Manu Ginóbili es una leyenda que tenemos que atesorar; con su entrada al Salón de la Fama los latinos podemos sentir que entramos a un lugar al que no se supone llegaríamos
Manu Ginóbili está a la altura del que me digan: Ayrton Senna, Pelé, Maradona, Messi, Roberto Durán, Julio César Chávez y Mariano Rivera; no merece otra cosa que ser nombrado entre la élite del deporte latinoamericano de todos los tiempos, top 10, top 5 y hasta top 3 si ustedes quieren, no le queda grande ninguna clasificación porque vivió en la cima del Everest durante toda su carrera.
Es una leyenda que tenemos que atesorar y, con su entrada al Salón de la Fama, todos los latinoamericanos podemos sentir que entramos a un lugar al que no se suponía que llegaríamos, en la tierra de los gigantes, dando cátedra en su propio juego y dejando números que nadie, ni él mismo, esperaba de un niño que nació en el país del futbol.
En el país del futbol, pero en la ciudad del basquetbol, eso es Bahía Blanca, que ahora pone al más célebre de sus hijos en el recinto de los inmortales, un atleta que revolucionó la NBA con una de las jugadas más utilizadas hoy en día, el Euro step, tan suyo que no necesitó inventarlo ni ser el primero en importarlo para que la cultura popular se lo atribuya.
Y en el camino todos lo éxitos en los que un deportista profesional podría pensar ¿Premios individuales? Claro que sí y con su equipo y su Selección muchos más, al punto que puede ver a los ojos lo mismo a un campeón del mundo de futbol, a un multi campeón de la Serie Mundial o al más célebre de los medallistas olímpicos.
Pero lo más grande de su legado no se debe medir en metales sino en latidos de corazón, eso fue lo que siempre le sobró y ahí sí juega en una liga más exquisita, quizás sólo con Senna y Maradona, en la de las leyendas que enamoraron llevando su apetito de victoria más lejos aún de su enorme talento.
Creo que Manu Ginóbili es, además, tan especial y tan querido como Mariano Rivera, lo que lo convierte en el combo completo del ejemplo que todos quisiéramos seguir, el líder discreto frente al micrófono y la bestia competitiva frente a los rivales, amo de la exigencia defensiva y mejor amigo del sudor.
Pasarán las décadas y será muy difícil ver un fenómeno de esa categoría, tomando en cuenta que todos esperamos que esta tierra siga produciendo los mejores futbolistas, peloteros y boxeadores del mundo, pero ¿basquetbolistas? Esos están más al norte y aunque Argentina siempre tendrá una Selección súper competitiva, él era una estrella indiscutida.
Manu Ginóbili es nuestro embajador, nuestra placa en Springfield, Massachusetts y verlo entrar es el cierre perfecto para una carrera de las que no estamos tan acostumbrados a ver, excelencia, esfuerzo y categoría desde el día uno.