Te presentamos la historia de Riyad Mahrez, líder de la selección de Argelia, que este martes enfrenta al Tri en partido amistoso
Hijo de una electricista y una limpiadora de hospital de la provincia noroccidental argelina de Tlemcen, fruto de la emigración tras de la sangrienta de guerra de independencia de Francia, Riyad Mahrez es la perla más preciada que se le escapó al fútbol francés y este martes liderará a la selección de Argelia en el amistoso frente a México en Holanda.
Nacido en 1991 en un modesto barrio de la ciudad francesa de Sarcelles, su también modesto y discreto periplo hacia la cima de la élite del fútbol mundial, alejado del escaparate que ofrecen a los grandes clubes, permitió que la Federación Argelina de Fútbol (FAF) pudiera reclutarlo muy joven y evitar así que se repitieran casos como los de Zinedine Zidane o Karim Benzema, hijos también de la migración argelina.
Rápido, y muy habilidoso con el balón en los pies, Mahrez comenzó a destacar en edad juvenil en el equipo de su ciudad, del que salió a la edad de 16 años para enrolarse en el Quimper, una escuadra de la cuarta división francesa que le ofreció su primer salario: 700 euros al mes.
Apenas un año después, y por primera vez bajo la lupa de los ojeadores del PSG y el Olympique de Lyon, el extremo prefirió viajar a la ciudad de La Havre, en la costa de Normandía, para sumarse al combinado reserva de la ciudad, en el que completó una temporada fantástica que llevó al plantel técnico a enrolarlo en el primer equipo, habitual de la segunda división francesa.
La fortuna y la decisión del nuevo entrenador Erick Mombaerts, que le concedió la titularidad con apenas 20 años, marcaron un punto de inflexión en su carrera: sus cuatro goles y seis asistencias en 34 partidos de la segunda división francesa le abrieron las puertas de otro equipo igualmente de segunda, pero esta vez en Inglaterra: el Leicester City, con el que alcanzaría el Olimpo mundial.
Consiguió el ascenso a la Premier (2014), fue sorprendente campeón de la liga inglesa y mejor jugador del campeonato y de África de la mano del italiano Claudio Rainieri (2015-2016).
PERLA ROBADA
A esas alturas, Mahrez ya se le había escapado a la federación francesa. El 10 de mayo de 2014, el entonces seleccionador nacional argelino -ahora a los mandos de Marruecos- Vahid Halilhodzic, buen conocedor de los entresijos del fútbol modesto francés, le llamó para la convocatoria previa del mundial.
Dos meses después se presentaba al mundo en el estadio Mineirao, de Belo Horizonte, en el debut de Argelia frente a Bélgica en la copa del mundo de Brasil.
Allí, Argelia no solo superaría la primera fase en un grupo en el que también peleaban Rusia y Corea del Sur, si no que en octavos de final puso contra las cuerdas a la después campeona Alemania, que debió recurrir a la prórroga para doblegar a Mahrez y sus "zorros verdes".
Ahora, a las órdenes de Pep Guardiola en el Manchester City, no es solo el capitán y el símbolo de la nueva Argelia futbolística, un equipo muy rocoso en defensa, bien plantado en dos líneas muy cerradas, poco goleador pero tremendamente efectivo, sobre todo a balón parado gracias en gran al guante de sede que el propio Mahrez tiene en su pierna izquierda.
También el líder de un combinado nacional potente, fruto de la migración económica y social pero también futbolística, íntegramente formada por un plantel de jugadores que juegan en ligas europeas y árabes -ninguno de ellos en la débil competición argelina-, joven pero bregado en Europa, en el que destacan otros dos "foráneos": Ramy Bensebaini (Borussia Mönchengladbach) e Ismaël Bennacer (AC Milan).
HIJOS DE LA MIGRACIÓN
El caso de Bennacer es similar al de Mahrez. Nacido en la ciudad francesa de Arlés, hijo de un marroquí y de una argelina, el centrocampista del Milan también se forjó en la segunda división francesa antes de dar el salto al Arsenal, donde tuvo un discreto paso.
De vuelta a la segunda división francesa, su buena temporada en el FC Tours le permitió fichar por el Empoli, de la Serie B, en el que se asentó para explotar como todoterreno en la Copa de África de naciones ganada por Argelia en 2019.
Un campeonato sin tacha que le permitió a "el búfalo" lograr un contrato multimillonario en la Serie A: el AC Milán lo tasó en 33 millones de euros.
Bensebaini sí nació en Argelia, y no es hijo de la migración como sus compañeros, como Zidane o Benzema, si no de las polvorientas calles de su país, con olor a pobreza, como Rabah Madjer, considerado el mejor jugador argelino de todos los tiempos.
Nacido en la ciudad de Constantina y formado en el Paradou, uno de los equipos modestos de la liga argelina, el defensa también hubo de curtirse en un equipo pequeño de una liga pequeña, como el Lierse SK belga, y en intermedios como el Montpellier y el Stade de Rennes antes de saltar a la Bundesliga, donde ha desplegado un juego contundente y técnico.
OBJETIVO CATAR
Argelia volvió a la competición, como el resto de equipos africanos, la pasada semana tras meses de parón debido a la crisis sanitaria de la Covid-19.
Lo hizo en Austria, frente a otra de las grandes selecciones del continente, Nigeria, a la que derrotó en un partido muy dinámico en el que se benefició de las bajas de su rival, diezmado por cuatro casos de coronavirus en su plantel, también muy europeo.
Aún así, Argelia mostró las señas de identidad que le ha introducido su nuevo entrenador, el argelino Djamel Belmadi, y que le llevaron al triunfo continental en 2019: solidez defensiva, fuerte presión, salida en velocidad, juego solidario y una estrategia muy estudiada a la que deberá buscarle resquicios la Tricolor.