El jugador de cuadro boricua, Javier Báez, cayó en una espiral descendente y parece sin argumentos para salir de la depresión ofensiva que va entrando en su tercera temporada.
De acuerdo con el diccionario no oficial del béisbol, se considera que un bateador atraviesa por un "slump" (depresión, bache o declive) en un notable mal momento en el cual no consigue hit con frecuencia o sus estadísticas están muy por debajo de sus expectativas.
Pero cuando la mala racha se alarga, cruzando de un mes a otro, o peor, de una temporada a la siguiente, entonces se agota la paciencia, los aficionados comienzan a abuchear y la industria asume que el jugador sencillamente perdió la habilidad de golpear bien la pelota.
Y eso es exactamente lo que ocurre con el jugador de cuadro puertorriqueño Javier Báez, quien está metido en un slump ofensivo que comenzó desde que firmó su contrato de $140 millones con los Detroit Tigers, hace tres años.
En las primeras tres semanas de la temporada del 2024, Báez batea de 57-8 (.151) con un extrabase, dos carreras anotadas y cinco impulsadas. Eso después de batear de 49-7 (.143) sin cuadrangular y 15 ponches en la primavera y .222 con nueve jonrones y 125 ponches en 136 juegos la temporada anterior.
En casi 300 juegos con los Tigers, Báez batea .226 (253 hits en 1,194 turnos) con 27 jonrones y OPS de .622, lo que ha provocado que el pelotero sea abucheado sin misericordia en el Comerica Park desde la temporada pasada.
"Sé que es frustrante para los fanáticos", dijo Báez a los periodistas luego del juego del domingo, cuando bateó su primer jonrón y único extrabase de la temporada.
"Pero eso realmente no ayuda al equipo ni a la organización. Si estamos luchando juntos, debemos levantarnos juntos. Deberíamos permanecer juntos cuando estemos deprimidos. No me afecta, para ser honesto", dijo delante de las cámaras.
"No creo que sea realmente respetuoso cuando la gente habla basura y te falta el respeto detrás de una red, ya sabes, pueden decir cualquier cosa. No me afecta, para ser honesto, y sólo me preocupa jugar bien y hacerlo bien para mi equipo y mi organización. Entonces, um, pueden hacer lo que sea", dijo Báez, cuyo salario de $25 millones de dólares es uno de los más altos de las Grandes Ligas en el 2024.
Hasta para los mejores bateadores de la historia ha sido normal el tener que lidiar con ciertos períodos en los que sencillamente las cosas no salen bien. Batear es ejercicio tan difícil que jugadores y aficionados asumen que fallar es la normalidad y no la excepción.
El gran toletero venezolano Miguel Cabrera, quien se retiró la temporada pasada y en cinco años recibirá la llamada del Salón de la Fama, tuvo que lidiar con el fracaso y la frustración en sus últimos cuatro años con los Tigers. Lo mismo ocurrió al histórico dominicano Albert Pujols, otro futuro miembro de Cooperstown, quien fue despedido por los Los Angeles Angels por bajo rendimiento en su penúltima temporada.
Y esos son solamente dos ejemplos de bateadores recientes que lograron un conjunto de estadísticas que los ubica entre los mejores de todos los tiempos.
"El béisbol es un juego de fracaso porque es muy difícil de jugar. Un bateador de .300, una superestrella, falla siete de cada diez veces en el plato. Entonces, ¿qué te dice eso sobre el juego y su dificultad?", dijo el lanzador relevista Rich Gossage, quien es miembro del Salón de la Fama de Cooperstown.
"El béisbol es un juego de fracaso. Hay muchas oportunidades para estar deprimido, o sentir lástima de uno mismo, o estar enojado con alguien o consigo mismo", dijo el exinicialista Mark Teixeira, quien pegó más de 400 cuadrangulares en una carrera de 14 años, mayormente con los Texas Rangers y New York Yankees.
Generalmente, los equipos y los aficionados suelen ser extremadamente comprensivos y solidarios con aquellos jugadores que pese a declinar terriblemente en su producción, les brindaron grandes momentos o ayudaron a ganar, en tiempos anteriores.
El problema de Báez, a quien apodan "El Mago" por las genialidades que podía hacer en el campo, con el bate y con el guante, en los primeros años de su carrera, es que no tiene un pasado exitoso en Detroit.
Sus logros los tuvo con los Chicago Cubs, donde obtuvo el Guante de Oro, asistió a dos Juegos de Estrellas y, más importante, fue parte del equipo que ganó la Serie Mundial del 2016 (quebrando una sequía de 108 años), y los New York Mets, con los que tuvo un OPS de .886 (el más alto con cualquier uniforme) en los últimos dos meses del 2021.
Una actuación que motivó a los Tigers para darle el que muchos ya consideran uno de los peores contratos de la historia, para un equipo. Desde que llegó a Detroit, Báez tiene un OPS+ de 74 (donde 100 es la media), un indicativo de lo asombrosamente deficiente que ha sido.
Para empeorar la situación, el contrato de Báez, tiene pendiente $73 millones y tres temporadas antes de concluir.
En tiempos recientes, la situación de Báez solamente se puede comparar a la del inicialista Chris Davis, quien lideró Grandes Ligas en jonrones en 2013 y 2015, firmó un contrato de $161 millones con los Baltimore Orioles y no pudo batear más arriba de .195 en sus últimas cuatro temporadas, retirándose voluntariamente antes del final del acuerdo, en agosto del 2021.
La parte final de la carrera de Davis fue tan mala, que entre el 14 de septiembre del 2018 y el 13 de abril del 2019 (210 días) se fue de 54-0, el peor slump de todos los tiempos para un jugador de posición.
"Dicen que el béisbol es un juego de fracaso. Bueno, eso sólo es cierto en el lado ofensivo", dijo el gran lanzador zurdo de los Los Angeles Dodgers, Clayton Kershaw, otro futuro integrante del Salón de la Fama.