BARCELONA -- Javier Aguirre no guarda precisamente un buen recuerdo del Camp Nou. Nunca jugó en el estadio del Barcelona en su etapa, breve, como futbolista de Osasuna (en la temporada 1986-87) y como entrenador lo visitó en 12 ocasiones entre 2002 y 2013 al frente del equipo navarro primero y Atlético, Zaragoza y Espanyol después. Tres empates y nueve derrotas, las siete últimas de forma consecutiva, adornan su estadística en el recinto azulgrana, donde sus equipos apenas han marcado 6 goles y encajado la friolera de 31.
Si sus números como local mejoran un poco, con dos victorias en diez partidos al frente de Osasuna (2-1 en 2006) y Atlético (4-2 en 2008), visitar el Camp Nou es para el Vasco “un dolor de muelas”, tal y como ejemplificó en marzo de 2011, cuando fue derrotado por la mínima (1-0, gol de Seydou Keita) en un partido en que su Zaragoza se defendió como buenamente pudo del asedio azulgrana, que llegó a rematar hasta en 22 ocasiones sobre la meta que defendía Toni Doblas y superó el 80 por ciento del tiempo de posesión del balón.
Esa posesión, mantra que se repite alrededor del Camp Nou en estos tiempos convulsos, entiende el entrenador mexicano que volverá a ser una batalla perdida frente al equipo de Quique Setién... Aunque este presente del Barça poco tenga que ver con aquel pasado glorioso de la época de Guardiola, que le derrotó en las cuatro ocasiones (tanto en casa como a domicilio) que se enfrentaron.
CONTRA UN GIGANTE
Desde un 2-2 del 6 de octubre de 2002 en Pamplona y dirigiendo a Osasuna y el 1-2 encajado en Madrid como técnico del Leganés, el Vasco se ha enfrentado en 22 ocasiones al Barça, ganando en dos ocasiones, empatando en 4 y perdiendo en las 16 restantes, las últimas diez consecutivamente y, en algunas de ellas, sufriendo verdaderos varapalos.
“Tienes la sensación de enfrentarte a un gigante contra el que tienes muy pocas opciones pero al que debes encarar con esperanza”, aludió en 2013, como estratega de un Espanyol al frente del cual perdió sus cuatro derbis... Aunque poniéndole las cosas muy complicadas en las dos últimas ocasiones.
Ese es el gigante al que plantará cara, en la medida de lo posible, este jueves. Un gigante herido... Pero gigante a fin de cuentas, acaso más peligroso de lo que sería en condiciones normales atendiendo al complicado momento que vive el club azulgrana.
Aguirre, que debutó este curso al mando del Leganés con un trabajado empate en San Sebastián frente a la Real Sociedad, se presentó en Butarque con un examen de máximos contra el Barça, el 23 de noviembre y siendo derrotado por la mínima (1-2) por el equipo que entonces dirigía Ernesto Valverde. La misión encomendada por el club pepinero es evidente: alcanzar una salvación que en la jornada 12 (la anterior a su llegada) se veía tan lejos como a seis puntos y que nueve fechas después se contempla bastante más cerca (tres puntos) y en unas condiciones anímicas mucho mejores que hace tres meses.
Dos victorias, cuatro empates (desafortunado el de Valladolid y afortunado el del Wanda entre ellos) y tres derrotas suma el Leganés desde la llegada del Vasco a su banquillo, que superó con solvencia la clasificación para los octavos de final de la Copa ganando en Zaragoza al Ebro en una jornada en que no pocos equipos de Primera División (Mallorca, Valladolid, Betis, Eibar, Atlético y Celta) eran derrumbados por rivales de inferior categoría.
Y aunque, la ‘batalla’ de este jueves no sea precisamente providencial en la temporada del Leganés, lograr una campanada ante el equipo que suma seis finales consecutivas (con cuatro títulos) significaría una auténtica inyección de moral ante los próximos partidos ligueros que le aguardan.