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Mario Mendoza y la 'Línea Mendoza', injusto recuerdo de su paso por Grandes Ligas

“La Línea Mendoza” o “Mendoza Line”.

Seguramente has escuchado esas referencias en alguna transmisión de un juego de Grandes Ligas y no precisamente cuando se habla de la carrera en Grandes Ligas de quien fue considerado un buen shortstop.

La "Línea Mendoza" es el injusto legado por el que es recordado el mexicano Mario Mendoza, quien inició su carrera en 1974 con los Pittsburgh Pirates y la terminó con los Texas Rangers en 1982 y quien se afianzó como uno de los paradores en corto más seguros con el guante de su época. Por su habilidad defensiva es conocido como “Manos de Seda” en México y es miembro del Salón de la Fama de ese país.

El problema es que en la caja de bateo, Mendoza no se acercó a igualar su desempeño con el guante.

Cuando se trata de señalar la pobre actuación de un pelotero con el bat, específicamente cuando se está cerca del .200 de promedio, se hace referencia a la Línea Mendoza.

Generalmente, un promedio cercano al .200 es un viaje automático a ligas menores, pero en el caso de Mario Mendoza no fue así, gracias a su capacidad defensiva en el cuadro.

En la temporada 1979, Mendoza fue quinto en la Liga Americana con porcentaje de fildeo de .968 y dos años más tarde, su WAR defensivo fue de 1.4. Para ese entonces, su calidad como shortstop ya era reconocida, pero con el bat, el chihuahense prácticamente no existía.

De acuerdo a Mendoza, quien en su primer año bateó para .221, la infame referencia a su capacidad ofensiva nació en 1979, su primer año con los Seattle Mariners y en el que perfilaba terminar con promedio menor a .200 por cuarta ocasión en su entonces carrera de seis años en la Gran Carpa.

Ese año, Mendoza terminó con promedio de .198 y sus compañeros comenzaron a bromearle con el uso de la frase “Línea Mendoza” cuando alguien tenía una mala racha en la caja de bateo.

Al parecer, la broma motivó a Mendoza, quien tuvo su mejor temporada con el madero al año siguiente al terminar con promedio de .245 producto de 68 imparables, de los cuales seis fueron dobles, tres triples y dos cuadrangulares con 14 carreras remolcadas.

Luego de la temporada de 1980, el pelotero mexicano fue cambiado por los Mariners a los Rangers y se podría decir que se mantuvo enrachado con el bat al terminar esa campaña con promedio de .231 con 53 hits, seis dobles y un triple en 305 turnos.

Mendoza pegó su primer jonrón como ligamayorista hasta su cuarto año, el 29 de abril de 1978, en un duelo en el que Pittsburgh venció 6-2 a los San Francisco Giants. Un vuelacercas solitario a las gradas del jardín izquierdo del Three Rivers Stadium, entonces hogar de los Pirates.

En dos ocasiones (1979 y 1981), Mendoza estuvo entre los 10 bateadores que más toques de sacrificio tuvo en esas campañas, de hecho, fue el segundo bateador con más toques de sacrificio en 1981 con 14.

Aunque tuvo un desempeño ofensivo para el olvido, a Mario Mendoza se le recuerda precisamente por ese aspecto de su carrera y si bien no es el peor bateador que ha incursionado en Grandes Ligas, su figura se erige como una prueba de lo injusto que puede llegar a ser el beisbol en sus memorias.