MÉXICO -- Siempre ha sido mi peleador favorito, fue una máquina de tirar golpes, un dechado de virtudes, tocado por los dioses del boxeo, con condiciones fantásticas. Logró coronarse muy temprano en su carrera y alcanzó a realizar 9 defensas del título mundial pluma del CMB.
Salvador Sánchez fue especial, podía pelear hacia adelante o hacia atrás, tenía largos brazos, gran puntería y un gancho de izquierda de gran calidad. Alternaba perfectamente su castigo arriba y abajo, además de poseer la más increíble condición física que me haya tocado presenciar en un peleador. Su poder de recuperación era completamente atípico, en 25-30 segundos pasaba del agotamiento extremo a la recuperación total para iniciar otro round.
Sánchez logró hacer una carrera maravillosa en una época muy difícil donde ser campeón del mundo tenía otro valor, había que pelear a 15 rounds en los combates con título de por medio.
Salvador Sánchez fue un ídolo de los mexicanos, algo que pocos han logrado a lo largo de la rica historia del boxeo nacional; Salvador se unió al “Toluco” López, al “Ratón” Macías, al “Púas” Olivares y entró en un selecto grupo donde el cariño del público perdona todo.
Sus victorias ante el “Coloradito” López, Juan Laporte, Rubén Castillo ya anunciaban la calidad de este joven peleador mexicano, ganaba con autoridad y crecía noche tras noche sin siquiera acercarse a su madurez como ser humano y como boxeador.
Su triunfo ante Wilfredo Gómez es todavía considerado como la victoria más grande en la historia del boxeo mexicano. Gómez era una maravilla de peleador, quizás, el mejor súper gallo de la historia, el “niño de las monjas” ha sido el mejor peleador puertorriqueño de todos los tiempos, un tipo que llegó a realizar 17 defensas de su título y las ganó todas por la vía del nocaut.
Gómez había masacrado a Carlos Zárate en octubre de 1978 cuando el “Cañas” subió de gallo a súper gallo, y esa fue una derrota que caló hondo en el público mexicano; por ello el triunfo de Sal Sánchez ante Gómez fue una victoria muy celebrada, un combate inolvidable en donde el boricua subió a los pesos plumas para retar al mexicano, y terminó siendo barrido en el ring por un torbellino que buscaba vengar la afrenta de años anteriores.
Salvador Sánchez murió apenas a los 23 años de edad, un accidente automovilístico cortó la vida de un joven que tenía todo por delante, pero con lo hecho en el ring, ya había asegurado un lugar en el salón de la fama y en la historia del boxeo mexicano.
Un fuera de serie, que quizás no era tan estético en su boxeo como algunos otros, pero que derrochaba resistencia, capacidad, furia, pegada y carisma. Un joven inolvidable que todavía lloramos los que adoramos al boxeo. Sánchez, se dio el lujo de meterse entre la crema y nata del deporte mexicano con una carrera meteórica, pero llena de éxitos.
Fueron dos años y medio como campeón mundial de peso pluma, 9 defensas, victorias ante el mejor puertorriqueño de la historia y ante el mejor peleador africano de todos los tiempos: Azumah Nelson, a quien terminó noqueando en 15 episodios en una gran pelea.
Salvador Sánchez logró colarse al top ten en la historia del boxeo mexicano, yo lo pondría justo detrás del último ídolo azteca Julio César Chávez, lamentablemente, nunca sabremos qué hubiera ocurrido con la carrera de Sánchez, faltaba mucho camino por recorrer, antes de su fallecimiento se hablaba de la revancha con Gómez, de enfrentar a Mario Miranda, del posible enfrentamiento con Alexis Arguello.
Hasta un hipotético combate con Chávez ha dominado la plática cada vez que se hace referencia a Salvador Sánchez, pero, con una carrera truncada, con una historia inconclusa y poder estar en la misma charla que el “Púas”, Chávez, “Finito”, Márquez, Morales, Barrera, Zárate, Canto y compañía es un gran homenaje para el ídolo de Santiago Tianguistenco.
Un talento inolvidable, un peleador irrepetible.
Sal Sánchez se fue hace 38 años, y el boxeo mexicano ha tenido bálsamos para aminorar el dolor de su partida, pero no se ha podido recuperar del todo y quizás nunca lo hará.
Que el boxeo nunca te olvide, no te lo mereces. Un peleador eterno, grande entre los grandes.
Descansa campeón.