Tal parece que Diego Lainez no se ha enterado que su incipiente carrera lleva cuatro años en franca decadencia.
Nadie le ha dicho que tras la aventura en Europa que resultó un fracaso rotundo, no está en posición de exigir absolutamente nada; más bien es tiempo de recapacitar, apelar a la humildad y buscar que algún club —en donde sea— le brinde la oportunidad de jugar. Porque eso necesita, jugar.
Sin embargo, el chico y su entorno, entiéndase su familia y representante, no han aterrizado en la realidad al grado de que tuvieron la osadía de pedirle al América que el jugador fuera el mejor pagado del plantel para que pudiera darse su regreso a México.
Dos millones de dólares anuales, ni más ni menos. ¡Vaya caradura! Va de nuevo: Lainez no tiene argumento alguno para exigir trato de figura, sencillamente porque no lo es.
Se fue de la Liga MX como un futbolista en pleno proceso de formación y la etiqueta de promesa, como tantos otros en los que se depositan esperanzas e ilusiones que tarde o temprano se topan con la realidad.
Y Diego no tardó en descubrir su cruda y triste realidad: la banca del Betis con todos y cada uno de los entrenadores que lo dirigieron, con todos.
No es casualidad que ni en los Juegos Olímpicos de Tokio celebrados en 2021, en donde estaba llamado a ser la figura y referente de aquella selección comandada por Jaime Lozano, Lainez acabó perdiendo la titularidad con Uriel Antuna. Sí, sí, con Antuna.
Que tiene talento, desequilibrio en el mano a mano y que es capaz de convertirse en un jugador que principalmente ingresando de cambio puede ser un ‘revulsivo’, es verdad. Sin embargo, todo esto lo ha ofrecido a cuentagotas y hoy a sus 22 años está lejos de ser un futbolista consolidado.
Ni siquiera en una liga de tercer escalón en Europa y en un club bastante modesto como el Braga fue capaz de alcanzar una continuidad que le permitiera revalorar su carrera y ofrecer argumentos para estar entre los convocados a la pasada Copa del Mundo.
Pero lo más delicado es que ni esos golpes lo han hecho reaccionar; y es muy joven, ciertamente, pero no un niño que no pueda asumir las riendas de su vida y poner los pies en la tierra.
Apenas hace unos días su hermano Mauro Lainez salió a declarar que Diego tiene ofertas de España, la MLS y México, ademas de justificar que en pocos minutos en el club portugués tiene dos goles y dos asistencias e incluso afirmó que es “muy rentable”.
No le ayudan, mintiéndole o haciéndole creer que la escasa actividad que ha tenido en el Betis, Selección Mexicana o Braga no es su responsabilidad, porque por supuesto que los es. ¿O acaso todos los técnicos que tuvo están equivocados porque no lo pusieron a jugar? o ¿más bien algo anda mal con el chico y por ello no logra despuntar?
En el entendido de que la decisión que tome en próximos días en cuanto a su próximo destino será totalmente respetable porque se trata de su carrera y de su vida, de nueva cuenta no parecería la mejor elección regresar a México ‘repatriado’ por un equipo al que le encanta tirar el dinero y rescatar a los mexicanos que fracasan en Europa (Omar Bravo, ‘Kikín’ Fonseca y Diego Reyes), los Tigres.
No estaría nada mal que los que lo (mal) aconsejan le adviertan que en una de esas y muy probablemente, también en los Tigres sería banca.
Diego no se enteró que el América le iba a hacer un favor tirándole un salvavidas en un momento crítico de su carrera, y lejos de mostrarse agradecido y tomar la oportunidad, se puso exigente, con lo que solo logró cerrarse la puerta de la que fue su casa.
Limosnero y con garrote, dicen por ahí.