro de un año sin posibilidad de obtener algún beneficio como ocurrió con Munir (al final ingresó apenas un millón de euros del Sevilla).
El mediocampista no era favorable a ello pero con el paso de los días y abocado a las últimas horas del mercado entendió ésta como la única y mejor solución.
El contrato de cesión entre los dos clubs establece que el Celta se hará cargo del salario de Rafinha (unos 2 millones de euros brutos) y pagará al Barcelona serie de variables, no concretados, que podrían alcanzar 1,5 millones más.
La marcha de Rafinha aligera la nómina de centrocampistas del Barcelona, una ‘exigencia’ de Valverde, quien por activa y por pasiva ha proclamado públicamente desde que comenzó el curso la sobrepoblación en esta posición, mostrándose favorable a alguna salida.
El hispano-brasileño fue desde un principio uno de los nombres señalados, tal y como se especuló también hasta última hora con Ivan Rakitic e incluso con Arturo Vidal y aunque, motivado por las lesiones de Messi, Suárez y Dembélé, jugó las primeras tres jornadas como delantero, siempre entendió su marcha como la mejor solución, sospechando que en caso de quedarse en el Barça tendría pocas opciones de jugar en su lugar natural.
De esta manera Rafinha, quien llegó desde Vigo al Barcelona a los 13 años para incorporarse a su cantera, regresa a un Celta en el que ya jugó en calidad de cedido durante la temporada 2013-14 y reencontrándose con Denis Suárez, quien en enero de 2019 renovó su contrato con el Barça antes de ser cedido al Arsenal y, finalmente, fue traspasado al club gallego este mismo verano por cerca de 13 millones de euros.