Dallas lo advirtió, Baltimore alertó que estaba cerca y Washington hizo realidad la primera derrota de los Pittsburgh Steelers, la cual pondrá a prueba su temple en el momento más importante de la temporada regular.
Pittsburgh forjó su invicto en sus primeros 11 juegos, en mayor medida, gracias a su defensiva o para decirlo de otra forma, pese a su ofensiva, la cual ha tenido un mejor desempeño que en 2019, cuando no contó con Ben Roethlisberger la mayor parte del calendario, pero que en 2020 luce coja sin un ataque terrestre decente.
Los Steelers se convirtieron en los Steelers en los años 70 con un estilo físicamente dominante a ambos lados del balón, con una generación de jugadores que hizo a aquella defensiva una de las mejores en la historia de la NFL, conocida como la original “Cortina de Acero”.
El ataque terrestre formaba parte de esa fórmula dominante. Esa era la esencia de los Steelers y aunque la mantuvieron varias décadas, en los últimos 10 años han perdido parte de ella tras abandonar el juego terrestre y apoyarse en demasía del brazo de Roethlisberger.
Los Steelers arrancaron la actual temporada con una ofensiva balanceada. Promediaron 30 carreras y 129.6 yardas por tierra y Roethlisberger 35 pases en los primeros seis juegos del calendario regular. Por alguna razón, dejaron de atacar por tierra.
En los últimos seis partidos, de los cuales el corredor James Conner ha perdido los últimos dos por estar en la lista de reservas/COVID-19, Pittsburgh promedia 19 carreras y sólo 55.5 yardas por tierra, mientras que Roethlisberger aumentó su cuota de pases a 45 por partido. De hecho, los 51 pases que lanzó ante Baltimore y los 53 ante Washington marcaron la primera ocasión que hace 50 o más envíos en juegos consecutivos en su carrera, que inició en 2004.
Mike Tomlin llegó a Pittsburgh en 2007 y si algo ha caracterizado su etapa como coach es el uso del juego aéreo como principal arma para atacar. La esencia de los viejos Steelers sólo vive en el buen nivel que ha mantenido la defensiva por más de 40 años.
Con Tomlin, los Steelers han estado en el top 10 en el promedio de carreras o yardas por tierra sólo en su primero año al frente del equipo, que venía de un sistema en el que el ataque terrestre fue prioridad con Bill Cowher como entrenador en jefe.
En las últimas 13 temporadas, los Steelers han estado en los primeros 10 sitios en el promedio de pases lanzados o yardas por aire en ocho ocasiones.
Ser unidimensionales a la ofensiva hace a los Steelers predecibles. Washington bateó cuatro pases de Roethlisberger, incluido uno que fue interceptado. Es el mayor número de pases bateados que ha sufrido Roethlisberger en un juego los últimos 10 años y en 2020, la cuota aumentó a 16, el total más alto en la NFL.
Los defensivos ya saben que lo más probable es que Roethlisberger lance el balón y si capturarlo no es posible, levantar los brazos ha sido un antídoto efectivo para limitarlo.
Por otro lado, el desbalance ofensivo y ha comenzado a impactar a los receptores, que tiraron siete pases ante Washington, incluido uno en una conversión de cuarta y una en la que correr hubiera sido más útil.
Los siete pases bateados ante Washington son el total más alto para Pittsburgh en las últimas 15 temporadas y el mayor número en un cualquier juego de la NFL en 2020. De hecho, Pittsburgh tiene el mayor número de pases tirados en la liga con 31, 10 más que el siguiente en la lista.
En una época en la que el juego aéreo domina el panorama de la NFL, correr y hacerlo con eficiencia es importante y los Steelers se acercan a Playoffs prácticamente cojos.
En 2019, los Steelers se quedaron a un triunfo de llegar a Playoffs pese a tener una ofensiva deficiente. Lo único que les hizo falta fue Roethlisberger y ahora que lo tienen, deben recordar que la mejor forma de sacarle provecho a su quarterback, y apoyarlo, es con un buen juego terrestre.