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A 20 años: el doble oro chileno en Atenas 2004

El 21 de agosto de 2004, Massú y González le dieron a Chile su primer oro de la historia. AP

Los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 serán eternamente una cita inolvidable para el tenis chileno, gracias al aporte de Nicolás Massú y Fernando González, quienes se adueñaron de dos medallas doradas para escribir una de las páginas deportivas más ilustres en la historia de su país.

Eclipsados por la leyenda de Marcelo 'Chino' Ríos, que había alcanzado la cima del ranking durante seis semanas en 1998, cuando también acarició el título en el Abierto de Australia, y recientemente se había retirado de la actividad profesional, el 'Vampiro' y 'Feña' ya gozaban de cierto estatus en el circuito, a raíz de sus cuatro respectivas coronaciones, que los depositaba entre los mejores 25 del mundo.

No obstante, ni el más utópico deseo hubiese anhelado tamaño desempeño de los sudamericanos en la emblemática cita, en que se presentaban otros reconocidos jugadores como el suizo Roger Federer (1°), el estadounidense Andy Roddick (2°), los españoles Carlos Moyá (4°) y Juan Carlos Ferrero (7°), el británico Tim Henman (5°), el brasileño Gustavo Kuerten (20°), el alemán Tommy Haas (46°) y el ruso Nikolay Davydenko (53°), entre otros.

La derrota del cinco veces campeón en torneos Masters 1000 y del actual capitán en Copa Davis en Sídney 2000 significaban el único antecedente en el evento para Chile, que tampoco había logrado imponer su poderío en otras discipinas en los anteriores eventos, totalizando seis preseas plateadas y tres bronceadas, repartidas entre maratón, equitación, boxeo, lanzamiento de jabalina, tiro y fútbol.

De esta manera, Massú (14°) y González (21°) se presentaban en el cemento griego, donde buscaban prolongar sus alentadoras temporadas, producto de sus proclamaciones sobre polvo de ladrillo en Dusseldorf y Kitzbuhel, y en Viña del Mar, correlativamente, y se alinearían en dobles, modalidad en que ya se habían combinado en el Abierto de Australia, Copa Davis, Monte-Carlo, Barcelona, Roma, Dusseldorf, Bastad, Toronto y Cincinnati en los últimos meses.

En consecuencia, el nacido en Viña del Mar, de 24 años en ese entonces, iniciaría como décimo favorito su recorrido, estrenándose contra uno de los emblemas sudamericanos como Kuerten, de 37, exlíder del ordenamiento y dueño de tres copas de Roland Garros, quien ya se había estrenado al caer en cuartos de final en Sídney, imponiéndose su frescura y garra para firmar un 6-3, 5-7 y 6-4 en dos horas y 15 minutos.

Tras protagonizar uno de los batacazos de la competencia, el abanderado nacional en la pasada cita se llenó de confianza para despachar 7-6 (3) y 6-2 al estadounidense Vincent Spadea (23°) en solo 64 minutos al día siguiente y arremangarse nuevamente al derrotar 6-3, 6-7 (4) y 6-4 al ruso Igor Andreev (52°) en más de tres horas, sellando su boleto hacia cuartos de final.

De igual manera, el santiaguino, también de 24 y último semifinalista en Miami, iba escalando peldaño por peldaño en el Olympic Tennis Center, ganándose el respeto de sus rivales al eliminar en sets corridos al local Konstantinos Economidis (235°) al surcoreano Hyung-Taik Lee (76°) y al mencionado Roddick, y meterse entre los ocho mejores.

Simultáneamente, los embajadores chilenos hacían lo propio en conjunto, cargándose 7-5 y 6-4 a los bahameños Mark Knowles (7°) y Mark Merklein (59°), y 6-3 y 7-6 (2) a los albicelestes Gastón Eltis (20°) y Martín Rodríguez (16°), sextos sembrados, para citarse versus los hermanos norteamericanos Bryan, Bob (3°) y Mike (3°), probablemente la dupla más exitosa de todos los tiempos, confirmar que no estaban de paso al sellar un 7-5 y 6-4 y acceder a semifinales.

Otro contrincante de fuste se le cruzaría en el camino al oro al 'Gladiador', quien ahora batallaría contra Moyá, tercer favorito, el cual lo había vencido en su único encuentro entre sí, en el US Open 2003, mostrando su mejor cara para festejar 6-2 y 7-5, y quedar a un paso de asegurar medalla, al igual que 'El Bombardero de la Reina', que sorprendería 6-2, 2-6 y 6-4 al francés Sebastien Grosjean (12°), octavo candidato.

"Massú era un jugador que cuando defendía su país, sus ganas y motivación le hacían ser un jugador muy peligroso. Siempre fue un rival muy incómodo para mí", destacó años luego el entrenador del manacorí Rafael Nadal (264°), en declaraciones al diario La Tercera.

El viernes 20 de agosto sería un día clave al presentarse en sus correspondientes semifinales, instancia en que registrarían dos triunfos y una derrota, a raíz de la celebración 7-6 (5) y 6-1 contra el estadounidense Taylor Dent (28°) en singles de Massú, que también se impondría 7-5, 4-6 y 6-4 versus los croatas Mario Ancic (74°) e Ivan Ljubicic (99°) en dobles con González, que no podría garantizar una definición 100% chilena al fallar 3-6, 6-3 y 6-4 ante el norteamericano Mardy Fish (35°).

La hora de la verdad llegaría en la jornada posterior, el sábado 21, cuando los alemanes Nicolas Kiefer (71°) y Rainer Schuettler (56°) les propondrían un intenso y cerrado duelo, que finalmente se inclinaría a favor de los latinoamericanos en el quinto parcial, después de tres horas y 43 minutos de peloteo, para ganar 6-2, 4-6, 3-6, 7-6 (7) y 6-4, subirse al podio más alto y otorgarle la primera medalla dorada en la historia a su nación.

Como si aún no fuese suficiente, Massú tendría una nueva cita con la historia el domingo 22, fecha en que grabaría indeleblemente su nombre en el país sudamericano al protagonizar otro épico choque, salvando un match point, bajando 6-3, 3-6, 2-6, 6-3 y 6-4 a Fish y vengando a su coterráneo para incorporar la condecoración

"Cuando gané el cuarto set, era una pelea hasta el final. Era como Rocky contra Iván Drago, en Rocky IV. Era el último round. Me fui al baño, me miré al espejo y le pegué un manotazo a la pared. Me mojé la cara y me dije: 'Es ahora o nunca. Tal vez nunca más en tu vida vuelvas a estar en un momento así'. Salí corriendo y sé que Fish me miró. Nadie aseguraba que iba a ganar, pero con esa actitud, por lo menos, el tipo sabía que yo iba a luchar y si había que jugar tres horas más, estaba dispuesto", relató años después Massú, que junto a González, en Atenas, justamente en el sitio ilustre del olimpismo, se ganó por siempre un lugar grande en los corazones chilenos.