Rafael Nadal tuvo, según sus palabras, el homenaje perfecto este domingo en Roland Garros. El llamado rey del polvo de ladrillo inspiró a muchos, pero dos no pasarían nunca desapercibidos entre el público: Carlos Alcaraz (2°) e Iga Swiatek (5ª).
En un mundo incierto, algo podía darse casi por sentado: cada año, Nadal iba a ganar Roland Garros. Esa historia, la leyenda que lo unió a París al punto de protagonizar una apertura de los Juegos Olímpicos sin ser francés, fue honrada esta tarde con una ceremonia que nadie quiso perderse.
La Philippe Chatrier reunió al pasado, presente y futuro del tenis. Por un lado, estuvieron los grandes rivales de Nadal, entre los cuales estaba Novak Djokovic, único miembro del Big 4 que continúa jugando y ganando títulos. Pero también, con un perfil más bajo, estaban sentados dos de las principales caras del deporte en la actualidad.
Swiatek y Alcaraz son los campeones de la última edición, pero no tenían compromiso de asistir. Allí estaban como dos fanáticos del tenis, dos chicos que crecieron viendo a un implacable zurdo con vincha apretar bien fuerte el puño, dar un salto hacia el cielo y ganar cada año, el mismo que los inspiró a poder lograrlo.
En el caso de la polaca de 23 años, ya ha dejado una fuerte huella con sus cuatro títulos en el certamen (tres de forma consecutiva), mientras que su compatriota, con cuatro trofeos de Grand Slam a sus 21 años, continuó la tradición de su compatriota la edición pasada y sueña con tomar el bastión del manacorí.
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