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Mac Jones de los Patriots, el hombre en medio de la incertidumbre

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¿Cómo pinta el panorama para los playoffs en la AFC? (1:38)

Lalo Varela nos da una perspectiva de cómo podrian darse la postemporada para la AFC. (1:38)

Apenas dos años después de llegar al Pro Bowl como novato, el quarterback que brilló al salir de Alabama ahora no tiene un futuro claro en la NFL


Mac Jones está frente a su casillero --un metal viejo, con color agua sucia del lavaplatos-- en el vestidor del equipo visitante en el MetLife Stadium. Cambió su uniforme de los New England Patriots por unos pants negros y una sudadera con capucha en color gris, un conjunto sombrío que va acorde con su estado de ánimo. Nunca se da vuelta, solo dirige su mirada hacia el casillero, inclinándose ligeramente hacia adelante, como si entrando pudiese encontrar un escape de este desastre.

Los modestos Patriots acaban de caer ante los modestos Giants, 10-7, su novena derrota de la temporada. Fue un juego miserable que, para Mac Jones, terminó con su cuarto viaje a la banca este año y el segundo en la misma cantidad de partidos.

Por encima del hombro de Mac Jones, un empleado de los Patriots grita una vez, luego dos veces: "¡Bailey está en el podio!". Y es una sensación extraña, como si cayera sal en la herida, este anuncio de que Bailey Zappe, el hombre a quien se le ha encomendado la tarea de sacar a Mac Jones de su miseria hoy, y durante gran parte de esta temporada, está presente en la conferencia de prensa posterior al juego. Mientras tanto, Mac Jones --alguna vez considerado como el futuro de esta franquicia-- guarda los restos de otro esfuerzo fallido en una enorme bolsa del equipo. Ahí va la protección para el pecho que usó para la primera intercepción que lanzó, un envío apoyado en su pie trasero hacia la triple cobertura que Deonte Banks de los Giants convirtió en una intercepción en la que solo puso las puntas de los pies en el suelo como si estuviera bailando ballet. Ahí va el casco que tenía puesto en la segunda intercepción en la que entró en pánico, cuando sus bloqueos implosionaron de la misma forma que su toma de decisiones.

Unos minutos más tarde, ese mismo empleado de los Patriots escolta a Mac Jones al podio. "Realmente tengo que mirar el espejo y seguir adelante", dice. "No voy a renunciar".

Reafirma su devoción por este juego, incluso cuando parece derrotado. Dos semanas antes, luego de su tercera visita a la banca contra los Colts --esa vez al otro lado del océano en Alemania-- llegó al podio con los ojos enrojecidos y la voz temblorosa. No se ve mucho mejor esta noche, aunque sí un poco más firme. Quizás menos impactado y más duro.

Después de unos eficientes tres minutos detrás del micrófono, Mac Jones sale por una puerta lateral, agarra un maletín de cuero negro en una mano y otro maletín en la otra, luego se abre camino a través de las entrañas del estadio, con el rostro sombrío, como si estuviera saliendo de una entrevista de trabajo en la que falló de manera espectacular.

Hace una rápida parada en la mesa del buffet del equipo, donde --pareciendo a todo el mundo como un hombre que no podría soportar un bocado-- todavía analiza las opciones: pollo, fruta, galletas. Toma algunos bocadillos para el camino, luego avanzó por un pasillo, caminando detrás de la pared gris que separa a los jugadores del resto de los empleados del estadio, que están ocupados desmontando el MetLife. Mac Jones se dirige hacia las puertas del estacionamiento que esperan abrirse, revelando la niebla incesante en North Jersey. Ahí es donde el autobús del equipo está parado, listo para llevarlo de regreso a New England, y a un futuro allí que está tan nublado como esta noche.


Tres días después, Mac Jones está solo y ligeramente alejado, con las manos metidas en los bolsillos, para mantenerse un poco abrigado en esta tarde de finales de noviembre. Unas cuantas yardas delante de él, Zappe toma la mayor parte de las repeticiones durante la parte de la práctica abierta a la prensa; Malik Cunningham, quien ni siquiera ha practicado como mariscal de campo desde la Semana 6, realiza un puñado; Mac Jones no recibe ninguna.

Su futuro inmediato se ha vuelto más claro: Mac Jones ya no es el quarterback titular de los Patriots, al menos por esta semana.

Para cuando llegó el domingo y el juego contra los Chargers, Mac Jones prácticamente era un fantasma. No salió para los calentamientos previos al juego. En los últimos minutos antes del inicio, va al medio campo y choca las manos con una columna de jugadores de los Patriots que pasan junto a él, pero esa es la única vez que estará dentro del campo ese día. Y en el vestidor después de otra catástrofe de los Patriots, una en la que él no tuvo nada que ver --una derrota por 6-0 y la poco honrosa hazaña de convertirse en el primer equipo desde los Chicago Cardinals de 1938 en permitir 10 puntos o menos y perder en tres juegos consecutivos-- está perdido por completo. David Andrews mira fijamente su casillero y luego se pasa las manos por la cara. Jabrill Peppers camina por el centro de la habitación y pasa por encima del logo de los Patriots, usando un par de auriculares y un semblante enojado. Sólo logra mover la cabeza. Por esta noche, por ahora, la única señal de Mac Jones es su casillero abierto y una sudadera blanca de Alabama colocada sobre su silla, un recordatorio solitario de tiempos más felices y prósperos.


Fue al mismo tiempo difícil pasar por alto y presenciar el momento --o al menos el momento más reciente-- en el que Mac Jones se quebró frente al mundo, hace dos domingos contra los Giants. Encorvado en el suelo, dobló los codos a su costado y luego enterró la cara en el césped del MetLife Stadium. Acababa de taclear a Bobby Okereke de los Giants, 55 yardas después de que Okereke devolvió un pase que Mac Jones lanzó apoyado sobre su pie trasero (nuevamente), que estuvo desviado del objetivo previsto por Mac Jones por aproximadamente cinco yardas (nuevamente), que fue interceptado (otra vez). En ese momento, doblado, parecía un hombre en busca de oraciones, tal vez de misericordia. No esto. No otra vez.

Y, sin embargo, ahí estaba, haciéndolo de nuevo, tomando terribles decisiones al tiempo que mostraba una técnica realmente pobre, precisamente lo que parecía tan improbable que hiciera hace apenas unos años. Si bien nadie iba a confundir a Mac Jones con Patrick Mahomes o Joe Burrow al salir de la universidad, tenía, al menos, un historial comprobado en Alabama que demostraba que podía compensar una falta de atleticismo con fundamentos inexpugnables. No forzaba el balón. Podía conectarse con el receptor desmarcado. No tenía ningún problema para aceptar el golpe. Movía a los profundos con la vista para llevar el balón campo abajo. Tenía buena anticipación. Sexy no era, pero estaba sano y salvo.

No sorprendió a los altos ejecutivos de la NFL con un cañón como el de Josh Allen o la habilidad sobrehumana de Jalen Hurts para hacer sentadillas con 600 libras; en cambio, los cautivó con su inteligencia en el campo. Un ex cazatalentos de la NFL que estudió de cerca a Mac Jones en el período previo al draft del 2021 dice que era, de lejos, el candidato más impresionante con el que habló su equipo ese año, en lo que respecta a su visión del fútbol americano.

Interrogaron a Mac Jones sobre lo que haría si viera una rotación de profundos, o cómo ajustaría la protección si viera a un defensivo acercarse, y cada vez, Mac Jones los dejaría maravillados por su comprensión del problema en cuestión. "Recuerdo que después de que lo entrevistamos, pensamos: 'Vaya, es muy inteligente'", señala el cazatalentos.

Si nadie más iba a confundir a Mac Jones con Mahomes o Burrow, él tampoco iba a confundirse con ellos. Mac Jones sabía exactamente quién era y quién no era. ¿Pensaban que su falta de explosión era cómica? Él también, razón por la cual se rió de sí mismo y de su decisión de lanzarse de cabeza al césped en lugar de intentar alejarse de un defensivo en sus días en Tuscaloosa. ¿Entonces, no te sorprendió su destreza física? A él tampoco, y así es como terminó hace tres años, hace toda una vida, en medio de la carrera como finalista por el Trofeo Heisman.

"Solo tienes que conocer tus límites", indicó en el 2020. "No voy a correr hacia mi izquierda y tratar de lanzar el balón 80 yardas campo abajo como [otros] muchachos probablemente pueden hacerlo ".

Luego se rió.

Pensó que podía reírse de sí mismo, porque sabía que incluso si parecía un bufón, hablaba en serio en aspectos importantes: obsesionarse con los libros de jugadas, estudiar minuciosamente cada ángulo de los videos como si la película de un juego fuera la película de Zapruder (un enfoque que varios de sus compañeros de los Patriots dicen que sigue vigente. "Él estudia la cinta. Vio más videos que cualquier otra persona que haya conocido", dice Will Grier, quien, durante gran parte de la temporada, ha compartido la sala de quarterbacks de New England con Mac Jones .)

Así que fue lo suficientemente atrevido como para convencer a Nick Saban. Era lo suficientemente tonto como para molestar a los linieros defensivos cuyas piernas eran más gruesas que las suyas juntas. Estaba lo suficientemente seguro de sí mismo como para tomarse el fútbol americano muy en serio. ¿Ese descaro, esa alegría, esa seguridad en sí mismo? Puede que no haya desaparecido por completo, pero ha sido perforada, reventada como un globo bajo la presión de lo que está tratando de arreglar sobre sí mismo y sobre su juego en New England.

Testigos de otro día y otra caída: en los últimos minutos contra los Colts, Mac Jones soltó un pase con desesperación. Lanzó apoyado sobre su pie trasero, solo para ver cómo el balón caía a unas 10 yardas de su receptor, quien se desmarcaba rumbo a la zona de anotación, hacia los brazos de un defensivo.

"Puede hacer ese lanzamiento 99 veces de 100", dice una fuente cercana a la situación. "Con sus ojos cerrados".

Alguna vez podía; esta versión de Mac Jones no. Quizás lo más alarmante es que no puede hacerlo, al menos en este momento.

"Sigue siendo Mac. Pero se nota que ha recibido algunas balas", dice la fuente. "Puedes verlo en su cara. Puedes verlo en sus ojos. Puedes ver cómo se ha desinflado".


Sólo por un instante el domingo contra los Giants, esa actitud se transforma en autoprotección. O algo ligeramente parecido a eso.

Mac Jones se para frente al micrófono después del juego, respondiendo preguntas sobre qué está mal (¿es mental o mecánico?) y cómo se siente cuando algo sale tan mal (¿cómo puedes seguir regresando al trabajo cuando todas las semanas arrojas los mismos resultados?). Luego, un reportero le pregunta a Mac Jones, a quien le ha resultado casi imposible tener éxito en estos últimos dos años en New England, si siente que está en la mejor posición para triunfar.

Apunta el dedo a sí mismo: "Es mi trabajo salir y jugar bien sin importar las circunstancias", no responde exactamente la pregunta tal como se plantea. Cuando un segundo periodista sigue por esa misma línea, Mac Jones, por un momento, se quiebra.

"Acabo de responderlo. Gracias", dice. Deja escapar una risa, breve y rápida, lo suficiente como para dejar en claro que en realidad no encuentra nada de esto gracioso. "No sé lo que quieren que diga".

Después de todo, es mucho pedirle a alguien en caída libre que señale el momento en el que tropezó sobre el acantilado.

¿Mac Jones está roto? ¿O los Patriots lo rompieron?

En formas que parecen desafiar la gravedad del siglo XXI, los Patriots, como equipo, son un desastre. La línea ofensiva frente a Mac Jones está hecha de retazos, y se nota: New England tiene la peor tasa de éxito en bloqueo de pases de la liga, 44.3 por ciento; es decir, la línea es capaz de sostener sus bloqueos durante 2.5 segundos en menos de la mitad de las veces que se retrasa para lanzar. Y las armas a las que está lanzando para formar una de las unidades menos inspiradoras de la NFL: los receptores de los Patriots son los últimos en yardas de separación (3.06) y los penúltimos en porcentaje de jugadas en las que están desmarcados (18.3 por ciento).

Son demasiados obstáculos que superar, sin mencionar una serie de fallas en el equipo que han dejado a Mac Jones tambaleándose. Tomemos, por ejemplo, la química que Mac Jones había construido con Jakobi Meyers, uno de los únicos puntos brillantes del año pasado entre los receptores, sólo para que el equipo dejara que Meyers se fuera a Las Vegas en la temporada baja. Luego, los Patriots adquirieron a JuJu Smith Schuster, un receptor de ranura en situación similar, por aproximadamente el mismo golpe financiero, pero sin toda la química establecida. Un carrusel de coordinadores ofensivos contó con tres entrenadores diferentes durante los tres años de Mac Jones en New England. Luego estuvo el experimento completamente fallido de entregar las llaves de la posición de quarterback y la ofensiva el año pasado a un par de entrenadores --Joe Judge y Matt Patricia-- con muy poca experiencia en quarterbacks y ofensivas en sus currículums.

Sin embargo, si los Patriots le han hecho pocos favores a Mac Jones, Mac Jones se ha hecho aún menos favores a sí mismo. El año pasado enfrentó un cambio poco común en la NFL, gracias a la extraña promoción que hizo Belichick de Judge, un entrenador veterano de equipos especiales, a entrenador de quarterbacks, y de Patricia, un coordinador defensivo establecido, a coordinador ofensiva. Sin embargo, Belichick después trajo de vuelta a Bill O'Brien, una mente ofensiva acreditada, para la temporada del 2023, y Mac Jones se las arregló para... jugar peor.

Veamos estos números: tiene el tercer peor QBR esta temporada (36.4; solo por delante de Bryce Young y Zach Wilson). Tiene el peor QBR, punto, cuando no es presionado (49.2). Tiene cuatro pases completos en 29 intentos de 20 o más yardas, y falla sus envíos en el 48.3 por ciento de esos pases (solo Baker Mayfield y Aidan O'Connell son peores). Su juego de pies es pobre. Se pone nervioso. Está tomando decisiones desconcertantes.

Al final, es el enigma más desalentador e indescifrable del fútbol americano. Quizás los Patriots destrozaron a Mac Jones . O tal vez el techo de Mac Jones nunca fue tan alto en esta liga, por lo que estaba preparado para derrumbarse.

"No está al nivel de Mahomes", dice un cazatalentos. "Si pudieran protegerlo mejor, por supuesto que sería un mejor jugador. Si tuviera mejores cosas a su alrededor, podría ser un mejor jugador. Pero esa es la diferencia. No tiene el talento suficiente para superar la falta de jugadores a su alrededor".

Todo eso deja a Mac Jones y los Patriots como el matrimonio más infeliz de la liga: un mariscal de campo, que hace apenas dos años tuvo una temporada de Pro Bowl como novato, tiene un futuro incierto en el fútbol americano, al menos como titular en New England. Quizás en cualquier lugar.


Si la historia sirve como algún tipo de guía, cuando Mac Jones mira hacia adelante, cuando intenta adivinar lo que viene después --no solo en estas últimas cinco semanas de la temporada 2023, sino el año que viene, y el año siguiente-- el panorama es severo. Por cada Jared Goff, que se hundió como quarterback en la NFL y logró darle una nueva vida a su carrera, hay un Carson Wentz, un Josh Rosen y un Zach Wilson. Por cada Tua Tagovailoa, que se desvaneció, pero después se elevó, hay un Mayfield, un Sam Darnold y un Mitch Trubisky. El camino hacia la reinvención no es intransitable, pero sí complicado.

Públicamente, Mac Jones insiste en que quiere reinventarse justo donde está, aquí, en New England. Aunque Goff necesitó un nuevo comienzo en un nuevo equipo y Tagovailoa necesitó un borrón y cuenta nueva bajo un nuevo cuerpo de entrenadores, Mac Jones dice que no está buscando un nuevo comienzo.

Ingenuamente, tal vez. Devin McCourty, quien pasó 13 años en la liga y todos ellos en Foxborough, cree que un nuevo comienzo es precisamente lo que Mac Jones necesita. "Creo que Mac estará en la NFL por una buena cantidad de tiempo. Digamos de 10 a 15 años. No sé a qué nivel. ¿Será un mariscal de campo titular y ganador del Super Bowl? Sólo el tiempo lo dirá. ... Pero creo que será difícil que eso sea en New England".

Aun así, Mac Jones no ha sacado la bandera blanca. Es determinado hasta el extremo o le encanta absorber castigo --tal vez ambas cosas--, pero muchos de sus compañeros de equipo dicen que eso es exactamente lo que les gusta de él.

Incluso si esos compañeros están listos para un cambio, cualquier cambio, en el puesto de quarterback (y McCourty, después de pasar tiempo con el equipo la semana pasada, cree que así es), incluso si se sienten desgastados por cómo se ha desarrollado esta temporada (y Grier indica que así es; "Definitivamente es un vestidor lleno de gente que busca respuestas, gente que no está contenta") y aprecian que Mac Jones siga luchando por un día más. Después de terminar la práctica, un puñado de jugadores llega al vestidor y dice lo mismo.

"Cada vez que llego aquí, aunque sea temprano, su camioneta siempre está ahí", dice Cole Strange, el liniero ofensivo de los Patriots. "Cuando salgo, normalmente está ahí. Lo respeto, porque a veces, cuando te va mal, simplemente quieres alejarte".

Mac Jones hace una breve aparición en el vestidor, después de la práctica. Se pone un par de zapatos nuevos, luego lanza el mensaje, sin dirigirlo a nadie en particular: "Es hora de hacer ejercicio", luego se va tan rápido como llegó, pasando por un par de puertas y un letrero que indica que es el gimnasio. A su paso, su casillero --este brillante y amplio, muy lejos del que tenía en MetLife-- muestra el contenido de su vida como Patriot. Un par de cascos pulidos en lo alto. Un traje gris, presumiblemente para su llegada antes del partido. Y en el lado izquierdo, pegado a la pared con cinta adhesiva, una impresión de "Man in the Arena". Su padre, Gordon, le presentó el famoso discurso de Theodore Roosevelt cuando era sólo un niño. Mucho antes de que llegara a esta ciudad o pusiera un pie en esta arena en particular. Antes de que Tom Brady --autoproclamado acólito de este mismo discurso-- se convirtiera en el rostro de esta franquicia y su dinastía. Antes de que Mac Jones jugara, luego prosperara y luego cayera en desgracia, a la larga sombra de ese acólito y su dinastía.

No es el crítico quien cuenta...

El crédito pertenece al hombre que realmente está en la arena...

Quién se equivoca, quién se queda corto una y otra vez...

Durante un tiempo, Mac Jones fue el hombre en la arena. Ahora se propone descubrir es quién puede ser él de nuevo.