Eluney duerme, tranquila y abrigada en manos de su mamá Micaela. Es muy pequeña aun para comprender lo que significa esta congelada mañana de julio. Eluney duerme mientras a su alrededor hay clima de fiesta: se nota en la gente, en los rostros sonrientes y en los gestos amplios y amistosos.
No es para menos, porque en esta gélida mañana de julio, en donde hay menos de 2 grados bajo cero de temperatura, todo es mucho más cálido aquí adentro, en una de las salas del Aeropuerto Internacional de Ezeiza. Ha llegado el avión, procedente de Estados Unidos, luego de un larguísimo recorrido que comenzó en Japón.
Ha llegado Fernando Martínez, ha llegado con él la alegría de todo un pueblo boxístico, ha llegado con él la alegría del encuentro, ha llegado con él un cinturón, pero pronto tendrá el otro. Dos cinturones, campeón mundial unificado, tremenda victoria en Tokio. La madrugada del domingo 7 de julio fue el momento en el que, a través de ESPN KNOCK OUT, se consagró con una gran victoria frente a Kazuto Ioka, ahora ex campeón mundial super mosca reconocido por la Asociación. Seguramente usted la vio y la puede volver a ver por Disney + o de nuestro canal de Youtube.
Duerme ajena a todo Eluney, la pequeña hija de Micaela y Fernando, cuando llega el momento del reencuentro. Si afuera hace mucho frio, aquí adentro del aeropuerto se siente la tibieza del amor familiar, el calor de los amigos, la temperatura de la victoria.
“Creo que todavía no me desperté del todo”, nos dice. “Pero aquí estoy, contento de hacer leyenda, feliz porque gané muy bien, por lo que se logró en Japón, fue una victoria tremenda ante un gran campeón”, dice, y sonríe y se ríe cuando siente a su alrededor a sus seres queridos.
Junto a él está Rodrigo Calabrese, su técnico, está Pileta, el primo hermano de Marcos, el hombre de que realizó dos tremendas peleas con Floyd Mayweather y que también estuvo en Tokio, alentándolo. Si, el “Chino” que como es su costumbre, le cede el protagonismo al campeón, al Puma.
“Ahora se nombran a muchos como futuros rivales y yo, la verdad, estoy dispuesto a pelear con el que venga, como debe ser, pero por ahora quiero estar con la familia, disfrutar de todo esto”, afirma mientras un grupo bullanguero le pone marco a sus palabras.
Por allí se supo de un desafío de Jesse “Bam” Rodríguez, el campeón WBC con 20-0-, 13 nocauts, realizado junto con Robert García, el último gran técnico del Chino Maidana. Pero mientras Calabrese se sonríe casi enigmático, el Puma exhibe su cinturón, mientras espera el otro, el que le arrebató a Ioka.
Están, como no podía ser de otra manera, los Bomberos Voluntarios de la Boca, en donde estuvo entrenando y entrena, y que lo escoltarán a su barrio, el del Conventillo, el de los sueños ahora hechos realidad.
“Hablar de futuro todavía es un poco prematuro”, firma Calabrese. “Pero de los nombres que se barajan y por todo lo que pasó en Japón, creo que el más probable como futuro rival es Kosei Tanaka (campeón WBO, que fue vencido por Ioka en su única derrota, con 20 triunfos y 11 nocauts), porque las ofertas seguramente serán mejor y convenientes. Es cuestión de esperar”, afirma.
La victoria de Martínez (ahora con 17 peleas, todas ganadas, con 9 nocauts) y que fue vista a través de ESPN KNOCK OUT, lo ha catapultado de otra manera. Se registra en la cantidad de medios periodísticos que lo esperan, en la curiosidad de la gente. Por ahí está Agustín Gauto, su gran compañero de gimnasio en Argentina y de concentración en Las Vegas, por ejemplo.
“Esta vez no tengo la lista de saludos”, afirma Martínez riéndose. “Pero quiero que sepan que este triunfo es para todos los argentinos, para el boxeo argentino, que espero seguir así y peleando con quien sea, como campeón que soy”. Y sonríe el Puma, se lo va llevando la gente, sus familiares, sus amigos, sus admiradores.
Se va el Puma, se va rumbo a su casa, mientras se despide de sus admiradores, mientras se trepa a la Autobomba con Calabrese y Pileta, mientras el sol brilla más que nunca, a pesar del frío. Vuelve a casa el campeón, pero más que nada, vuelve el hombre, e padre de familia, el amigo de todos, el de la humilde sonrisa y las lágrimas de triunfo después de semejante victoria en Tokio
. Mientras tanto, Eluney, en brazos de mamá Micaela, sonríe, ya despierta ahora, porque ha llegado papá, porque papá ha vuelto a casa.