BURDEOS -- Vicente del Bosque acabó por sorprender a todo el mundo en Burdeos y contra la opinión de prácticamente todos los periodistas que siguen a la selección española, repitió, por tercer partido, el mismo once titular.
Y a Del Bosque, sus ideas le condenaron a un fiasco inesperado. El cansancio, la fatiga, la falta de intensidad y de punch derrumbaron contra todo pronóstico a la campeona, arrodillada por una Croacia tan entusiasta como enamoradiza.
La anunciada titularidad de Casillas quedó en nada, tal y como el resto de suposiciones que se fueron incluyendo a lo largo de los últimos días, y una de las máximas de Vicente del Bosque, “si una cosa funciona no es adecuado cambiarla”, se concretó con el equipo que presentó en Burdeos.
“Por eso se quejó ayer como lo hizo Pedro”, se apresuró a afirmar un veterano periodista español, quien aseguró que el delantero canario, contra lo que se pudiera rumorear, ya sospechaba que volvería a quedarse en el banquillo, tal y como los suplentes de los dos primeros encuentros del equipo hispano en tierras francesas.
Si después de 52 partidos consecutivos cambiando la alineación, Del Bosque presentó frente a Turquía el mismo once que inició la Eurocopa ante la República Checa, contra los croatas, con el liderato final en juego, decidió jugar con los mismos hombres por tercera vez.
Eso es algo que nunca había hecho el entrenador salmantino desde que sustituyó a Luis Aragonés al frente de la selección y fue, también, la primera vez en la historia moderna que España completó toda una fase de grupos, tres partidos, con el mismo e intocable once.
ENTREGADO
Y España lo pagó caro. Un peaje enorme que convierte lo que se esperaba una autopista desde el liderato del grupo D a un tortuoso camino que comenzará el lunes en París ante la Italia de Antonio Conte, ya primera en su grupo y cuyo partido de este miércoles contra Eire será un simple partido de entrenamiento.
Juanfran sigue sufriendo hasta el paroxismo, Alba se fundió, Cesc desapareció, Silva e Iniesta se fatigaron, Morata se peleó consigo mismo, Busquets quedó abandonado, Sergio Ramos…
Al paso de los minutos, el papel de España decrecía de una forma tan alarmante como se saludaba el excepcional entusiasmo de Croacia. Y ni los cambios le dieron oxígeno a una campeona cuya derrota fue, al final, el peor de los castigos.
Quizá se creyó tan intocable esta España que el golpe moral, vista la cara de sus futbolista a la conclusión, fue de los que pueden pasar factura.
En París y ante la temible Italia de Conte se verá su personalidad. Definitivamente y sin vuelta atrás.