Entre 1958 y 1970, Brasil se consolidó como la mejor selección de fútbol jamás vista levantando el codiciado trofeo Jules Rimet en tres de los cuatro torneos de la época. Una gesta que incluso hizo que la verde-amarela obtuviera la Copa del Mundo en propiedad y se tuviese que crear un reemplazo, que es el tradicional trofeo que vemos hoy en día.