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El estrecho vínculo entre el béisbol y las Bahamas

NASSAU, Bahamas – En un día cualquiera en el puerto Prince George Wharf, miles de seres humanos entran y salen de enormes cruceros y súper yates, listos para disfrutar de la fiesta y ambiente de la isla. Más al occidente de la costa, pasando el faro y justo antes de llegar a Cayo Arawak, se encuentra el puerto de contenedores, donde se procesa todo lo que entra y sale de las Bahamas, después de un viaje a través del océano.

El mes pasado en la cercana Paradise Beach, las pelotas bateadas volaron hasta caer en las aguas del Oceáno Atlántico, como parte de la cuarta edición anual del denominado Don’t Blink Home Run Derby. La exportación más subestimada de la nación insular (el béisbol) se exhibió en pleno durante una semana en New Providence, en el torneo organizado por Todd Isaacs Jr. y Lucius Fox, dos peloteros profesionales de origen bahameño. La semana consistió en una clínica de béisbol para niños dentro de un infield en la playa, un torneo de golf con los jugadores y, obviamente, el evento estelar.

El evento se caracterizó por cierto sentido de atemporalidad. Los peloteros presentes olvidaron qué día de la semana era, algo nada difícil cuando se pasea por un resort playero entre prácticas de béisbol. Adicionalmente, viajaron acompañados por todos sus amigos.

Billy Hamilton. Triston McKenzie. Lewis Brinson. Touki Toussaint. Akil Baddoo. Hunter Greene. El ganador: MJ Meléndez. Todos ellos se conocen por varias conexiones ligadas al béisbol y compañeros de equipo con quienes han compartido desde sus años de secundaria; por ello, volver a reunirse para festejar en nombre del deporte que aman es algo que surge con naturalidad.

“Sé que esta isla se llama ‘Isla Paraíso’ e hizo honor a su nombre. Estos cuatro días han sido simplemente increíbles. Es la primera vez que vengo a las Bahamas”, afirmó ese sábado el utility de los New York Mets Dominic Smith. “Tener aquí a tantos peloteros de Grandes Ligas y estrellas en ascenso, retribuyéndole a la comunidad, mostrando a los niños cómo jugar el deporte correctamente y, en definitiva, estando ahí para los niños. Es algo tan asombroso. Y estoy tan orgulloso de ellos por hacerlo. Solo que, en este momento, no quiero decir que [éste sea] un momento extraño, porque hubo un momento en el béisbol en el cual los afroamericanos o simplemente de minorías, peloteros Negros, no quiero decir que dominaron la liga… pero estuvieron muy cerca”.

Aún está por verse si esta colección particular de peloteros se convertirá en la próxima oleada de superestrellas. No obstante, la camaradería fue contagiosa. Este no fue un evento corporativo. No hubo participación de la Oficina del Comisionado del Béisbol de Grandes Ligas. Es un producto local que en su primer año congregó a cerca de 400.000 televidentes en vivo, lo que despertó verdadera emoción entre todos los involucrados, incluyendo la televisora local por cable REV.

Cuando pensamos en países insulares y sus historias sobre el diamante, los bahameños no son los primeros que vienen a la mente. República Dominicana, Curazao y Cuba son ampliamente conocidas por su historia beisbolística, y si bien Puerto Rico es territorio estadounidense, indudablemente es un país de béisbol por derecho propio. Sin embargo, las cosas son un poco distintas para la isla mejor conocida por estar rodeada de aguas tan azules que los astronautas pueden reconocerlas desde el espacio.

Contrario a los países insulares en los que el español es la principal lengua natal; la mayoría de los bahameños se consideran de raza Negra, lo que explica por qué una los afroamericanos constituyen una parte preponderante de la población no nativa de la isla.

La historia beisbolística está presente, a pesar de figurar en pequeñas dosis. Andre Rodgers fue el primer bahameño en jugar en Grandes Ligas. Debutó en 1957 y participó en 854 encuentros en 11 temporadas en las Mayores. Nada despreciable, en absoluto.

En 2021, el pelotero más popular del país es el campocorto novato de los Miami Marlins Jazz Chisholm. El infielder, cuyo nombre de pila es Jasrado, aporta un nivel de elegancia al juego que se evidencia con sólo verlo una vez en el diamante. Su estilo es innegable y es uno de los peloteros jóvenes más populares y emocionantes del Big Show.

Chisholm ascendió al equipo grande de los Marlins en los entrenamientos primaverales del año pasado, ligando 18 cuadrangulares y estafando 23 bases. Las estadísticas suenan poco impresionantes hasta que lo ven jugar. Sus cuatro tripletes conectados en la anterior temporada lo hacen destacar tanto como sus cadenas y corte de cabello.

Reinaldo Dorsett es periodista deportivo del diario The Tribune de Nassau, y su hijo jugó detrás del plato durante el evento. Conoce a Jazz desde que era niño.

“La locura de todo esto es que necesito que la gente sepa que no es una actuación. Este chico ha sido así desde que tenía 12 años”, indicó sobre el joven de 23 años que se robó toda la atención, hasta de los aficionados más jóvenes, durante el día del Derby de Cuadrangulares.

Desde 2018, para Fox e Isaacs (ambos menores de 30 años) era algo simple: traer a sus amigos, conectar jonrones hacia la playa. Vaya concepto.

“Todos sentimos que el Derby de Cuadrangulares es algo positivo para este deporte. Es algo emocionante”, indica Isaacs. “Quizás aún no sea altamente reconocido por todo el mundo, pero nos estamos acercando. Creo que, una vez que tengamos esa exposición en los cuatro rincones del mundo, pienso que este se convertirá en el segundo deporte del Béisbol de Grandes Ligas. Y lo que hacen en la Semana del Juego de Estrellas es genial. Es genial, pero allí no despachan pelotas hacia las aguas”.

“El béisbol no tiene un segundo deporte. El fútbol si lo tiene. Tiene el fútbol de playa. El voleibol lo tiene. Tiene el voleibol de playa. Creo que, a medida que seguimos creciendo, países distintos, estarán interesados en distintas regiones alrededor del mundo. ¿Cómo podemos traerlo? ¿Cómo podemos hacerlo aquí? ¿Cómo podemos agregar una división de secundaria? ¿Cómo podemos agregar una división universitaria? ¿Cómo podemos convertirlo de verdad en una franquicia para hacer que este deporte realmente crezca?”

Irónicamente, la idea de congregar a un grupo de personas sobre la arena para escuchar el crujir del bate junto a las olas que se estrellan contra la costa no se originó en esta colonia británica que obtuvo su independencia en 1973. Ocurrió en un estado de la Unión Americana sin salida al mar, alejado de los trópicos: Kentucky.


En 2017, el equipo Bowling Green Hot Rods se enfrentaba a los Lake County Captains. Ambos eran sucursales Clase A alta de las organizaciones de los Tampa Bay Rays y Cleveland Guardians, respectivamente. Isaacs, miembro de los Captains, acababa de sufrir una lesión craneal y no podía jugar. Sin embargo, viajó con el equipo para encontrarse con su amigo Fox, que jugaba con los Hot Rods.

“Acababa de ascender a Clase A alta. De hecho, el Derby de Cuadrangulares se me ocurrió en un sueño. Vino a mí en un sueño”, explica Isaacs. “Así que llamé a Lou. Dije: ‘Oye, ¿qué piensas de esto? Porque en ese momento, hacíamos tormenta de ideas con distintas cosas, buscando cosas para hacer en la temporada baja en nuestra casa. Jugando béisbol profesional, queríamos hacer cosas en la comunidad, solo intentar estar en la comunidad, estar cerca de los niños, estar cerca de todos en la comunidad, darles esperanza, hacer algo por el deporte para impulsarlo allí. Así que le conté la idea y me dijo: ‘Oye, parece una locura. No sé como lo vas a hacer, pero ¡hagámoslo!”

Ambos establecieron su amistad no sólo en su Bahamas natal, sino también en la legendaria Freedom Farm Baseball League. Cuando eran preadolescentes, emprendieron el rumbo seguido por mayoría de los bahameños con sueños de béisbol, porque las instalaciones de la isla no son las mejores. Por un tiempo, la mejor instalación de béisbol de Nassau quedaba en la prisión local. Lo decimos en serio. Por eso, generalmente los chicos juegan torneos en Estados Unidos; después, son captados por un entrenador de secundaria y parten de allí.

“Cuando vienes de las Bahamas, realmente no hay chicos de secundaria con barbas formadas y cosas así, como en el 10º, 11º o 12º grado. Así que, para nosotros, decimos: ‘Vaya, hermano. ¡Estos adultos! Seguimos siendo niños. Así que teníamos mucho que aprender, pero lo mejor de todo es que nunca tuvimos miedo de trabajar”, afirma Isaacs, que no está seguro de cuál será la próxima categoría profesional en la que jugará.

Isaacs y Fox tomaron el mismo camino emprendido por peloteros de generaciones anteriores, entre quienes se incluye Antoan Richardson, que actualmente labora como coach de primera base de los San Francisco Giants. La institución educativa que inició la importación de talentos fue American Heritage en Delray Beach, Florida. Chisholm también cursó estudios allí y a pesar de los altibajos vividos; en definitiva, fue la única forma en la cual muchos de ellos podían una oportunidad factible.

“Fuimos los primeros en ir a American Heritage. Y Todd y Lucius son mucho menores que yo, así que llegaron después. Por eso, cada año hay como cuatro o cinco chicos que acuden a American Heritage o a una secundaria en Estados Unidos, solo para jugar al béisbol y proseguir sus estudios”, afirma Geron Sands, director de operaciones de béisbol de la International Elite Sports Academy de Nasáu. “Ahora los mayores, creo, que fuimos nosotros, yo en particular, siempre… fue la época de los Rafael Furcal y aquellos que salían de República Dominicana, y yo decía: ‘Un momento. Tenemos la misma edad. Tenemos la misma edad, entonces ¿cómo es que ellos juegan en Grandes Ligas y nosotros estamos en secundaria, en la universidad?”

“Eso jugó con mi mente. Intentamos que nuestros chicos de las Bahamas, de nuestra tierra, jueguen béisbol profesional o consigan una beca universitaria. Ahora, hay un pequeño problema con las becas universitarias. Por eso, enviamos continuamente a los chicos a la secundaria. No tenemos ligas en las Bahamas para ayudar a los niños a prepararse para la universidad”.

Esa es la razón por la cual Isaacs y Fox estaban listos para retribuir a un país que solo juega softbol a nivel de secundaria. La experiencia fue toda una locura, pero les enseñó mucho sobre lo que podían hacer en su tierra natal.

“Simplemente nos dimos cuenta de que, hombre, jugamos lejos. Entonces, me alejo de mi familia prácticamente por todo el año”, señaló Fox sobre el lamento que lo aquejó a él y a su amigo de secundaria por primera vez en 2017. “Por eso, me voy de aquí, nos reportamos a los entrenamientos y no vuelvo hasta septiembre u octubre. Y debo volver [a Estados Unidos] porque entreno en Miami. Pero queríamos hacer algo aquí, para nuestro pueblo. Jugamos tantos partidos lejos y nunca tuvimos la posibilidad de jugar algo de béisbol en las Bahamas”.

“Y eso era lo más importante para nosotros. Decíamos: ‘Hombre, ¿cómo podemos hacer algo en las Bahamas que sea fácil de entender?’ Porque, sabes, mucha gente no entiende el béisbol. Algunos creen que es demasiado lento. Algunos creen que es aburrido, pero queríamos hacerlo emocionante y todos podían apreciar un cuadrangular, o si llevaban la pelota lejos. ¿Sabes a qué me refiero? Eso es único”.


Cuando se cruza el Puente Sidney Poitier en vía a Paradise Island, se debe pagar un peaje de $2. En una noche de miércoles del mes pasado, previa a la Navidad, muchos aficionados bahameños se deleitaron con una divertida velada de camaradería. Don’t Blink organizó un partido de softbol de celebridades, que resultó ser un presagio perfecto para el resto de los eventos a presentar.

El tema “Nice for What” del rapero Drake resuena en los altavoces del DJ, mientras que el locutor radial y comediante Naughty se burla de todas y cada una de las personas que se ponen al plato para hacer swing, incluyendo a este columnista. El público era numeroso y no se trataba tanto de un partido de verdad, sino de un ambiente, con los participantes por todo el campo, burlándose entre ellos y pasándola en grande, mientras bateaban jonrones hasta bien entrada la noche, de ser posible. Sin embargo, lo más palpable en el aire, es que este evento era evidentemente súper Negro. Al igual que la mayor parte de las Bahamas.

“Que la gente se interese en la comunidad del béisbol aquí en la 242 [código de área telefónico de las Bahamas] y como estos chicos vuelven a casa e invitan a sus amigos que son peloteros, de Grandes Ligas, es absolutamente increíble”, expresó Naughty, agotado tras correr de un lado al otro con un micrófono. Piensen en los torneos de baloncesto organizados por la fabricante de zapatillas AND1, con similares comentarios constantes e interacción del público, pero con softbol en la playa.

“En su día, tuvimos peloteros que llegaron a Grandes Ligas. Tuvimos algunos, y más recientemente a Jazz, que forma parte de la nueva generación. Esos chicos se inspiraron en Todd y Lucius porque fueron los dos que patearon la puerta y la abrieron, llamaron la atención. Ahora, estos chicos han logrado seguir adelante”.

Hamilton conocía del evento desde hace varios años, pero esta fue la primera vez en la que estuvo presente. El veterano de nueve temporadas en Grandes Ligas, que jugó por última vez vistiendo el uniforme de los Chicago White Sox y conocido por su velocidad, se sentía contento porque finalmente compartía con tantos jugadores que ha conocido y visto surgir en el béisbol.

“Tengo unos años más que ellos porque soy mayor”, afirmó Hamilton, de 31 años. “Pero estos chicos son increíbles en lo que hacen. Y respeto a todos y cada uno de ellos. Llego aquí. Veo cosas como estas. Ahora tengo cosas en mi mente. Puedo hacer cosas similares allá en Mississippi”.

Durante la clínica, Hamilton enseñó a los niños los detalles más íntimos de sus estrategias de corrido de bases, desde enfoques específicos contra ciertos movimientos del pitcher hasta las generalidades a tener presente a la hora de robar almohadillas. Es poseedor del récord de estafadas en una temporada de Ligas Menores, con 155. Todos los peloteros presentes lo saben. Compara su estrategia de robo de bases con el hecho de mantenerse en forma durante el paro patronal de Grandes Ligas, más allá de la diversión bajo el sol.

“Les decía a los chicos. Para mí, se asemeja a cuando el pitcher está lanzando. Y él me preguntó: ‘Entonces, ¿qué pasa si te muestran la luz roja? ¿Haces algo distinto?’”, explicaba. Hamilton sigue entrenando durante la temporada baja, como es obvio, porque sabe que el movimiento será vertiginoso tan pronto como se llegue a un acuerdo entre peloteros y dueños de equipo. “Si haces algo distinto, él pensará: ‘Lanza [por] aquí’. El pitcher sabe que no vas a robar. Lo mismo ocurre con el paro patronal”.

En resumen: hay que mantenerse listo.

A pesar de que Hamilton se presentó en el partido de softbol, no pensaba jugar.  La emoción de la noche le convenció para hacer algunas piruetas divertidas por el diamante sobre la primera base durante algunas entradas. “Anoche, alguien dijo: ‘Si pierdes tu pasaporte aquí, te quedarás atrapado. Respondí: ‘Este es uno de los mejores lugares para quedarse atrapado. Si me quedo atrapado aquí, será genial”.

Sin embargo, en una noche sabatina en la que una tormenta puntual hizo que cientos de personas corrieran a buscar refugio en la playa, nadie piensa en ello. Los niños andan por todas partes, los peloteros celebran y hay una gran fiesta del béisbol.

Catalogar el evento como un éxito sería un eufemismo. Estos peloteros están aquí para divertirse, en vez de cumplir con las obligaciones impuestas por sus auspiciadores. Nadie les dice qué hacer. Sólo hay jugadores de béisbol divirtiéndose con sus amigos.

“Conformamos el mayor grupo de atletas profesionales en la Bahamas; sin embargo, la vasta mayoría de nuestra población no lo sabe, simplemente porque nunca jugamos frente a la gente. Nunca hacemos nada frente a ellos”, afirmó Isaacs en un tono esperanzador.

Muy pronto, más allá de los habitantes de la isla, todo el mundo también verá lo que ocurre en este lugar.

“La cultura bahameña: número 1, es lo que hace que estos chicos quieran venir todos los años”, explicó Isaacs. “El hecho de ser un país con mayoría poblacional de Negros de origen africano, al igual que afroamericanos, se debe a que nuestros barcos se detuvieron aquí en las Bahamas, en vez de Estados Unidos. Por ello, nos identificamos tanto con los afroamericanos, porque compartimos una herencia similar, pasatiempos similares. Y simplemente… dondequiera que vamos, la gente de raza Negra sabe cómo divertirse, cómo pasarla bien. Sabes cómo demostrar amor. Y de eso se trata todo este evento: una demostración de amor”.

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