Los uruguayos Mario Saralegui, Álvaro Tata González y Nicolás Vikonis recordaron a Miguel Ángel Russo, quien murió este miércoles a los 69 años, destacando sus dotes humanos y la fortaleza que lo llevó a dirigir hasta el final.
El exgolero Vikonis coincidió con Russo en el momento en que se le detectó la enfermedad que terminó con su vida y contó cómo se vivió ese proceso.
“Con Miguel estuve en el año 2017 cuando tomó las riendas de Millonarios (Colombia) y siempre hago el cuento de un pacto muy lindo de silencio. Yo siempre tuve una relación cercana con Juvenal, su entrenador de arqueros, y en un momento empecé a notar el cambio físico de Miguel, entonces no aguanté, y le pregunté. Juvenal me confirmó la noticia de la enfermedad y me dijo que Miguel no había querido hacer público el tema para no dar signos de debilidad y que confiaba en que su pasión por el fútbol era más fuerte”, comenzó diciendo Vikonis en el programa Minuto 1 de Carve Deportiva.
Luego agregó: “Siempre pongo la imagen de que en pleno tratamiento llegamos a la final. Un lunes yo sabía que Miguel debía estar toda la tarde en quimioterapia y me imaginé que el martes a la mañana no iba a concurrir al entrenamiento. Sin embargo, apareció, se paró al lado del arco, e hicimos dos horas de pelota quieta con él diciéndonos que ese partido lo íbamos a ganar por esa vía. Su imagen de líder, ahí parado, atravesando su momento más difícil, fue de entereza y de un liderazgo gigante. Eso nos llevó a los jugadores a decir que a ese hombre no le podíamos fallar. Y ganamos la final contra Santa Fe, el rival de todas las horas, como él dijo, de pelota quieta”.
Vikonis contó otra anécdota: “Yo le valoro la honestidad, lo directo, un hombre que llegaba con las palabras justas en el momento justo. Recuerdo que cuando se venía hablando de mi salida al exterior, en ese momento el club anunció la compra de Wuilker Fariñez. Allí me llevó a su oficina y en cinco segundos me dijo: ‘Nicolás, no sabía nada de esto, yo tengo contrato hasta el 31 de diciembre, y vos sos mi arquero. Así que andá a atajar y no quiero que hables con la prensa’. Listo. En la semifinal contra América de Cali tuve una gran actuación y cuando todo terminó, Miguel me estaba esperando en un pasillo donde me abrazó y me dijo: ‘Ahora sí anda a hablar’. Esos manejos en los que me blindó, y me cuidó, no los olvido. Por eso me dolió su partida, fue como si hubiese perdido a alguien de mi familia, porque Miguel tuvo un impacto enorme en mi vida”.
Tata Gonzàlez destacó su manejo
El Tata González tuvo a Miguel Russo como entrenador de Boca en el año 2007. Aquel equipo venía de ganar la Copa CONMEBOL Libertadores y el uruguayo fue contratado a pedido del entrenador.
El Tata lo recordó a Russo diciendo: “Era una persona que respetaba mucho a los jugadores, tenía muy buen manejo de grupo, de vestuario, y le tocó estar en un Boca donde todo fluía pero que también tenía un vestuario cargado de figuras donde no todos se llevaban bien, pero él supo cómo manejarse”, dijo en nota con La mañana del fútbol de El Espectador.
El exvolante concluyó diciendo: “Miguel hizo lo que le gustaba, lo que le apasionaba hasta el final, y el hincha de Boca se lo debe agradecer. Y yo estoy eternamente agradecido por haberme dado la posibilidad de jugar en Boca”.
Saralegui, compañero en Estudiantes
El actual entrenador de Rampla Juniors, Mario Saralegui, fue compañero de Miguel Ángel Russo en Estudiantes de La Plata en 1987. Mario expresó en nota con el programa Minuto 1 de Carve Deportiva, que en ese entonces, Russo ya pintaba para entrenador.
Saralegui destacó: “Ya en esa etapa como jugador tenía la misma voluntad que tuvo hasta el final de su vida. Recuerdo que tenía un problema en una rodilla y se entrenaba y se cuidaba para poder jugar. Un tipo con un carácter fuerte”.
El exentrenador de Peñarol hizo referencia a la decisión de Russo de terminar ejerciendo su profesión.
“Uno siempre hace el comentario de que prefiere morir en una cancha de fútbol que hacerlo en un hospital lleno de cables. Ahora, decirlo es una cosa, pero hacerlo y tener la capacidad de soportar, es otra. Porque es una enfermedad que genera dolor. Hasta desde el punto de vista ético uno se puede preguntar si era bueno para él y para el club que estuviera padeciendo o viviendo eso de esa manera, pero bueno, fue su elección y prefirió eso a otra cosa. Fue increíble. Porque iba a los partidos, se sentaba en el banco, y soportaba la presión de dirigir”.
