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El sentido recuerdo de Eduardo Espinel a sus nietos

Sentidas palabras del entrenador de Plaza Colonia luego de ganar el campeonato. 1950foto.com

Eduardo Espinel en un mano a mano con ESPN donde reveló sus inquietudes por cómo llegarle con su mensaje a un jugador consagrado como el Cebolla Rodríguez. El contrato que firmó por salvar a Plaza del descenso y que terminó unos meses después en la consagración del Apertura. Y una sentida dedicatoria a sus nietos que lo acompañan desde el cielo.

¿Qué le pidieron los dirigentes cuando lo fueron a buscar para volver a dirigir a Plaza Colonia?

Fue en la cuarta fecha del Clausura 2020. Plaza estaba en zona de descenso. El objetivo era uno solo, salvarse, no había otro. Incluso había arreglado solo por ese campeonato. Cuando arrancamos estábamos 10 puntos debajo de Defensor, que luego descendió, y además teníamos que pelear con otros nenes como Danubio y Cerro.

¿Y por qué firmó contrato solo hasta la finalización del Clausura?

Porque la realidad es que no era lo mismo continuar en la A que hacerlo con el equipo en la B. Si no lo sacaba de esa zona era complicado renovar un contrato para dirigir al cuadro en la B.

El equipo se salvó y le renovaron el contrato. En la primera charla usted preguntó objetivos y un jugador dijo que había que salir campeones. ¿Qué pensó?

La verdad fue todo un poco loco porque de esto hace 4 o 5 meses, pero por la adrenalina no nos detuvimos a pensar, y ha sido una locura. Pero después que nos salvamos y nos presentamos preguntando el objetivo del grupo, me acuerdo de una frase de Mario Risso que dijo ‘quiero ser campeón’. El objetido del equipo y del proyecto era hacer puntos para tener un colchón para el descenso y de esa forma mantenerse en Primera, pero Mario dijo yo quiero ser campeón.

¿Y cómo encaró la situación, porque no todos piensan lo mismo?

Los cursos no te enseñan a manejar esas cosas. No nos podíamos apartar del gran objetivo que era seguir manteniendo al club en Primera porque si no se va todo al carajo. Y luego lo fuimos manejando y mentalizado de acuerdo a cómo se iba desarrollando el campeonato. Poníamos objetivos a corto plazo que fueran realizables. Por ejemplo, el próximo partido tenemos que ganar los tres puntos, el que viene con un empate estamos bien. Pasito a pasito ir haciendo lo que era realizable.

Usted tiene pocos años años dirigiendo en Primera, ¿qué le dijo y cómo se presentó ante un jugador de la trayectoria del Cebolla Rodríguez?

Es duro porque vos pensás qué le digo. Aparte al no conocerlo, porque lo conozco de verlo jugar pero personalmente nunca tuve un relacionamiento, y te empezás a preguntar cómo le entrás a la cabecita esa, cómo pararte, cómo será. ¿Querrá jugar siempre?

¿Y qué hizo?

Opté por ser sincero. Decirle que estaba en condiciones de seguir jugando pero que tenía que aceptar determinadas condiciones como prepararse bien físicamente. Después hacerlo sentir uno más, y por más que es un ídolo, que no tuviera el peso de, por ser el Cebolla, sacar el cuadro adelante. Sacarle presión porque venía de soportar una presión de un grande que no es fácil. Yo le dije que no lo veía feliz jugando y quería que fuera feliz y le caí bien, me parece no sé, al menos nunca me puso un pero.

Y lentamente se llega a un cierre donde, después de superar obstáculos, se empiezan a perfilar para definir el campeonato.

Pah sí, y las últimas fechas nuestras fueron muy estresantes porque teníamos a Nacional, Peñarol y Liverpool atrás. Y para eso, si bien vas planificando lo técnico y táctico, hay un porcentaje alto en lo psicológico, porque hay jugadores que están preparados para esas instancias y otros que no.

¿De qué manera manejó esa ansiedad?

Primero que son personalidades diferentes, entonces, con aquellos que consiguieron cosas en su carrera, machacarles que se podía seguir logrando gloria, que eso era importante en una recta final de la carrera para demostrar que no estaban por estar en un plantel. Y con los más jóvenes pasaba por convencerlos de que era una posibilidad de seguir creciendo. Se va hablando individual o grupalmente, pero siempre hablando claro.

¿Qué les dijo a sus dirigidos antes de salir a jugar contra Wanderers?

La tranquilidad que tienen ustedes me asusta. Fue increíble pero el equipo jugó aplomado, teníamos presiones por todos lados, ibamos primeros, era la oportunidad, Nacional había ganado, pero transmitieron una confianza increíble.

¿Le cayó la ficha que hace ocho años que empezó a dirigir y ya consiguió dos títulos?

No para nada, y me lo han dicho varios amigos y técnicos importantes que saben que no me doy cuenta de lo que he logrado. Y la verdad que no. Capaz que es tiempo de disfrutar un poquito porque me pasó en 2016 que no lo disfrute, recién al tiempo me di cuenta de que había sido campeón.

En el momento de celebrar usted se acordó del interior y habló de todo el interior no solo de Colonia.

Claro, claro, yo no llevo estadísticas ni nada por el estilo, pero ¿cuántos equipos en desarrollo han logrado dos campeonatos en tan poco tiempo? Y hacerlo desde el interior tiene otro plus, no por ponerse en víctima sino porque cuesta. No tenemos muchas cosas que tienen los equipos de la capital y es meritorio, por eso lo dediqué, más que nada para animar al resto de que se puede.

Entre sus dedicatorias usted tuvo una especial, ¿para quiénes y por qué?

El año 2016 fue difícil a nivel familiar, de hecho no estuve presente en uno de los partidos porque una de mis hijas en Paysandú tuvo trillizos y dos de ellos, a los dos o tres días de nacer, perdieron la vida. Y solo uno, que es Ciro, tuvo la fuerza de salir adelante luego de estar 3 meses en un CTI. Hoy tiene 6 años y los angelitos que no pudieron salir adelante nos guían para conseguir estas cosas.