Rafa Márquez entrega su futuro en la Selección Mexicana a un coliseo tramposo y entrampado en el que abundan las sirenas y las arpías
LOS ÁNGELES -- Rafa Márquez será el auxiliar técnico de Javier Aguirre en esta labor hercúlea por desazolvar y poner a flote a este Tri-tanic de cíclicos fracasos. La Selección Mexicana fracasa y se reinventa, generalmente, para un nuevo fracaso.
En México, para el Tri, la eternidad es un ciclo restringido a un estado comatoso y un proceso de eutanasia. La vida es un trámite, no una opción.
Crédito a quien lo merece: Gibrán Araige de TUDN sacó de la chistera un inesperado conejo del ilusionismo para la afición mexicana al destapar la llegada del Káiser Rafa Márquez al ejército en proceso del Vasco.
En un escenario herrumbroso, patético, quejumbroso, desesperanzado, la unción de Rafa Márquez como lugarteniente de Javier Aguirre contrasta y alebresta. Cierto, no garantiza nada. Y no garantiza nada para nadie. Ni para la Selección, ni para el Vasco, ni para Rafa. En el surrealismo mexicano, Jesucristo habría encontrado pulque, Tlachicotón, en lugar de vino en aquellas garrafas de Las Bodas de Caná.
Rafa Márquez –según documenta Gibrán Araige–, aún debe desligarse del Barcelona (B) y cambiar el prestigioso y vívido azulgrana de la cruz, el silbato y la cachucha, para recibir los, alguna vez esmeraldas, pero ya ajados y pardos, utensilios de la Selección Mexicana.
Aún habrá que indemnizar cuantiosamente al club catalán, pero recuerde que los ingresos que tiene la FMF en sus ciclos mundialistas, merced a más de una treintena de patrocinadores, rebasa el PIB de muchas naciones en el mundo. ¿Increíble verdad? Tanto dinero y tan poco futbol.
Hay muchos escenarios en torno a la integración del Káiser para revisarse. Hoy –y Rafa Márquez debe saberlo–, entrega su futuro en la Selección Mexicana, apegándonos al titular del texto, a un coliseo tramposo y entrampado en el que abundan las sirenas y las arpías.
1.- TESTOSTERONA
Las recientes apariciones del Tri han dejado un cuestionamiento puntual sobre el nivel de compromiso y devoción de sus jugadores. Muchos que guerrean poco, pocos que guerrean mucho. Muchos que sólo defienden el blasón ajado y minúsculo de su ego, y pocos que defienden la bandera colectiva.
Esta vez, en el banquillo y en el vestuario, México tendrá a dos tipos de raza; a dos tipos de culto por la sangre y el sudor; a dos tipos de una vehemencia absoluta por ver su indumentaria como un estandarte orgulloso de los anhelos de un país. Márquez y Aguirre sudan patria, no patrioterismo.
Claro, los dos se han excedido. Aguirre le tiró una patada traicionera al panameño Philips, y Márquez cometió la agresión más grotesca en un Mundial, al embestir a Cobi Jones. Sí, los extremos, desautorizan.
Pero, al menos, habrá posibilidades de no ver en la cancha ya a los ratoncitos en quemazón, como ha ocurrido recientemente: unos se paralizan, otros huyen, y los menos, le soplan al siniestro que tienen encima con la fuerza de un asmático.
2.- PERJURIO
A Rafa Márquez le ofrecen dos años de celibato en el mando, pero después cuatro años de absoluto poder hacia el Mundial 2030. Dos años como brazo derecho del Vasco –quien aparentemente está complacido con ello–, y después darle el control del Tri, con la garantía de que esta vez el Vasco será un punto de consulta, pero no de injerencia.
Suena alentador. Terminando el Mundial 2026, el Vasco toma las pantuflas, el puro, el tequila y estará mesándose en el retiro, esas canas recién –y costosamente– injertadas, mientras que de inmediato, Márquez empieza a planear las eliminatorias para el Mundial 2030.
Ante la posibilidad de que Rafael Márquez se convierta en auxiliar técnico de Javier Aguirre para el próximo proceso con México, el Profesor Carrillo mandó un contundente mensaje al no se contactado por el estratega.
Sí, suena tan perfecto, que, en el entorno del futbol mexicano, parece más cerca de la mentira que de la realidad.
Rafa Márquez debe poner su barba a remojar, al ver la del Jimmy Lozano cortar, al que no sólo dejaron lampiño, sino que además lo decapitaron públicamente de la manera más canalla posible, y lo hicieron entre los mismos tres que hoy le mecen el pesebre de los arrullos y las promesas a él; Juan Carlos Rodríguez, Ivar Sisniega y Duilio Davino.
Sí, Rafa Márquez conoce la calaña habitual de directivos mexicanos. Recuérdese cómo, cuando el conflicto con el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, lo abandonó la FMF a su suerte, y ni siquiera Emilio Azcárraga Jean le arrimó a alguno de sus abogados.
Sí, eso lo sabe el Káiser, en el futbol mexicano hay más Judas y Brutus, que manos gentiles y sinceras que estrechar.
3.- CULTURA TÁCTICA
Será interesante ver el Frankenstein que son capaces de armar ambos entrenadores. Márquez está educando a la escuela vistosa del Barcelona, pero con despliegues formidables de talento que no abundan en México.
Aguirre lo entiende mejor. Nada de heroicidades; nada de preciosismos; nada de exquisiteces innecesarias, sino priorizar el rigor de la confrontación y la paciencia. Es su estilo. Así ha deambulado por el planeta futbol, pero con poca platería gloriosa para las mudanzas. Sabe, el Vasco, que debe asumir la posibilidad de ganar, pero no debe asumir la obligación del protagonismo.
¿Cuánto tiempo real convivirán y trabajarán juntos? Ese es aún un tema pendiente. No necesitan convivir en un mismo capullo, pero tampoco puede Rafa Márquez sacudirse totalmente el cordón umbilical de Aguirre. Es ahí donde, aparentemente, aún quedan puntos por afinar.
4.- LA CUNA VACÍA
La alianza Márquez-Aguirre se proyectará para 2026, pero puntualmente pensando en el 2030. Para ello, ambos trabajarán en la siembra y cosecha de futbolistas.
Aparentemente, ambos, Vasco y Káiser, tendrán un acercamiento con Andrés Lillini en trabajo puntual en fuerzas básicas. Hoy, la realidad es que la Selección Mexicana tiene pelotones de infantería con bayonetas cortas y alforjas vacías. No hay jugadores sobresalientes, porque, incluso, los dos mejores en el extranjero, Edson Álvarez y Santiago Giménez, terminan siendo rústicos y primitivos cuando se visten de verde.
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La cosecha que necesita Márquez para 2030, si los directivos del futbol mexicano no empuñan –nuevamente–, la daga de la falacia y la traición, para abortar sus promesas, de no ocurrir así, la tarea es empezar a detectar, educar y formar a los que en seis años deban, por lo menos, dignificar su presencia.
Claro, hoy, la tarea es tan complicada como querer sacar agua de las piedras... y sin tener siquiera piedras. Al menos, de momento, se tiene la intención de un proyecto, pero la supervivencia del mismo tendrá que irse fortaleciéndose o debilitándose –inevitablemente–, bajo el influjo voluble de los resultados.
5.- RÉGIMEN CASTRANTE
Por lo pronto, deberá regresar la disciplina extrema a la Selección Mexicana. En uno de sus errores, Jaime Lozano permitió que las concentraciones se convirtieran en romerías. A los hoteles llegaban familiares, amigos, promotores y hasta alguna fauna indeseable cuando una selección está en competencia. Aquello de “En Familia”, estaba bien para Chabelo, pero no para el Tri.
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Más allá de la personalidad de ambos tipos, Aguirre y Márquez, ambos entienden perfectamente los límites de la permisividad y el abuso. Eso seguramente escaldará a más de uno dentro del Tri, pero a esas mentecitas mentecatas y calenturientas, sabrán controlarlas, y sólo hay una pugna pendiente: el regular de manera estricta los abusos de los patrocinadores en el tema de los comerciales.
Al final, esta alianza Aguirre-Márquez ¿es la solución? Al menos es un intento de solución. Sin duda el más audaz en la historia del Tri, pero, el que más arriesga es Rafa Márquez, pero ya debe haber entendido que hoy, al subirse como contramaestre a la cabina de mando del Tri-tanic, le aguarda el canto peligroso de las sirenas... o la brutal honestidad traicionera de las arpías.