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Messi debutó hace 10 años

BARCELONA -- Portugal acogió la Eurocopa de 2004 y para celebrar la inauguración de su nuevo estadio el Porto decidió invitar al FC Barcelona. Un amistoso, sin más... Que ha quedado grabado con letras de oro en la historia del club azulgrana. Y es que aquel día, 16 de noviembre de 2003, Leo Messi debutó con el primer equipo. Diez años se cumplen.

"Acababa de entrenar con el equipo juvenil y me vino a ver Josep Colomer, que entonces era el coordinador de la cantera, para avisarme que me iba con el primer equipo", rememoró Leo el viernes en Barça TV, recordando aquella efeméride que iba a cambiar su vida. Y la historia del club.

A Frank Rijkaard le añadieron a su convocatoria a otros cinco jóvenes, no tanto como él, canteranos cuyas carreras han transcurrido lejos del Camp Nou, pero todos ya supieron desde el primer momento que aquel crío de 16 años estaba llamado a la gloria.

"Era muy callado, educado e introvertido fuera del campo", recuerda Manel Expósito, hoy en el Eupen y que debutó con él en Oporto. Pero el hoy delantero del equipo belga, que hizo historia en el futbol de Nueva Zelanda hasta el año pasado, ya tenía claro hace una década lo que aguardaba a Messi.

"Todos teníamos ilusión, pero mirándole a él veías que lo suyo era especial. Tenía el convencimiento de llegar para quedarse. Era muy joven aún, pero con el tiempo sabías que él era diferente", rememora Expósito.

Rijkaard no pudo contar con muchos titulares en aquel amistoso por los compromisos de selecciones y formó de entrada en Oporto con Jorquera, Óscar, Ramón Ros, Oleguer, Fernando Navarro, Márquez, Gabri, Xavi, Santamaría, Luis Enrique y Luis García. Marcó de penalty Derlei a los 55 minutos y a los 68 Almeida marcó el 2-0 para un Oporto que, dirigido por José Mourinho, sí utilizó a su equipo titular en el que sobresalían entre otros Vitor Baía en la portería, Secretario, Carvalho, Maniche, Mendes, Tiago o Derlei.

A los 75 minutos, como quien no quiere la cosa, apareció en la banda el número 14, ¿un guiño 'holandés' al pasado?, y Leo, con la camiseta verde pistacho, entró en el campo sustituyendo a Fernando Navarro. "Lo revolucionó todo", recordó al día siguiente Rafa Márquez ya en Barcelona, advirtiendo que "es un diamante".

Messi necesitó quince minutos para darse a conocer. Dos internadas eléctricas y el pecado de juventud, el temor a errar, evitaron un gol por disparar con la pierna derecha en una jugada que en la actualidad habría sido muy diferente. Pero ya había escrito las primeras líneas de su historia.

Venía de marcarle tres goles al Granollers en el anterior partido del juvenil y Josep Colomer había advertido a Rijkaard. "Mírale de cerca y verás de lo que es capaz". El holandés, evitando poner presión innecesaria en un niño, no hizo valoración alguna de cara a la opinión pública. De puertas adentro se sabe que al cabo de dos días se reunió con el coordinador y le dejó claro que a aquel chaval argentino, a Messi, había que "cuidarlo y mimarlo" sin reservas. Era un diamante en bruto a punto para pulir.

Leo volvió al día siguiente a los campos anexos del Camp Nou. "Ve y disfruta. Aprende y observa, pero recuerda que tu sitio está en el juvenil", le avisó Colomer. Y él, introvertido pero seguro de su futuro, sonrió, bajó la cabeza y volvió a su lugar natural.

Esperó exactamente once meses antes de que el 16 de octubre de 2004, ante el Espanyol, Rijkaard le diera la alternativa. Y tras una temporada en la que dejó ver en cuentagotas lo que prometía, diez meses después, el 25 de agosto de 2005 y con la Juventus de rival en el Trofeo Joan Gamper, Messi explotó en toda su extensión.

Todo eso es forma parte de la historia. La que nació hace ahora diez años, una fría noche de noviembre en Oporto, cuando Rijkaard comenzó a ver en primera persona el diamante que tenía en su seno el Barça. Nadie se equivocó con él.