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Racing de Estrasburgo revoluciona la Ligue 1: inversión extranjera, juveniles y un proyecto a largo plazo

Algo está cambiando en Racing de Estrasburgo. Lo que hasta hace poco era un club con aspiraciones moderadas en la Ligue 1, se ha convertido en uno de los laboratorios más seguidos del fútbol europeo. De la mano de la inversión de BlueCo, el mismo que controla al Chelsea, el club francés apuesta fuerte a una mezcla explosiva: gestión empresarial global, un equipo plagado de juveniles y una visión de desarrollo a largo plazo. El viernes 17 de octubre podría dar el gran golpe de la temporada: enfrenta a PSG con transmisión de Disney+.

De todos modos, como cualquier proyecto ambicioso, la revolución también genera tensiones entre los hinchas y el entorno, más allá del gran presente que lo tiene en la tercera posición tras siete fechas disputadas.

El modelo BlueCo y la nueva estructura en Racing de Estrasburgo

En junio de 2023, el grupo inversor BlueCo —encabezado por Todd Boehly y Clearlake Capital, los mismos que manejan al Chelsea— compró una participación mayoritaria en Racing de Estrasburgo. Fue un movimiento estratégico dentro del esquema de “multi‑club ownership”, una tendencia cada vez más común en Europa. La idea era clara: inyectar capital, mejorar infraestructuras y convertir al club en un centro de formación de talento joven con visión global.

Marc Keller, histórico presidente del club, fue claro al justificar la movida: “Habíamos alcanzado el techo de nuestro modelo. Para seguir creciendo necesitábamos una estructura capaz de sostener esa ambición”. Desde entonces, Estrasburgo se transformó en una pieza clave del engranaje BlueCo, con acceso a recursos que antes parecían lejanos. Pero esa nueva etapa también implicó soltar ciertas riendas: el club dejó de ser completamente autónomo y comenzó a formar parte de un ecosistema más grande, donde las decisiones ya no siempre se toman puertas adentro.

Juventud al frente: la apuesta deportiva del Racing de Estrasburgo

Lo que más sorprende del nuevo Racing de Estrasburgo es su audaz política de juventud. En una liga que suele privilegiar el equilibrio, el equipo alsaciano rompió con todos los moldes: llegó a alinear un once inicial íntegramente compuesto por jugadores nacidos después del año 2000, algo inédito en las cinco grandes ligas europeas. La edad promedio del plantel ronda los 22 años, y en muchos partidos es aún menor.

Esta política no es casual: responde a una estrategia clara de potenciar activos jóvenes, darles rodaje y, eventualmente, transformarlos en figuras con proyección internacional. El rendimiento ha sido positivo: el equipo no solo compite, sino que pelea por posiciones europeas. Ganó partidos importantes -incluido uno ante el PSG por 2-1 el 3 de mayo de 2025- y varios talentos empiezan a aparecer en los radares de los grandes. El caso de los argentinos Barco y Panichelli, es un buen ejemplo.

Para los hinchas, ver a pibes adueñarse del equipo despierta orgullo, pero también cierta inquietud: ¿cuánto tiempo durarán en el club antes de ser transferidos?

Racing de Estrasburgo, retos culturales y resistencias internas

La llegada del capital extranjero no fue recibida con total entusiasmo. Parte de la hinchada y sectores tradicionales del club ven con desconfianza el modelo de propiedad compartida. Algunos temen que Estrasburgo se convierta en un simple “club satélite” del Chelsea, utilizado para foguear jugadores o realizar movimientos estratégicos sin prioridad deportiva propia.

Ya hubo manifestaciones en partidos, pancartas en contra de la dirigencia y reclamos sobre la pérdida de identidad. Un caso emblemático es el de su capitán, Emmanuel Emegha, que pasará a Chelsea al final de esta temporada. "Emegha, peón de BlueCo. Después de cambiar de camiseta, devuelve tu brazalete", escribió su hinchada en una bandera tras anunciarse la transferencia.

La salida de figuras del equipo encendió alertas: para muchos, el modelo pone en riesgo la esencia local del club. Aunque Keller intenta equilibrar las aguas, la tensión entre el proyecto global y el corazón barrial de Estrasburgo sigue latente.

¿Punta de lanza europea o riesgo de dependencia?

Lo que está haciendo Racing de Estrasburgo puede ser visto como vanguardia o como advertencia. En un fútbol cada vez más globalizado, donde los clubes ya no solo se juegan en la cancha sino también en oficinas y fondos de inversión, el modelo alsaciano es un experimento vivo. Si funciona, puede inspirar a otros equipos de mediana escala a apostar por caminos similares. Si fracasa, será una advertencia sobre los riesgos de ceder autonomía por capital.

Por ahora, el equipo sigue sorprendiendo en la Ligue 1, los jóvenes responden, también las incorporaciones como los argentinos Valentín Barco y Joaquín Panichelli, el ecuatoriano Kendry Páez o el paraguayo Julio Enciso y la estructura crece. Pero la gran pregunta sigue abierta: ¿está Estrasburgo construyendo su propio futuro, o simplemente siendo utilizado para el de otros? La revolución está en marcha, y el fútbol francés —y europeo— mira con atención.