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¿Qué tan importante es ganar en el debut en una Copa del Mundo?

Con Iniesta, España cayó en su debut en 2010 Getty Images

"Tenemos que ganar el primer partido, para tener tres puntos adentro y encarar el segundo partido de otra manera, eso va a ser algo clave". Hace pocos días, Lionel Messi dijo esta frase y retomó una idea que se convierte en ley antes de cada Copa del Mundo: ganar en el debut es fundamental para llegar lejos. De tanto que se proclamó, se convirtió en una verdad incuestionable, pero ¿es tan así?

Por supuesto que en un torneo corto, comenzar con un triunfo no sólo es clave desde lo numérico, sino también desde lo psicológico. Una derrota en el debut puede acrecentar las dudas y crear un clima de desconfianza capaz de arruinarlo todo. Sin embargo, hace doce años España derribó esa teoría. O quizás sólo fue una excepción a la regla, tal como empezó a evidenciarse en las dos ediciones posteriores.

El dato es categórico: solo una vez en la historia el campeón del mundo comenzó su camino al título con derrota. Fue la Roja en 2010, cuando Suiza le ganó 1-0 y dio la primera gran sorpresa de aquel certamen. El equipo de Xavi e Iniesta llegaba como campeón de Europa y gran favorito al título, pero fue superado en el primer encuentro. Ese resultado que pudo haber destruido la moral de una Selección acostumbrada a los fracasos mundialistas, en aquella ocasión no fue más que un obstáculo menor.

El antecedente es muy cercano y puede servir para que los derrotados en la fecha inicial no pierdan las esperanzas, aunque la realidad indica que para aspirar a ganar el título es necesario al menos empatar en la presentación.

De los 20 campeones restantes, solo dos arrancaron con un empate: Inglaterra ante Uruguay en 1966 (fue el único juego que no ganó) e Italia contra Polonia en 1982 (superó la fase de grupos con tres igualdades). Los otros 18 ganaron. Los números son contundentes.

Ganar en el debut es una condición muy importante incluso para jugar una final. De los 42 finalistas, 34 triunfaron, 4 empataron y 4 perdieron. Los tres mencionados más Alemania Federal en 1982 (cayó ante Argelia) y 1986 (empató con Uruguay), Argentina en 1990 (perdió con Camerún), Italia en 1994 (cayó con Irlanda) y Francia en 2006 (empató con Suiza).

Los datos también indican que la enorme mayoría de los semifinalistas comenzó con un triunfo. De los 84 que hubo en la historia, 64 ganaron. La gran excepción fue España 1982, ya que ninguno de los primeros cuatro ganó: Italia y Polonia empataron entre sí y Alemania Federal y Francia perdieron. La primera vez que un semifinalista arrancó con una derrota fue en 1962: Yugoslavia ante Unión Soviética.

Lo sucedido hace cuatro años en Rusia no hace más que subrayar la trascendencia del primer partido. Siete de los ocho seleccionados que jugaron los cuartos de final debutaron con una victoria, con excepción de Brasil. En 2014, los ocho mejores comenzaron su camino con triunfo.

En definitiva, arrancar de buena manera es fundamental pero eso no significa que sea imposible reponerse de un tropiezo inicial. Las excepciones existen en este maravilloso juego.