Inolvidable. El 7 de julio de 2013, a las 17:24, ocurrió un hecho histórico en La Catedral de Wimbledon: por primera vez en 77 años, un británico volvía a hacerse de "su" Grand Slam, en el tradicional césped del All England Club de Londres. Andy Murray lo hizo. Y fue una hazaña increíble.
Fueron décadas de certámenes sin victorias para un local hasta la llegada del escocés, después N°1 del mundo. Sí, el mismo al que muchos señalaban de escocés cuando perdía pero británico cada vez que ganaba, dio la nota al vencer a Novak Djokovic en la final, en sets corridos, para coronarse campeón. Murray era N°2 ATP y el serbio, el líder del ranking.
Desde Fred Perry en 1936 no ocurría algo semejante. Ese año se quedó con su tercer título en Wimbledon, todos seguidos, al pasar por arriba al barón alemán Gottfried Von Cramm. Pero sería el último para Perry, quien se decantó por salir con actrices de Hollywood y volcarse al circuito profesional de aquella era.
En el caso de Murray, lo llamativo es que ya era campeón de un Grand Slam. Había conquistado el US Open en 2012 con lo que -a priori- se había sacado ese peso de encima de quedarse con un "grande", también al derrotar a Djokovic en el duelo decisivo. Sin embargo, los propios británicos le impusieron la tan mentada mochila emocional. Y el chico surgido de Dunblane lo logró.
El camino de Murray estuvo lejos de ser sencillo. En primera ronda venció a Benjamin Becker por 6-4, 6-3 y 6-2; luego a Yen Hsun Lu por 6-3, 6-3 y 7-5 y más tarde a Tommy Robredo por 6-2, 6-4 y 7-5. En octavos de final, el escocés superó a Mikhail Youzhny por 6-4, 7-6 (5) y 6-1. El partido más picante antes de la final fue contra Fernando Verdasco, tras ceder los dos primeros y ganarle 4-6, 3-6, 6-1, 6-4 y 7-5. Para cerrar, en las semis se impuso a Jerzy Janowicz por 6-7 (2), 6-4, 6-4 y 6-3.
En poco más de tres horas, Murray derrotó en la final a Djokovic por 6-4, 7-5 y 6-4 para abrochar su título bajo unos incesantes 40 grados centígrados de calor en el mítico court central del All England. Murray aprovechó que Djokovic había librado una batalla épica ante el argentino Juan Martín del Potro en semifinales, que ganó con marcador de 7-5, 4-6, 7-6 (7), 6-7 (8) y 6-3.
"Mentalmente fue el partido más difícil que jugué en mi carrera", dijo Murray tras la proeza. Ivan Lendl, su entrenador y quien le sacó el mote de "cebollita" en las citas grandes, fue el primero en abrazarlo. “Ni me acuerdo del último punto del partido, pero Lendl me dijo que está orgulloso de mí”, reveló.
"Este título es para él, sé todo lo que intentó para poder ganar aquí", compartió Lendl. Andy ya se había quedado con la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres en 2012, justo en Wimbledon y al vencer al suizo Roger Federer en la final, y el mencionado US Open... pero todos querían que se consagrara en Wimbledon. Y vaya si lo logró.
"Sé cuánto querían todos ver a un campeón británico en Wimbledon. Espero que lo hayan disfrutado", expresó Murray, ovacionado. "Ganar Wimbledon es lo máximo. Todavía no puedo creerlo. En los últimos años se hizo muy difícil soportar la presión, los días previos, los últimos días no es nada fácil cuando todos parecen estar pendientes de vos. Esto es para Ivan Lendl. Él creyó en mí cuando nadie lo hacía. Di todo lo que tenía para alcanzar esto. De eso se trata mi historia", dijo él. Y pensar que en 2016 volvió a ser el campeón en La Catedral.
Hoy, 10 años después, sigue siendo un hecho memorable, que cambió la historia.