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La victoria sobre Australia tiene un valor anímico que trasciende la clasificación

AL RAYYAN (Enviado especial) -- "A la gloria no se llega por un camino de rosas" era la frase de cabecera de Osvaldo Zubeldía, uno de los más grandes entrenadores de la historia del fútbol argentino. La sentencia habla de las dificultades que, de forma inexorable, se deben superar para alcanzar los objetivos. También encierra una obligación para aquel que quiere conseguir el éxito: debe hacerlo tras pasar por momentos difíciles, sí o sí. La gloria es tal porque antes hubo espinas. Una cosa es consecuencia de la otra.

La Selección Argentina quiere el premio máximo en la Copa del Mundo de Qatar 2022. A eso ha venido y eso intentará. Entonces, por definición deberá atravesar todo tipo de problemas. Pequeños como un penal fallado contra Polonia o muy grandes, como esta eliminatoria infartante contra Australia. Y cada uno de los escollos serán una muestra más de que ese es el camino indicado.

Los grandes equipos saben transformar los inconvenientes de índole futbolística y técnica en fortaleza anímica. Como si las dificultades fueran una usina de energía competitiva. Porque en realidad sí lo son. Los grandes campeones no solo se ocupan de dejar atrás los escollos, sino también los utilizan como un potenciador de virtudes.

El partido contra Australia quedará en el recuerdo por su desenlace y porque el equipo de Lionel Scaloni demostró una vez más su carácter y su coraje. Debió haberlo ganado por tres goles de diferencia, pero estuvo a punto de empatarlo y vivió al borde del abismo cuando no había ninguna necesidad de semejante riesgo. Quizás, esa tensión sea algo beneficioso de cara al duelo contra Países Bajos por los cuartos de final.

Los últimos 25 minutos del encuentro disputado en el estadio Ahmed Bin Ali fueron una película de suspenso. A tono con este torneo espectacular en el que no existen los partidos sencillos, Australia tuvo la suerte necesaria como para ponerse a un gol de ventaja y de ese modo provocar un show de esos que se aprecian desde el borde de la butaca de la platea. Y ese contexto de angustia y nervios podría activar aún más el espíritu de la Albiceleste para el futuro cercano.

Emiliano Martínez tuvo su primera atajada salvadora del Mundial en el último minuto del tiempo suplementario. Llegará al duelo frente a Países Bajos con la certeza de que en este contexto él también puede ser el salvador. Sabrá que en sus manos también puede estar el éxito nacional y esa convicción lo hará aún mejor en los momentos de definición. Ese mano a mano que paralizó a un país es también una gran noticia.

En defensa, Nicolás Otamendi y Cristian Romero volvieron a destacarse, más allá de algunas fallas del central de Tottenham. Mostraron su personalidad acostumbrada, sacaron todo e impusieron respeto. En el segundo tiempo ingresó Lisandro Martínez y protagonizó una de las acciones que quedará en la historia de Qatar 2022: salvó de manera providencial el segundo gol australiano con un cierre maravilloso. Los tres tuvieron la garra para defender el triunfo al final.

Rodrigo De Paul se hizo cargo del seleccionado como siempre y como nunca. Por primera vez, fue el líder carismático que saca la cara por el grupo en esta Copa. También es clave que haya sido en este momento. Que las circunstancias hayan obligado a verlo en carne viva. Porque así mantendrá esa tensión el próximo viernes.

Enzo Fernández jugó los noventa minutos otra vez en un nivel descomunal. Dueño absoluto del mediocampo, defendió a lo grande en los últimos minutos. No es necesario que demuestre más, pero aún no había tenido un partido en el que se necesite su fervor más que su fineza. Y brilló también en este apartado. Como también lo hicieron Alexis Mac Allister y Julián Álvarez, más allá de que salieron antes de ese final increíble.

Lionel Messi fue héroe. Hizo todo. Jugó el mejor partido de su vida en un Mundial. Sus últimos 25 minutos solo pueden describirse de una manera: conmovedores. Se hizo cargo de la pelota, se asoció con sus compañeros, gambeteó, pateó, asistió, se peleó con rivales. Será difícil que una actuación individual sea similar a la del Diez en ese lapso final. Salvo una de él mismo.

Argentina vivió un final de sufrimiento que puede servir como impulso para afrontar la recta final con las energías a tope y con la autoestima también en crecimiento.