Es uno de los gladiadores de la nueva camada de talentos italianos que ocupan la primera plana del tenis masculino. De perfil bajo, escudado tras los éxitos de Jannik Sinner y Lorenzo Musetti, supo esperar su momento para presentarse públicamente a lo grande: ganándole a su ídolo de forma apabullante. Esta es la historia de Matteo Arnaldi.
Nació en San Remo, a casi 1.300 kilómetros de Belgrado, la ciudad en la que nació su ídolo: Novak Djokovic. A los 10 años lo descubrió mirando televisión y, desde ese momento, siguió cada paso en la carrera del serbio. Ha contado, incluso, que hasta en el colegio se la ingeniaba para seguir sus partidos.
En 2019, después de un período de formación en el circuito junior, se convirtió en profesional y arrancó un nuevo rumbo motivado por un sueño: competir contra él. Durante las últimas temporadas compartieron torneos e incluso prácticas pero faltaba ese golpe de suerte que cruzara sus caminos.
De 2023 a 2024 protagonizó un ascenso sobresaliente en el ranking primero adentrándose en el Top 100 y luego ubicándose como uno de los 30 mejores tenistas del mundo. Un crecimiento impulsado por sus primeras apariciones en segundas semanas de Grand Slam en el US Open y Roland Garros.
Formó parte, además, del equipo que levantó la Copa Davis en 2023. Hazaña que habla del presente que vive el tenis italiano con cantidad de talentos recorriendo el mundo todas las semanas con especialistas en diversas superficies y con multiplicidad de estilos.
Él, actualmente ocupa la sexta posición como uno de los nueve compatriotas dentro del Top 100 detrás de Jannik Sinner, Lorenzo Musetti, Matteo Berrettini, Flavio Cobolli y Lorenzo Sonego.
Finalmente, a sus 24 años, tantos años de trabajo y formación dieron sus frutos en la Caja Mágica cuando derrotó por 6-3 y 6-4 a Novak Djokovic para meterse en la tercera ronda del prestigioso Madrid Open.