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Otro escándalo en el boxeo argentino

Una velada lamentable que dejó el boxeo en la FAB. Captura TV

El sábado 20 de julio, en Castro Barros 75, el estadio de la Federación Argentina de Box, Alan Abel “Veneno” Cháves se impuso por puntos al sudafricano Xilosani Ndongeni. Justo fallo para una pelea por momentos ajustada para el boxeador argentino que retuvo su título Latino WBO de la división de los ligeros.

Cháves, heredero de una familia dedicada al boxeo a través de varias generaciones, marcha invicto en 17 combates, 14 ganados por KO. De esta forma superó su primer examen de exigencia en el campo rentado ante un rival que ahora tiene 32 (19)-6-0. Bien por él.

Lamentablemente, la noche se había visto ensuciada por un grotesco que incluyó invasión de ring, agresiones después de una pelea y un fallo confuso y protestado. Una verguenza protagonizada por gente del boxeo.

Fue en una pelea programada a seis asaltos, entre Marco “Kid Dinamita” García (ahora con una marca de 14-1, 10 nocauts) y Juan “El Indio” Segovia, que ahora queda con 6-4-2, con 2 KO. El árbitro fue Mariano Soraire.

Pelea confusa y enmarañada, sobre todo por el estilo de Segovia, un peleador generoso y sanguíneo nacido en Venado Tuerto, Santa Fe, pero sin mucha línea, que suele ser impredecible por lo poco ortodoxo de golpes y movimientos.

Esto no le gustó a García, oriundo de Malargüe, Mendoza. Empujando a su rival para mantener la media distancia y trabajando con golpes al cuerpo, García era sin dudas el más prolijo de los dos, pero fue cayendo en la maraña del rival. Hasta que pasó lo que pasó.

En el cuarto round, García avanza y choca su cabeza contra la de Segovia, y queda cortado en la frente. El árbitro llama al médico y éste determina que el mendocino no puede seguir. Soraire, absolutamente convencido de que fue un cabezazo de Segovia, va pidiendo las tarjetas para proclamar el triunfo de García.

Hasta aquí dos detalles a tener en cuenta

Primero, el que quedó lastimado fue el infractor (no se mide la mala intención sino, justamente, la infracción) por avanzar con la cabeza; segundo, si hay una duda, el reglamento autoriza al referí a consultar el video (la pelea fue televisada en el ciclo “Boxeo de Primera”). Como fueron muchos los que vieron que en el cabezazo el causante había sido “Kid Dinamita” y no Segovia, le aconsejaron al árbitro que consultara el video. El propio Leonardo Bianchi, que era el supervisor de la velada, también sugirió lo mismo.

Soraire, convencido de lo que había visto, optó por no consultar a nadie y dar descalificación, cuando en realidad el fallo debería haber sido exactamente al revés. El video muestra claramente que es el mendocino el que comete la infracción.

Mientras se estaba por dar a conocer el fallo oficial, el mendocino se dirige rápidamente a su rival para agredirlo, provocando un tremendo revuelo. No lo podían separar. Segovia mismo tiró un par de golpes para defenderse, mientras el ring se llenó de gente de seguridad, técnicos y hasta integrantes de la organización. Eso incluyó, abajo y arriba del ring, una protesta también vehemente de los allegados a García.

Pasados unos cuantos minutos de forcejeos y confusión -hubo también revuelo en el público entre los seguidores de uno y otro boxeador-, se restableció la calma. Fue entonces que le pidieron a García que fuera a disculparse y cuando lo hizo, injustificadamente volvió a provocar al rival.

Pero queda un detalle más, y no menor justamente. Como el fallo no había sido anunciado en forma oficial cuando se produjo la agresión de García, este debió haber sido descalificado por su conducta antireglamentaria.

O sea que Garcia que tanto se quejó, fue beneficiado dos veces, una por el cabezazo y otra por el escándalo, ya que por ambas situaciones merecía la descalificación. Y perdió el boxeo que, una vez más, se ve envuelto en quejas, bataholas y otras yerbas.

En el boxeo siempre se respetaron y aceptaron los fallos, aunque haya derecho a a protesta. Pero una cosa es la protesta formal y otra el movimiento en patota. Si a esto le sumamos al ataque de vándalos hace unas semanas y tambien en la Federación Argentina, que terminó con la rotura de butacas y la suspensión de la velada, debemos pensar que las cosas no están funcionando bien.

Los primeros en dar el ejemplo de la caballerosidad del boxeo, suelen ser los boxeadores que, cuando terminan una pelea, se abrazan y felicitan mas allá del resultado. No siempre pasa así, y aunque a nadie le gusta perder, también es cierto que ir a la agresión directa a un rival es un acto que debe ser severamente sancionado.

Se impone un replanteo de situaciones. Desde aquellos que están cerca del ring y no tienen nada que ver con la organización y autoridades, hasta la posibilidad de que el veedor pueda tener una autoridad que ahora no posee, pasando también por un repaso por los reglamentos para los árbitros, técnicos y boxeadores.

Solemos decir que los peores enemigos del boxeo están en el boxeo mismo y, lamentablemente, sentimos de que no estamos tan equivocados. Una pena, otra más a sumar para el decaído boxeo argentino de hoy.