BARCELONA -- Luis Suárez no tuvo la despedida que merecería el tercer máximo goleador en toda la historia del FC Barcelona. Como tantas otras estrellas a las que se sumará en los libros, El Pistolero se marcha despreciado por un club que atado a un presente desesperado hace años que perdió la visión de futuro. Porque solo así se entiende que en plena sangría de euforia por su rendimiento en 2016 a alguien se le ocurriera, teniendo contrato en vigor hasta 2019, extendérselo hasta 2021.
"¿Quizá nos equivocamos? Puede ser pero en aquel momento era un jugador indiscutible”, razonó a ESPN Deportes un antiguo colaborador del club azulgrana, ocupado, sin embargo, en anteponer la figura del uruguayo en si misma a las circunstancias que han rodeado su salida.
Suárez cumplió en el Barça "el sueño de mi vida". Fichó cuando su nombre estaba marcado por el mordisco a Chiellini y existían voces alrededor del Camp Nou contrarias a incorporar a un futbolista tan marcado por la polémica. Se convirtió, 87 millones de dólares, en el fichaje más caro de la historia del club y obligado, desde el primer día a responder a la exigencia y presión que ello suponía. ¿Lo cumplió? Sobradamente.
Y eso que llegó a Barcelona de rebote. En la primavera de 2014 el elegido era Sergio Aguero, que cumplía su tercera temporada en el Manchester City y a quien Andoni Zubizarreta, entonces director deportivo del club, veía como mejor acompañante de su compatriota y amigo Lionel Messi. Pero el Barça chocó con la negativa del City y Zubizarreta se apresuró a trabajar el fichaje del uruguayo.
"No no era la primera opción. En invierno nos habíamos planteado el fichaje de Agüero, pero aquello no salió" reveló Zubi convencido de una operación que, se demostró con el paso del tiempo, fue la mejor de las elecciones.
MAJESTUOSO
Apartando del plano, en la medida de lo posible, la manera y el momento en que abandona el club, la carrera de Suárez en el Barça adquiere la consideración de majestuosa. 198 goles y, ojo, 97 asistencias de gol en 283 partidos repartidos en seis temporadas, conquistando un total de 13 títulos y siendo trascendental en todos y cada uno de ellos.
Los 21 goles y 11 asistencias que sumó en esta última temporada, considerada la peor en cuanto a rendimiento, ponen en justa medida qué significa el uruguayo, segundo máximo realizador del equipo y cuarto (16 dianas) en lo que a la Liga se refiere. Unos números tan discretos, sí, en primera persona como considerables atendiendo al escenario general del fútbol...
Y es que para poner en perspectiva al uruguayo hay que atender a sus números en general. Debutante durante una dolorosa derrota en un Clásico disputado en el Bernabéu, le costó diez partidos marcar su primer gol, pero el acelerón, el vuelo supersónico del Barça en los seis meses últimos de aquella temporada 2014-15 le convirtieron ya en inmortal, protagonista de oro de un Tridente mágico que lideró el Triplete de su primera temporada en azulgrana a las órdenes de Luis Enrique.
El hoy seleccionador español encontró un encaje perfecto para Suárez, quien disfrutó de su mejor temporada en la 2015-16, marcando 59 goles en 53 partidos, sumándole 22 asistencias y reconfirmando aquel idilio que será recordado por los tiempos junto a Messi y Neymar.
Su capacidad de sacrificio, su trabajo incansable, sus goles y su entendimiento con Messi le convirtieron en una pieza tan fundamental como indiscutible para entender el Barça del último lustro... Por más que su figura quedase empañada en la Champions, donde, de pronto, se quedó a cero en los partidos jugados lejos del Camp Nou entendiéndose como una de las razones por las que el equipo azulgrana enlazó las decepciones del Atlético, Roma y Liverpool, quedándose siempre fuera de juego el Barça en el momento cumbre.
INDISPENSABLE... Y SEÑALADO
Admitiendo en primera persona que entendía la necesidad de que el Barça debía fichar a un delantero llamado tanto a darle descanso como a convertirse en su sucesor, la realidad nunca llegó a producirse. Ni Alcácer ni Munir, ni mucho menos Boateng, fueron capaces de hacerle sombra, mantiéndose siempre en el primer plano, manteniendo su figura como indiscutible en el campo y solventándose que no había nada tras él.
Incluso fue líder cuando el equipo lo necesitó por la lesión de Messi, multiplicando su capacidad goleadora para convertirse en un personaje tan indispensable... como señalado comenzó a serlo a partir de 2019.
Señalado por entenderse que su influencia en el vestuario no era la mejor, que el mando que ejercía junto a Messi no era el más adecuado para el crecimiento del colectivo y hablándose de él, incluso, como un elemento "tóxico" en el club que fue minando su prestigio de puertas afuera, comenzando, incluso, a ser discutido por parte de la afición.
La relación entre el Barça y Suárez se fue quebrando en los últimos meses. Incapaz primero deportivamente y después económicamente el club de dar forma a su sucesión, el final del Pistolero no ha estado, para nada, a la altura de lo que merece su figura en la historia reciente del club.
La forma en que se gestionó su salida ha sido el último capítulo de una desdichada despedida, con polémica pública tan innecesaria como lógica antendiendo a sus intereses personales.
Luis Suárez se marcha al Atlético de Madrid habiendo amortizado, de sobras, aquellos 87 millones de dólares que costó su fichaje. Coleccionista de goles intratable y personaje mayúsculo en el Barça, la historia le pondrá en su justo lugar.
Tercer máximo goleador de la historia solo por detrás de su amigo Messi y del legendario César Rodríguez, hablar de Suárez será hablar de alguien irrepetible.