“Ya tengo alternativas. Martín en este momento no entra. Tenía un crédito y lo perdió”. Las palabras del entonces candidato a la vicepresidencia de Nacional, Flavio Perchman, pegaron duro en Martín Lasarte y su cuerpo técnico. La fórmula de Ricardo Vairo y Flavio Perchman terminó ganando las elecciones y el verborrágico vicepresidente redobló la apuesta anunciando un acuerdo por dos años con Jorge Bava. Estaba claro: la salida de Lasarte era cuestión de horas. “Martín Lasarte jamás se merecía este trato, en tanto representa al jefe del cuerpo técnico, y es un campeón de América y del mundo como jugador, un tricampeón uruguayo como técnico. No se merecía este manoseo permanente. Me viene a la cabeza la frase de Maradona, y en este caso la pelota se manchó. Se manchó en nuestro fútbol, y se manchó en Nacional”, dijo el profe Marcelo Tulbovitz en Sport890. Claro síntoma de que la herida que habían generado los dirigentes en el cuerpo técnico estaba sangrando. Pero surgió una piedra en el zapato. El Diente Nicolás López se opuso a la llegada de Bava y la directiva quedó embretada. Y a pesar de una guerra mediática donde hubo enojos, se habló de manoseo, y disculpas que no fueron, los dirigentes terminaron renovando el contrato con Lasarte, el técnico que no querían. Lo insólito del caso es que, en tiempos donde se habla con ligereza y sin tener en cuenta la idoneidad y preparación de un entrenador como Lasarte -que dirigió en todos lados-, trascendió el rumor de que si no ganaba los clásicos de verano su continuidad iba a ser compleja. “La duda no es mía, yo no tengo dudas, yo vengo entrenando miles de años, he sido campeón en pila de lugares, pero como yo no lo puedo decir, porque queda mal, entonces que lo digan otros”, expresó Martín Lasarte. Y su equipo respondió en la cancha. Nacional ganó los dos clásicos y le devolvió la alegría a sus hinchas. El primero amistoso y el segundo la final de la Supercopa Uruguaya. El domingo, cuando subió a recibir la medalla de campeón, Martín Lasarte debe haber sentido un dulce sabor. Pero no pasó facturas. Fiel a su condición, se colgó la medalla, se sacó la foto, y se retiró. Un señor. Alguna vez, Francisco Pacho Maturana expresó: "El fútbol es caprichoso, lo que hoy es verdad, mañana es mentira; se cambia con gran facilidad del día a la noche".