Jake Paul empezó a boxear cuando cumplió 21 años y lo que inició como una pelea entre 'YouTubers' se convirtió en una obsesión para ser campeón mundial.
Para Jake Paul (10-1, 7KOs) pareciera que no hay imposibles. Quiso ser YouTuber en 2013 y lo consiguió, saltó a la actuación y fue parte de Bizaardvark, decidió ser cantante y grabó más de 10 canciones, mientras paralelamente se encaminaba al mundo empresarial. En 2018, con 21 años, el boxeo tocó su puerta y, tres años después, de acuerdo con la Revista Forbes se embolsaba 40 millones de dólares por tres combates.
Paul entendió rápidamente muy bien el concepto de que sobreviven las personas que mejor se adapten al medio y, ahora seis años más tarde de lanzar por vez primera golpes en el ring, se enfrentará el 15 de noviembre a Mike Tyson, el legendario peleador de los pesos pesados, no sin antes confesar que Tyson es solamente una estación camino a su objetivo final: ser campeón mundial.
Así ha sido la evolución boxística de Jake Paul.
Descubrió el boxeo
En su primera pelea de exhibición en 2018 contra el también YouTuber Deji Olatunji, siendo coestelar del combate entre su hermano Logan Paul y KSI, Paul se mostró más como YouTuber que boxeador. Era como un niño aprendiendo a caminar sobre el ring, sin manejo de la distancia y una defensa raquítica que hizo que le explotaran la nariz temprano en el combate, pero dejó algunas señalas positivas: poder en su mano derecha y buena reacción tras recibir golpes de contundencia. Paul no retrocedía, mostraba la valentía natural que se le pide a un pugilista.
En 2020 anunció que debutaba como profesional y en sus dos primeras peleas ante el YouTuber inglés Ali Eson Gib (KO1) y el exjugador de baloncesto Nate Robinson (KO2), continuó exponiendo su principal herramienta de extermino: su mano derecha en volado, una bendición divina convertida en antídoto para sus rivales. A pesar de verse descoordinado con Gib y sufrir el ímpetu de Robinson, Paul hizo rugir a la multitud con el nocaut, el éxtasis del boxeo, aunque el éxito económico lo había asegurado con su genio empresarial creando empresas ligadas a las apuestas y promoción de eventos, para el deportivo había un maratón por recorrer.
Paul decidió incrementar el nivel de exigencia. Ya su apetito boxístico pedía un poco más, pero aún no estaba listo para chocar ante verdaderos boxeadores, por eso eligió a tres expeleadores de artes marciales mixtas: Ben Askren, Tyron Woodley y Anderson Silva, noqueando a dos de tres, pero enviando a todos a la lona con su potente derecha. Askren le duró apenas un asalto, a Woodley lo derrotó en una decisión dividida y luego por KO en seis vueltas y a Silva lo mandó a la lona en el octavo, pero sobrevivió hasta el final. En esas cuatro peleas Paul moldeó su boxeo. Ya no se veía robotizado sobre el ring, hizo un mejor manejo del jab, asumía muy bien el papel de protagonista llevando la iniciativa y cuando era muy golpeado obligaba inteligentemente el amarre, hasta supo conducir el combate muy bien con Woodley cuando le partió la frente por un cabezazo accidental. Aquí podríamos decir que Paul empezaba a verse más pugilista que YouTuber.
La pelea que le abrió los ojos
Tres años después de su debut como profesional y cinco desde su primera pelea de exhibición, hubo una reyerta que le abrió los ojos a la realidad del mundo del boxeo: la derrota contra Tommy Fury. Esa pelea marca un quiebre en la novel carrera de Paul, porque Fury, siendo un boxeador limitado, aprovechando la fama del hermano para caminar en el noble arte, reflejó muchas carencias naturales en el aprendizaje del norteamericano, sin embargo, al mismo tiempo volvió a dejar destellos prometedores como enviarlo a la lona con un cruzado en corto de izquierda. Tras la pelea quedó un sabor agridulce en Paul, quien se desahogó contra el exluchador Nate Díaz al aplastarlo en 10 asaltos.
Quiere ser campeón mundial
Desde finales de 2023 fue como si Jake Paul tomara aire y se diera una cachetada para la reflexión. Lo que inició como un simple juego para emocionar a sus seguidores se había convertido en una obsesión y lo decía abiertamente: “Quiero ser el primer YouTuber que se convierte en campeón mundial”, previo al combate ante Andre August (10-1-1, 5KOs) en Florida, un peleador con credenciales reales a quien noqueó en un solo asalto. Repitió la dosis en Puerto Rico ante Ryan Bourland (17-2, 6KOs) y los entendidos del boxeo empezaron a tomarlo más enserio.
En su última pelea frente al exluchador y kickboxer Michael Perry a quien noqueó en seis asaltos, mostró un crecimiento impresionante. De aquel peleador descoordinado sin manejo de la distancia, incapaz de cerrar espacios y concatenar combinaciones precisas y constantes pasó a pensar y actuar como un verdadero pugilista con un estilo definido, trabajando muy bien el contragolpe y al mismo tiempo la agresividad, retrocediendo sin dejar de tirar combinaciones, asimilando muy bien el castigo. A pesar que Perry carecía de buena defensa, fue una gran prueba en materia de ofensiva para Paul, al que ya no se le ve como ‘un loco’ con pretensiones estratosférica en el peso crucero.
Tyson, la próxima víctima
De acuerdo con declaraciones de Jake Paul a los medios de comunicación en conferencia, señaló: “Estoy aquí para ganar 40 millones de dólares y noquear a una leyenda”, corroborando un secreto a voces, que Netflix colocaría 80 millones de dólares en bolsas y se repartiría en partes iguales.
Aunque noquear a Mike Tyson no significará absolutamente nada en términos de impulso deportivo por los 58 años que tiene encima y su pasado desordenado, fácilmente se interpreta el combate como otra estación para recargar ‘gasolina bancaria’ en la carrera por alcanzar el sueño pendiente: ser campeón mundial.