Al filo de la una treinta y cinco de la tarde, un grito de victoria rompió con tanto estruendo el viento en el Estadio de la Ciudad de los Deportes, que se escuchó hasta Zacatenco, al norte de la capital mexicana.
Era la ovación de festejo de la tribuna de Burros Blancos que se sabía ganador de un dramático partido en el que con el corazón y una gran ejecución venció por 24-17 a Águilas Blancas, proclamándose campeón 2019 de la Conferencia Jacinto Licea de la Liga Mayor de la Organización Nacional Estudiantil de Futbol Americano (ONEFA).
Si bien un touchdown por carrera de diez yardas de Aarón García (jersey #32) permitió que el equipo de Zacatenco se adelantara en las series extras, fue una chispa defensiva la que aseguró su primer título de la máxima Conferencia con el mote de Burros Blancos, uniéndose a los seis previamente obtenidos como Pieles Rojas.
El liniero defensivo Gabriel García (#70) tomó el ovoide que soltó Ricardo Angüis (#14), quarterback de los volátiles de Santo Tomás, y lo abrazó tan fuerte que pareció que su vida dependiera de conservarlo. No se equivocaba. La acción fue el cerrojazo a una final que será recordada por muchos años debido al dramatismo y el ambientazo que se vivió en la soleada tarde de noviembre al sur de la CDMX.
El escándalo que desataron los aficionados de Burros Blancos contrastó con el silencio inmediato en la tribuna de Águilas Blancas, el histórico, bravo y queridísimo antagonista, que fracasó en su intento por llevarse el título en la temporada que conmemora sus 50 años de existencia, y que alargará el ayuno de 27 temporadas sin cetros.
Eso sí, los muchachos del coach Enrique Zárate vendieron carísima la derrota.
Corroboraron que, aunque no eran favoritos, iban a intentar contrarrestar el déficit de talento con un extra de esfuerzo. Fue ese empuje el que les permitió incluso empatar el marcador cuando apenas restaban 1:21 por jugar en el último cuarto, gracias a un acarreo de tres yardas de Emilio Fernández (#29).
El último intento de Burros por ganar el partido resultó estéril, por lo que hubo que definir al nuevo monarca en series extras.
El desenlace para la historia
Los de Zacatenco fueron los primeros en atacar. Con el juego en el hilo, recurrieron a su mejor arma, el quarterback Alejandro García (#9), quien orquestó el avance de las 25 yardas con la combinación de acarreos y pases a su mejor receptor, Alejandro García (#7), posteriormente rubricado con la escapada a la zona de TD de Aarón García, la cual fue duramente discutida por Águilas Blancas, que reclamaban que soltó el ovoide antes de romper el plano.
Los gritos de “¡rateros, rateros!”, por parte de la tribuna de Águilas aparecieron, obligando a que los oficiales deliberaran por unos minutos la decisión.
Al cabo de la charla, los reclamos fueron desechados, se concebió el TD y llegó el turno de ofender de las Blancas, con la obligación de obtener llegar a las diagonales o morir.
Así, Ricardo Angüis, junto al corredor Emilio Fernández (#29) y el receptor Guillermo Arvizu (#88) intentaron con alma y corazón alcanzar el empate.
La presión defensiva y la premura, provocaron que Angüis “fumbleara” el ovoide, muriendo ahí la temporada de los de Santo Tomás.
No habría reproche por hacer. Las Águilas Blancas cayeron orgullosamente y con la cara al sol.
Los Burros, los mismos que tuvieron que sortear el cambio de staff de entrenadores previo a la temporada, adaptarse a la llegada del nuevo head coach, Agustín López, y que hasta lidiaron con la austeridad económica con la que se maneja al equipo, superaron todo ello para coronarse.
Cuando los flamantes campeones daban la vuelta olímpica, el horizonte del Estadio de la Ciudad de los Deportes, todavía tapizado por los colores guinda y blanco que vistieron los aficionados, pareció también adquirir una tonalidad sepia.
Era ya la nostalgia con la que se recordará el épico partido apenas a unos minutos de concluido.