El kairós, un importante concepto de la filosofía griega, se trata de un suceso destacado en un momento justo y oportuno. Y todo eso le ocurrió a Matteo Arnaldi (44º), quien cosechó el triunfo más importante de su carrera al vencer a Novak Djokovic (5º) por 6-3 y 6-4 en poco más de una hora, por la segunda ronda del Madrid Open. Así, cumplió uno de sus sueños y dejó grabado su nombre en la Manolo Santana, en un episodio que será difícil de borrar de su memoria.
El paso del tiempo es implacable hasta con los mejores de la historia. No perdona. Y, por ende, la escena empieza a ser más cotidiana. Cada vez parece más frecuente ver a Nole caer antes de tiempo. A sus 37 años (dentro de un mes ya estará en el equipo de los 38), el nacido en Belgrado no está pudiendo correr como antes, ya no es el muro infranqueable de otras épocas ni tampoco se muestra como el más efectivo en ataque.
Arnaldi jugó el partido de su vida. Convencido, salió a la cancha central de la Caja Mágica a comerse todo. Fue para adelante, golpeó sin miedo y nunca sintió el rigor del hombre que tenía del otro lado de la red. Ni siquiera parpadeó cuando sacó para cerrar el triunfo o en el game anterior al saque, en el que levantó tres chances de quiebre con dos winners. Pese a haber tenido peores porcentajes de servicio que el balcánico, la diferencia estuvo en el momento de los puntos importantes. Y mientras antes era el instante en el que se veía la determinación y el talento de uno de los mejores tenistas de la historia, al menos en este encuentro ocurrió lo contrario. Tanto es así que el tano concretó tres quiebres en la misma cantidad de ocasiones, mientras que el ex Nº 1 apenas tomó una de las cinco generadas.
Ahora bien, la mayor distancia se vio en los errores no forzados: Nole falló 32 veces, 17 de revés (15 en el set inicial). Luego, Arnaldi aprovechó bien los drop shots para traerlo a la red y castigarlo con un globo o un passing.
Después de dos años de ausencia, el regreso de Nole a la capital de España terminó en una decepción para el torneo y para sus aspiraciones, dado que soñaba con empezar a sumar ritmo de cara a Roland Garros, su gran objetivo de la gira.
"Es un sueño hecho realidad, porque se trata de mi ídolo. Ya estaba feliz de poder enfrentarlo en un estadio como este. Sé que no está en su mejor momento. Sabía que era el momento para intentar ganarle", admitió el tano.
El próximo paso del serbio será el Masters 1000 de Roma. En tanto, Arnaldi tratará de continuar con el pie derecho en Madrid ante Damir Dzumhur, quien viene de dejar en el camino a Sebastián Báez.
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