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Una asociación entre Suárez y Simeone en el Atlético Madrid podría ser una consecuencia de la implosión del Barça

Desde el punto de vista de un seguidor neutral del fútbol, sería absolutamente emocionante ver a Luis Suárez incorporándose a la plantilla del Atletico Madrid. Desde una perspectiva colchonera, podría (sólo una posibilidad) ser suficiente para proporcionarles la amenaza goleadora natural e instintiva de la que han carecido durante varios años. Desde la mirada de los ejecutivos de La Liga de España, la idea de retener a una superestrella de clase mundial y un talento legendario (en vez de verle incorporarse a Ever Banega, Santi Cazorla, Aritz Aduriz y Sergio Reguilón en las filas de jugadores que han desaparecido de las canchas españolas) es oro en polvo.

Por los lados del Barcelona, la idea en su totalidad es un error de visión pequeña, profundos defectos y basado en la personalidad, con repercusiones sumamente importantes. Algunos podrían estar en desacuerdo, pero creo que es terriblemente obvio. Posteriormente ahondaremos en ello.

Comencemos con la imagen absolutamente deliciosa para aquellas personas (como la mayoría de ustedes, y cómo yo) que se apartarán para ver como el mundo echa chispas si un explosivo Suárez se une al abrasivo Atleti. (Aparentemente, el Barcelona va a luchar para que esto no pase, así que estén al tanto de este espacio para las últimas novedades). Podríamos empezar con uno de esos chistes trillados: "¿Han oído el cuento de un argentino, un brasileño y un uruguayo entrando a un club de fútbol...?"

Por que Suárez tendría sentido en el Atleti

Es cierto que Diego "Cholo" Simeone ha perdido a Germán "Mono" Burgos como mano derecha; sin embargo, la zurda del técnico sigue contando con gancho, jab y contundencia poderosas. Desde el día de su nacimiento, el argentino ha sido poco menos que feroz. En sus días como jugador el "Cholo", al igual que Suárez, hacía prácticamente lo que fuera con tal de ganar. Ésta sería una reunión de mentalidades similares. No obstante, los componentes más impresionantes del juego de Simeone, al igual que el de Suárez, no eran meras artes oscuras: también contaba con un cerebro calculador y compromiso incansable para dar un mínimo del 100%. Eso era evidente a diario en los entrenamientos, para luego incrementar su intensidad en los partidos.

Todos hemos presenciado el efecto electrizante y el impulso que la mentalidad de Simeone ha tenido sobre el Atleti en la última década, en la que ha logrado varias cosas que lo convertirán probablemente en la figura individual más grande en toda la adornada historia del club colchonero. "El Cholo" le ha hecho ganar a su club muchos cientos de millones de euros gracias a sus actuaciones incansables y llenas de físico en el circuito europeo; por ende, se ha hecho merecedor de un salario que se rumora (y lo creo) es el más alto para un director técnico en todo el fútbol de clubes. Constantemente, Simeone ha hecho de cualquier grupo de jugadores que le ha dado el club, al menos tan bueno como la suma de sus partes, si no mayor. Esa, diría yo, es la destreza número 1 con la que debería contar cualquier director técnico. Y es muy, muy rara.

Simeone ha catalizado por completo a la afición del Atleti, llevándolos como un Flautista de Hamelín, en multitudes cada vez más ansiosas y ruidosas, primero al Vicente Calderón y después al Wanda Metropolitano. Sobre todo, ha ganado trofeos. Siete hermosos galardones.

A pesar de ello, el Atleti requiere con desesperación de una amenaza goleadora.

Desde que perdieran a Antoine Griezmann hace poco más de un año y el francés terminara vistiendo la camiseta del Barcelona, los colchoneros no han contado con un buen goleador principal (Alvaro Morata fue el máximo productor de la categoría, con 12 tantos en encuentros de liga) y desde que Kevin Gameiro marcara 12 goles en liga hace tres largos años, el segundo mayor goleador del Atleti en liga, quien quiera que sea, no ha logrado traspasar el arco en más de ocho ocasiones. No solo se trata de una cifra poco aceptable: es una producción endeble, rayando en lo patético.

Ahora, hablemos del brasileño. Diego Costa, por los momentos, no cuenta con compradores interesados. Se trata de un jugador sumamente estático, que confía en intentar amedrentar y asustar a los defensores porque es un tipo sumamente rudo. No decimos que no cuenta con técnica, ni carencia de ideas, pero sus fluctuaciones de peso y lesiones sumadas con el pasar de los años le han hecho incapaz, de forma prematura, de hacer que su cuerpo logre implementar lo que imaginan su mente y ojos.

Lo que une a Costa con su entrenador argentino es un compromiso inquebrantable para arrollar todos los obstáculos que se interpongan en su búsqueda de victorias. Simeone y Costa representan ese rostro feroz, peleador y fiero del Atlético de Madrid; lo que no quiere decir, ni por un momento, que el plantel, la nómina, el cuerpo técnico y los jefes grandes tampoco cuentan con inteligencia futbolística, imaginación, elegancia y despliegue físico. Sí lo tienen, pero éste sigue siendo un club de guerreros.

Aún está por verse si Costa logra superar la fecha límite y permanece dentro de la nómina colchonera más allá del 5 de octubre, cuando se cierra la ventana de fichajes. Con toda honestidad, yo pagaría una buena cantidad de dinero para ver a Costa y Suárez haciendo sociedades, en el complejo de entrenamientos, el vestuario, los viajes y, sólo en ocasiones, como dupla a la delantera. Lo más frecuente será ver a uno sustituyendo al otro, tomando en cuenta sus edades y las cicatrices que tienen sus cuerpos producto de la batalla. Pero, de producirse un breve lapso de pocos meses en los cuales Costa y Suárez juegan en el mismo equipo, valdría la pena alzar oraciones por los porteros, centrales y árbitros de España y toda Europa.

¿Y el Barça dejando ir a Suárez?

En estos momentos, hacer comentarios ridículamente desfavorables hacia Suárez se ha convertido en tendencia de moda entre los desilusionados seguidores del Barça.

Ciertamente, el uruguayo nunca ha contado con el físico más destacado. Sumado al hecho de que cumplirá 34 años en enero próximo, su desconsuelo por la forma cómo las actuales autoridades al mando en el Camp Nou están llevando (al precipicio) a su actual club y que ha tenido constantemente a alguien pinchando y cosiendo una u otra parte de sus rodillas y tobillos con bisturís y suturas en temporadas recientes, todo indica que "El Pistolero" no se encuentra en el máximo de su nivel físico.

Sin embargo, esto es vital: Suárez no solo se merece mucho mayor respeto y mejor tratamiento por parte del Barcelona y algunos de sus seguidores descontentos debido a sus estadísticas. Como es obvio, su producción es extraordinaria. Suárez es el tercer mayor goleador histórico del club (198 tantos en 283 partidos), aparte de ganar 13 trofeos en seis años. Lo más crucial: Suárez es, por amplio margen, el más grande socio de Lionel Messi en el ataque durante toda su carrera, el más beneficioso para ambas partes.

Y a pesar de cualquier declive de condiciones físicas, Suárez sigue siendo tan inteligente, brillante, técnico y hábil como cualquier artillero en Europa. Ese intelecto, esa ambición con bordes de tungsteno, esa visión... muy pocos se igualan a él. Es por esa misma razón que me fascinaría ver lo que el charrúa sería capaz de hacer de la mano de Koke, Saúl, Ángel Correa, Joao Félix, Yannick Carrasco y, ojalá, a Thomas Partey... todo ello, sin mencionar a los laterales voladores del Atleti. En resumen: ellos se encargarían de correr y cazar, mientras que Suárez termina flechando a la presa.

Ciertamente (bajo el supuesto de que todo lo anterior se concreta, porque el mercado de fichajes es quijotesco más allá de lo creíble), Suárez sufriría si Óscar "Profesor" Ortega, el implacable preparador físico del Atleti, termina poniendo sus manos sobre él. Pero ustedes también pagarían por verlo. Ahora, nos toca referirnos a los empleadores de Suárez desde 2014, un club al cual él ayudó a asegurar un Triplete. El mismo club donde se ha convertido, junto a Messi, en la razón por la que los catalanes han podido revertir con éxito un inevitable ocaso.

Lo que el lío de Suárez dice del Barcelona

Durante un buen tiempo, el Barça ha sido un desastre, cada vez peor dirigido, peor enfocado, ensimismado y obsesionado con el dinero. El hecho de que Suárez logra hacer relucir lo mejor de Messi, como amigos, como ganadores natos, como compañeros y como instintivo anticipador de su genialidad, ha sido crucial para que el club blaugrana no se haya hundido mucho antes en su engorroso y vergonzoso pantano.

Pero he aquí el problema: el presidente barcelonista Josep María Bartomeu se encuentra firmemente decidido a demostrar que éste es su club y totalmente comprometido en romper el eje Suarez-Messi. Bartomeu cree que él no puede mostrarse como el presidente que dejó partir a Messi; por ende, el hacha cae sobre el eje presionando la salida de Suárez. El hecho de que, según informes periodísticos, el actual técnico Ronald Koeman le habría dicho al uruguayo: "Yo te mantendría acá, pero el club te quiere fuera" dice todo lo que debemos saber sobre esta historia.

Bartomeu no lo dirá en público, al menos hasta que llegue la hora de alguna entrevista para auto justificarse, o se le pague para escribir sus memorias cuando haya dejado la presidencia. Pero sí es cierto que existen muchas personas vinculadas al Barcelona que lamentan la existencia del eje Messi-Suárez y que fruncen el ceño ante su presencia. Apenas el otro día, durante una conversación con el ex seleccionador español Vicente del Bosque para el diario El País, el ex portero y director deportivo del Barcelona Andoni Zubizarreta dijo: "Eso depende de la generosidad del jugador con su equipo, con su entrenador. El 'Tata' Martino, cuando estaba en el Barça, le decía a Leo: 'Ya sé que si usted llama al presidente me echa, pero co--, no hace falta que me lo demuestre todos los días. Ya lo sé'".

Esa es una imagen terrible, hasta insólita.

Apenas la semana pasada Koeman, por primera vez desde que asumiera las riendas del Barça, sintió la necesidad de imponerse sobre sus tropas.

Durante largo tiempo (ciertamente, desde que Messi, Suárez y Neymar lideraban Europa), ha sido tradición que Messi y uno de sus guardias pretorianos más cercanos salieran a entrenar de últimos. Con frecuencia, es una situación ruidosa, con las risas y golpe de los guayos contra las escaleras de concreto hasta llegar al campo Tito Vilanova para indicar que, pocos minutos después del penúltimo grupo de jugadores y mucho después que los más ansiosos, el diminuto argentino y su pandilla están prestos a trabajar.

La mayoría lo ha aceptado de buena gana, otros lo resienten, mientras que unos pocos desean ver que la situación termine volando en pedazos. Es un símbolo del hecho que existe una burbuja que parece indicar "No deberás" alrededor de Messi, que se resume mejor con la frase: "No lo molesten innecesariamente".

Pero la grandeza, especialmente una grandeza como la de Messi, conlleva privilegios. Hasta ahora.

La nueva regla implica que todos los jugadores deben reportarse al campo de entrenamientos antes de las 9:30 a.m. Usualmente, la jornada preparatoria arranca a las 11 a.m. y un día de la semana pasada, el nuevo jefe holandés no se sintió complacido al ver que los últimos dos miembros de su plantel (adivinen quiénes) no llegaron a la cancha hasta las 11:03 a.m. Koeman lo asumió como una falta de respeto, así se los hizo saber, y empezaron a trabajar. Pero algo se dio a entender. Al igual que aquellas informaciones sobre la primera reunión entre Koeman y Messi hace un par de semanas: Se acabaron los privilegios, pibe.

Nos encontramos entonces en una situación en la que Bartomeu cree que puede ganar una batalla interna al presionar la salida de Suárez. Todo ello, mientras el presidente obligó la permanencia de Messi en el club, a la fuerza, cuando el jugador ha afirmado que se le dijo en reiteradas oportunidades que podía irse este verano; y si bien es cierto que Bartomeu dijo precisamente eso en televisión en la penúltima temporada, optó por despojar a Messi de su tercer mejor activo (Suárez), después de su zurda mágica e intelecto brillante.

Lo lógico para un presidente inteligente, en vez de hacer gestos irrespetuosos a Messi, obligando la partida de Suárez y pagar para rescindir el resto de su contrato con el Barcelona, habría sido tragarse su orgullo y mantener al uruguayo en la nómina del club blaugrana. Si tuvieran recursos financieros disponibles para contratar a un artillero joven, veloz y presto como Lautaro Martínez, actualmente con el Inter Milan, entonces la discusión sería otra. Pero el dinero no abunda en el Camp Nou.

La permanencia de Suárez significaría contar con un Messi más contento, un centrodelantero con quien Koeman podría planificar, una buena dotación goleadora (21 tantos convertidos en 5.670 minutos, a razón de uno cada 122 minutos en el torneo anterior) y una estructura en la cual Griezmann no se vería obligado a jugar como centrodelantero o extremo izquierdo, posiciones en las cuales confrontó dificultades en el curso pasado. Se trata de simple lógica. Por el contrario, Bartomeu está decidido a ganar esta batalla... incluso si ello implica perder la guerra.

Hace dos semanas, les dije que Simeone quería contar con Suárez y que la llegada del uruguayo haría del Atleti verdaderos contendores por el título. No he cambiado de opinión. Suárez está furioso porque el Barcelona aparentemente está retractando en dejarlo ir ahora que el Atlético se ha convertido en su pretendiente más fuerte.

Ahora, todo dependerá de los contadores, los abogados y los agentes. Sin embargo, de este lío hereje podría nacer algo hermoso, vestido de rojo y blanco.