La presencia de Hans Dieter Flick en el banquillo ha sido determinante para que el FC Bayern se encuentre hoy muy cerca de ganar su sexta Champions en la historia.
La final de la UEFA Champions League está pactada. Este domingo en Lisboa, los campeones de la Bundesliga y la Ligue 1 lucharán por la supremacía futbolística de Europa en un duelo inédito pero no menos atractivo para quienes amamos este deporte.
Por lo sembrado hasta ahora, por tejer una racha que raya en la perfección, por estadística pura y dura, el FC Bayern München es considerado favorito por encima del Paris Saint Germain para levantar la Orejona. Y aunque sabemos que los números nunca se calzan los botines para definir el curso de un partido, también es cierto que éstos tampoco han aparecido por obra y gracia de la divinidad, mucho menos cuando son brillantes como los que ha acumulado la “Stern des Südens”. No hay gran ciencia. Si no existe un trabajo de por medio que sea acompañado por futbolistas capaces que jueguen bien a la pelota y tengan a la cabeza un estratega que sepa dirigirlos, los triunfos y las grandes hazañas nunca llegan. Hablando particularmente del “Rekordmeister” alemán, la presencia de Hans Dieter Flick en el banquillo ha sido determinante para que el FC Bayern se encuentre hoy muy cerca de ganar su sexta Champions en la historia.
El nacido en la muy universitaria ciudad de Heidelberg un 24 de febrero de 1965 está a punto de lograr otro gran triunfo en su cortísima carrera de Director Técnico. Resulta interesante saber que “Hansi”, como también y cariñosamente es conocido, tuvo relativamente pocos años como jugador profesional. Dos apariciones en la Selección Nacional Sub-18 de Alemania y un par de años en el SV Sandhausen le valieron para ser contratado por el “Gigante de Baviera”, equipo en el que militó en un muy fructífero lustro, ya que se consagró 4 veces campeón de la Bundesliga; ganó una vez la Pokal; cosechó un título de la Súper Copa de Alemania, y se quedó con un subcampeonato de la entonces llamada Copa de Campeones de Europa, al perder la final ante el Porto el 27 de mayo de 1987.
Las lesiones y su deseo por encontrar nuevos derroteros fuera de la cancha (pero nunca lejos de ella) lo obligaron a poner fin a una década como futbolista profesional cuando apenas contaba con 28 años de edad. Algo había en la cabeza de este hombre que inmediatamente decidió emprender la carrera de director técnico. En poco tiempo se dio cuenta de que su verdadera pasión no era la de patear un balón, sino en dirigir a quien lo hiciera, siendo los jugadores del TSG 1899 Hoffenheim, en la entonces tercera división alemana, los primeros a los que entrenó.
Luego de 5 años con “Die Kraichgauer”, Flick se mudó a Austria para trabajar como asistente de Kurt Jara en el FC Red Bull Salzburg, equipo que en 2005 fue adquirido por la famosa empresa de bebidas energéticas que le da su nombre. Su paso por “Die Roten Bullen” fue efímero pero altamente beneficioso e inspirador porque es en la ciudad cuna de Wolfgang Amadeus Mozart donde se percata que, tras bambalinas, podía adquirir todos los conocimientos técnico-tácticos necesarios para aplicarlos en el futuro. Y estuvo tan convencido de esa decisión, que no dudó un instante en aceptar la invitación que le hizo en 2006 Joachim Löw para formar parte del cuerpo técnico del entonces recientemente nombrado nuevo entrenador de la Nationalmannnschaft. El paso de Flick con la Selección Nacional de Alemania, como asistente técnico, es de todos conocido. En Sudáfrica 2010 obtuvo el tercer lugar y en Brasil 2014 conquistó la Copa del Mundo. Cosechó además el subcampeonato de la Eurocopa de 2008 y alcanzó la semifinal en la siguiente edición, celebrada en 2012 en Polonia y Ucrania.
Después de colgarse la medalla de campeón mundial, Flick le agradeció a Löw la inigualable experiencia acumulada a lo largo de 8 años de trabajo compartido renunciando a su encargo para convertirse luego en el Director Deportivo de la Federación Alemana de Fútbol, posición que le permitió acumular un mayor conocimiento y experiencia del ámbito futbolístico global de su país, lejos, eso sí, de los reflectores que ofrece el balompié profesional de élite.
Pero el fútbol siempre llama… y la casa también. El FC Bayern München, conociendo profundamente el ADN bávaro de Hans Dieter, lo invita a convertirse en uno de los colaboradores de Niko Kovac. De esa forma regresaba a la faceta de asistente que conocía a la perfección y que al mismo tiempo le permitía ubicarse siempre detrás de la figura principal, en una posición sin demasiado golpeteo mediático pero absolutamente estratégica, ofreciéndole semana a semana la oportunidad de seguir labrando su propia idea futbolística. Pero era cuestión de tiempo para que apareciera la gran responsabilidad al frente del club. Luego de una estrepitosa derrota de 5-1 ante el Eintracht Frankfurt, las altas esferas de la dirigencia muniquesa decidieron, sin pensarlo dos veces, cortar de tajo el proyecto del técnico croata-alemán y poner al equipo en manos de Flick para que lo dirigiese no más allá de un par de meses mientras se buscaba un entrenador de renombre, con experiencia y prestigio comprobados.
Sin embargo, los buenos resultados llegaron de inmediato. Tras su debut en la Champions derrotando 2-0 al Olympiacos y goleando inmediatamente después 4-0 al Borussia Dortmund en “Der Klassiker”, el flamante nuevo estratega bávaro hilvanó 4 triunfos consecutivos en los que su equipo marcó 16 goles sin recibir uno solo. Con esta tarjeta de presentación selló su continuidad para el resto de la temporada, pero fueron tan buenos sus números antes del parón invernal y después de éste al inicio del 2020 que tanto Uli Hoeness como Karl Heinz Rummenigge decidieron ampliarle su contrato ¡hasta el 2023!, sellando así su permanencia con la escuadra roja con la que ganó recientemente el título 30 de la Bundesliga y el vigésimo de la Pokal en la historia de los campeones récord del balompié germano.
Ahora, Hans Dieter Flick está a un paso de la auténtica gloria: conquistar Europa. Estrategia y táctica con una formidable planeación y fortalecimiento de las virtudes de su equipo han hecho de “Hansi” un tremendo genio tras bastidores, los cuales este domingo podrá dejar atrás definitivamente para ocupar un merecido lugar en el escenario principal del fútbol mundial.