Nota: esta pieza se publicó originalmente en diciembre del 2017, cuando los Miami Dolphins celebraron el aniversario N° 45 de su temporada invicta.
La de 1972 fue una campaña magnificente en la historia del futbol americano que llevó el nombre de los Miami Dolphins. El equipo de Florida concluyó una brillante temporada con marca perfecta de 14-0, antes de que la NFL extendiera el calendario regular a 16 partidos en 1978.
Desde entonces, los aficionados e incluso integrantes de aquel equipo, según se dice, celebran cuando el último club en mantener el paso invicto en la temporada tropieza, pues eso significa que la marca perfecta que lograron en ese calendario memorable es la única en la historia de la NFL, algo que da la impresión perdurará por siempre.
En el calendario 2007-2008, ya con el actual esquema de 16 juegos, los New England Patriots marcharon invictos ante la mirada impávida de los fanáticos de los Dolphins, pero la derrota frente a los New York Giants en el Super Bowl emborronó la temporada de los actuales campeones de la liga. Así, los Dolphins son los únicos dueños del trono en el reino de los imbatibles en un mismo calendario.
No se puede perder de vista que los Dolphins marcaron un hito en la historia del futbol americano moderno, puesto que en 1934 existió el precedente de una campaña perfecta por parte de los Bears, que acabaron invencibles en el Memorial Coliseum de Los Angeles, California.
Aquella temporada de 1972, los Dolphins tuvieron marca de 17-0, ya que tampoco tuvieron empate alguno y la rúbrica de esa campaña fue con una flamante victoria por 14-7 sobre los Washington Redskins en el Super Bowl VII.
A pesar de que increíblemente Miami tenía los pronósticos en contra en el Super Bowl de 1972 ante los Redskins (11-3 en la temporada regular), lució arrollador en la primera parte del juego con ventaja de 14-0 y sin permitir al equipo rival pisara su campo, salvo en una ocasión.
Aunque los rivales recortaron distancia hacia la última parte del juego, los Miami Dolphins terminaron con el brazo en todo lo alto. Jake Scott fue nombrado como el Jugador Más Valioso, luego de un par de intercepciones, la segunda de ellas, en la zona de anotación, y totalizó 55 yardas en regreso.
Dan Shula, el head coach del ese equipo legendario, consiguió el título en su tercera temporada al frente de Miami. Quizá uno de los mayores méritos de este entrenador fue su enorme capacidad para generar una química fortísima al interior del vestidor, pues esos Dolphins fueron un equipo joven y muy unido, con una cohesión que era palpable juego tras juego.
El roster de ese equipo tenía hombres como los de Nick Buoniconti, Larry Csonka, Larry Little, Bob Griese, Jim Langer y Paul Warfield, todos integrantes ahora del Salón de los Inmortales.
El equipo contó con el aporte de una muy buena defensiva que era de bajo perfil, tanto, que la denominaron “La defensa sin nombres”. Los famosos 'No-Names' como Manny Fernández y Bill Stanfill, alcanzaron notoriedad y los reflectores estuvieron sobre estos linieros defensivos.
En julio de 1997, el head coach Don Shula se unió a los seis miembros del Salón de la Fama de aquel equipo, en el recinto de Canton, Ohio, luego de ser un hombre brillante en la estrategia, tras diseñar un ataque terrestre que sencillamente resultó demoledor.
En la Semana 5 parecía que todo acabaría para los pupilos de Shula, pues su quarterback, Bob Griese se había lesionado y había sido reemplazado por un veterano de 38 años, Earl Morrall, quien sacó la casta y mantuvo la racha invicta, además de un triunfo en la postemporada sobre los Cleveland Browns.
Una vez sano, en la Semana 14, Griese guio a Miami a un triunfo de gran relieve sobre los Pittsburgh Steelers. Dos semanas después de esa victoria, Griese sería titular en la victoria de Dolphins, en una batalla encarnizada, ante los Redskins en el Super Bowl.
Por ello, cada vez que un equipo pierde el paso perfecto, hay un motivo para los seguidores de los Dolphins para brindar con el mejor champange; incluso hay quien señala que los ex jugadores de ese equipo de 1972 se reúnen para cenar y reafirmar que son dueños de un récord muy difícil de romper en los emparrillados, un récord sencillamente fabuloso.