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El plan para vencer a Canelo: lo que la historia le enseña a Crawford

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Canelo Álvarez: "Al son que me toquen bailo" (4:33)

El multicampeón mexicano no se dejó intimidar por Terence Crawford durante el careo de la gira promocional. (4:33)

Terence Crawford tendrá uno de los retos más complicados en el boxeo: subir dos categorías ante un monarca sólido e indiscutido como es Canelo Álvarez.


Terence Crawford se enfrentará, a sus 38 años, al reto más grande de toda su carrera, y no es precisamente Canelo Álvarez.

La calidad de Canelo no está en discusión, pero Crawford —monarca indiscutido en dos ocasiones y verdugo de rivales peligrosos como Shawn Porter y Errol Spence Jr., ambos en su mejor momento— no agacha la cabeza ni se intimida ante la grandeza del mexicano.

El verdadero desafío para el oriundo de Omaha, Nebraska, será vencer al mexicano, subiendo dos categorías, con las consecuencias que eso implica: 14 libras de diferencia de su última categoría y, posiblemente, más de 20 libras menos que Canelo el día de la pelea tras la rehidratación.

La historia del boxeo es tan amplia que ofrece muchos espejos en los que mirarse para no repetir errores. Crawford debe evitar actuaciones como las de Amir Khan (vs. Canelo), Guillermo Rigondeaux (vs. Lomachenko), Juan Manuel Márquez (vs. Mayweather) o Mikey García (vs. Errol Spence). Todos ellos subieron dos divisiones y fueron sombras de su verdadera grandeza: la diferencia de peso fue determinante.

En cambio, hay tres combates de los que Crawford puede tomar apuntes:

Sugar Ray Leonard vs. Marvin Hagler (1987)

Este combate tiene demasiadas lecciones para Crawford. Leonard aceptó pelear tras tres años retirado, saltando de 147 a 160 libras, donde Hagler poseía los títulos AMB, CMB y FIB. Leonard impuso tres condiciones: ring más grande, guantes de 10 onzas (en vez de 8) y combate a 12 asaltos (el CMB ya había aprobado el cambio).

Tras la experiencia de la primera pelea contra “Mano de Piedra” Durán —donde se quedó al intercambio—, Leonard aprovechó al máximo la amplitud del ring y controló el ritmo. Fue escurridizo, golpeaba y retrocedía, usó sus piernas como principal arma para desconcertar a Hagler, amarraba en corto y alternó momentos de guerra en las cuerdas para deleitar al público. Aunque en 1987 algunos periodistas lo acusaron de ponerse “los patines”, la pelea tuvo intercambios intensos y ambos pusieron a prueba su quijada.

Leonard cumplió su objetivo: quebró los pronósticos que lo colocaban muy por debajo (1-4).

Manny Pacquiao vs. Oscar De La Hoya (2008)

Aunque la pelea no ofrece mucho desde lo técnico —De La Hoya llegó deshidratado, pesando 145 libras en el pesaje y 147 el día de la pelea, contra 142 y 148 de Pacquiao—, el filipino subió de ligero a welter mientras De La Hoya había peleado antes en mediano y superwelter. La bajada de peso lo destrozó.

Lo rescatable fue que el equipo de Pacquiao se enfocó en cómo ganar peso sin perder velocidad ni fortaleza. No se obsesionaron con cuánto pesaría el rival, sino que hicieron una evaluación física del propio Pacquiao, que incluso cedió peso en el pesaje y subió poco para el día de la pelea. Crawford deberá encontrar ese punto exacto en el que su velocidad y pegada no se comprometan, pero evitando que la diferencia de peso permita a Canelo imponer su potencia y convertir la noche en una pesadilla, como le pasó a “Mantequilla” Nápoles contra Carlos Monzón.

Adrien Broner vs. Pauli Malignaggi (2013)

Este combate le ofrece a Crawford una visión diferente. Broner, considerado entonces la próxima superestrella, subió de 135 a 147 libras para enfrentar a un campeón establecido como Malignaggi.

Aunque no hay datos oficiales de su peso el día de la pelea, Broner lucía más grande. Apostó por una defensa a lo Mayweather con cintura y hombros, absorbiendo la alta cadencia de golpes de Malignaggi. No rehuyó, pero tampoco se quedó abierto al intercambio: esquivaba, golpeaba y se desgastaba poco, con una precisión quirúrgica en su recto de derecha y su jab de izquierda. La decisión fue dividida, pero quedó claro que el manejo del combate y, sobre todo, la preparación física marcaron la diferencia.

La gran incógnita es qué camino elegirá Crawford con su físico: ¿Sacrificará velocidad por peso y potencia, o cederá en masa para conservar las habilidades que lo han llevado a ser uno de los mejores de la década?