BARCELONA -- “Solo pensé en ir hacia adelante, en buscar la portería, pero en ningún momento pensé en hacer la jugada de Maradona”. Lionel Messi no lo pensó. Simplemente la calcó, la bordó prácticamente igual que Diego en 1986. Tal como le pasó el balón Enrique a Maradona en el Argentina-Inglaterra del Mundial de México se lo dio Xavi a Messi en aquel Barcelona-Getafe de Copa en 2007. Y como se marchó uno, se escapó el otro, en una jugada grabada, por duplicado, en la historia del futbol.
“Maradona lo marcó en la plenitud de su carrera y Messi lo ha hecho con solo 19 años. Este chico hará época en el fútbol mundial”, aventuró Javier Aguirre, en aquel entonces entrenador del Atlético de Madrid y declarado ya fan innegociable de la magia que desprendía aquel jovenzuelo que se abría paso a golpes de genio entre Ronaldinho y Eto’o, junto a Deco, Xavi, Iniesta y Márquez. Y que provocó que al acabar aquella temporada Giuly decidiera dejar el Barça, consciente de que la eclosión del argentino empezaba a apartarle del escenario.
The Greatest Of All Time. 🐐#Messi @FCBarcelona #OnThisDay #StayHome pic.twitter.com/9aOy4XboBN
— LaLiga English (@LaLigaEN) April 18, 2020
Se cumplen 15 años del gol que certificó a Messi, por si alguien aún lo dudaba, como el sucesor de Ronaldinho en el Camp Nou y como el nuevo rey del fútbol mundial. Un mes antes, el 10 de abril, entró en la leyenda del Clásico al anotar su primer hat-trick como profesional y aquel miércoles alcanzó la majestuosidad para convertirse ya oficiosamente en el sucesor del Diego.
Recibió el pase de Xavi a un metro de la divisoria del centro del campo y se disparó. Recortó a Nacho y dejo atrás consecutivamente a Paredes, otra vez Nacho, Alexis, Belenguer, Luis García y Cortés para acabar marcando entre la euforia incontenida de un público que aquella noche apenas llenó 54 mil asientos del Camp Nou. Todo ello en 12 segundos mágicos que condujeron inmediatamente el pensamiento a Maradona y a su carrera de 14 segundos en que fue retratando uno tras otro a Hoddle, Reid, Sansom, Butcher, Feenwick y Shilton para marcar el mejor gol de la historia de los Mundiales, un año y dos días antes de que naciera Leo.
“Su gol ha sido una obra de arte. Tiene tanto talento que no se puede esconder pero Maradona ya acabó su carrera y Leo aún la está empezando, es muy joven y tiene que seguir con esta mentalidad”, le felicitó en el vestuario Frank Rijkaard, el técnico que le dio la alternativa y disfrutó de sus primeros años en el Barça.
“Ahora ya le podemos comparar con Maradona. El gol es calcado y más rápido aún; al margen de los regates es increíble lo rápido que corre con el balón pegado al pie y la definición, levantándolo ligeramente para que el defensa no lo saque”, proclamó Luis Enrique, quien aquel día no podía ni imaginar que años después podría dirigirlo desde el banquillo.
Fue la primera, que no única, reacción de asombro con que la España futbolística recibió el gol. “Tras el entrenamiento, al llegar al vestuario, vimos las imágenes del gol y todo el equipo empezó a aplaudir. No se podía hacer otra cosa”, refirió Fernando Torres, en aquel momento aún en el Atlético de Madrid mientras Sergio Ramos, protagonista de numerosos duelos a lo largo de los años, admitió que ante un gol de esas características “hay que quitarse el sombrero. Nos ha hecho recordar aquel momento de Diego”.
Fue el 18 de abril de 2007. Messi, de 19 años, jugó aquella noche su partido oficial número 62 con el Barça y alcanzó los 20 goles, era el 11º de la temporada, alejado aún de los números estratosféricos que comenzaría a acumular a partir de la llegada de Guardiola, un año después, al banquillo azulgrana.
Aún no había comenzado la leyenda. Pero aquel gol entró, con mayúsculas, en la leyenda del fútbol.