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Tetairoa McMillan, del voléibol a los emparrillados al NFL Draft

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Un prospecto top en la posición de receptor abierto, McMillan no tomó un camino convencional a la antesala de la NFL


CUANDO MATT MARRUJO ve jugar al fútbol americano a Tetairoa McMillan, todavía puede ver rastros.

Marrujo, entrenador de vóleibol masculino y director de deportes de la preparatoria Servite de Anaheim (California), reconoce la excelente coordinación mano-ojo en las prolíficas actuaciones de su exatleta estrella en Arizona. Cuando el receptor abierto de 6 pies con 4 pulgadas y 219 libras se eleva para atrapar un pase, Marrujo observa cómo McMillan comienza con un "paso de cierre", los dos últimos y poderosos pasos que da un jugador de vóleibol al atacar un balón.

McMillan se rio al escuchar esa observación de visoría.

"Sin duda, puedo firmar eso", dijo a ESPN el año pasado. "Creo que es una gran razón por la que soy eficiente en lo que hago en cuanto a balones por alto, balones 50/50, ir por ellos. El vóleibol juega un papel muy importante en eso, sin duda".

"Le digo a todo el mundo, y probablemente no debería decirlo, que el vóleibol es mi deporte favorito. Probablemente me lo pasé mejor jugando a él".

Antes de convertirse en el líder de todos los tiempos de Arizona en yardas por recepción, un All-America y recluta proyectado para la primera ronda del NFL Draft 2025, McMillan era un niño que decía que sí a cualquier partido en el que pudiera jugar. Competía por diversión, no por dominar, pero era un atleta excepcional en todos los deportes que probaba.

En octavo curso, era obvio que el fútbol americano sería el billete dorado para el futuro de McMillan. Pero el atleta de tres deportes --también jugaba al baloncesto-- siempre saltaba de una temporada a otra, ganando nueve premios a la excelencia en Servite. Los que entrenaron y jugaron con él en el instituto siguen diciendo que tenía potencial para convertirse en un talento poco común en otro deporte.

"Si se hubiera tomado el tiempo y hubiera dicho que el vóleibol era su principal pasión", dijo Marrujo, "seguro que habría sido uno de los mejores jugadores del sur de California y del país. Él es simplemente diferente".


MIGUEL MONTEROLA BUSCABA comprar un kart.

Era verano del 2018. Un primo de España se estaba quedando con él en el sur de California y necesitaba algo para conducir. Había encontrado un anuncio cerca en Internet y había quedado para verlo. ¿La vendedora? Shawny McMillan. Monterola, propietari y fundador del Orange Coast Volleyball Club, se presentó y enseguida congeniaron. Shawny le habló de su hijo de 6 pies con 3 pulgadas, jugador de fútbol americano y baloncesto, y le enseñó un vídeo de él realizando una clavada a los 12 años.

"Ella me dijo: '¿Quieres conocerlo? Yo voy a buscarlo'", recuerda Monterola. "Así que baja y este tipo es enorme, está musculado. Yo estaba como, '¿Estás bromeando? ¿Este es tu hijo?'".

Monterola puso manos a la obra para convencer a Tetairoa de que fuera a ver un entrenamiento del OCVC. Shawny había jugado al vóleibol en la universidad en Hawai'i Pacific. Su hermano, Paka Dutro, jugó en Santa Monica College y ha sido entrenador de vóleibol en el sur de California durante más de 25 años. Monterola lo conocía bien y le llamó.

"Él me dijo: 'Sí, hombre, este chico es muy atlético, pero nadie le ha convencido para que juegue al vóleibol'", recordó Monterola. "'Si puedes, mejor para ti'".

Tetairoa había jugado un poco en la escuela secundaria. Nunca se sintió presionado por su familia para dedicarse al vóleibol, pero la oportunidad era intrigante.

"Lo siguiente que supe, probablemente una semana después, es que estaba entrenando con el equipo", dijo McMillan. "Yo estaba como, vaya, da igual, vamos a jugar".

De pequeño, creía que su futuro estaba en la Major League Baseball. Empezó a jugar como campocorto y tercera base a los 5 años mientras crecía en Hawai'i. y siempre jugó por encima de su edad. "Si le preguntas a mi familia, te dirán que el béisbol es mi mejor deporte", dijo McMillan. Pero lo dejó a los 12 años y empezó a tomarse más en serio el fútbol americano a los 14.

Fue entonces cuando se unió a los Orange County Buckeyes, un equipo de fútbol americano de octavo curso dirigido por Noah Fifita, ahora quarterback titular de Arizona, y en el que figuran 19 futuros jugadores de la División I. Los Buckeyes ganaron un título nacional de 14U en 2017 con McMillan jugando como receptor abierto y safety. Allí encontró a pandilla, y 10 de sus compañeros de equipo pasaron a jugar juntos para Servite.

Después del fútbol americano, McMillan pasó directamente al baloncesto, donde fue un escolta y un facilitador de pases que llenaba la hoja de estadísticas con rebotes, bloqueos y robos. Triunfaba en todo lo que intentaba. Uno de sus antiguos entrenadores juró que incluso había visto a McMillan tirar un partido de 240 en bolos. "Todo es fácil para él", dijo el entrenador de los OC Buckeyes, Les Fifita. "Todo".

El OCVC ya tenía el mejor equipo sub-14 del sur de California antes de que McMillan se presentara a una prueba. Todavía hablan de lo fuerte que golpeó la pelota en su primer intento. Monterola se volvió hacia Shawny y rio entre dientes mientras le decía: "Ya he visto suficiente". Su bloqueador central titular medía 5 pies con 4 pulgadas. McMillan tenía mucho que aprender, pero estaba claro que podía ayudar.

Cuando se unió al equipo para su siguiente torneo en Anaheim, el rumor en el edificio era palpable: ¿Quién es el número 83? Como dijo Monterola, McMillan tenía músculos que la mayoría de estos chicos nunca habían visto antes.

"Todos los propietarios de clubes decían: '¿Estás bromeando? ¿De dónde sacaste a este chico?'", compartió Monterola. "Era tan intimidante, tan físico y atlético, y hablaba basura al otro lado de la red. No tenía ni idea de lo que estaba haciendo, pero nadie quería enfrentarse a este tipo".

En el mes siguiente a su incorporación, McMillan ayudó al OCVC a ganar el campeonato nacional juvenil masculino de vóleibol de Estados Unidos sub-14 en julio del 2018. El equipo tuvo una racha dominante, ganando nueve partidos en cuatro días en Phoenix. McMillan recibió el apodo de "Flyin' Hawai'ian" de los entrenadores, por su rara habilidad para saltar.

"Es uno de los tipos más simpáticos que he conocido", dijo el colocador de UCLA, Andrew Rowan, ex capitán del OCVC. "Solo estaba allí para jugar, pasarla bien e intentar algo nuevo. Estábamos encantados de tenerlo. Su actitud era: 'Ayúdenme todo lo que puedan'. Estaba abierto a todo y era muy fácil de dirigir. Solo quería mejorar".


McMillan SE ENGANCHÓ a partir de ahí, y siguió jugando con el OCVC durante dos años. No podía entrenar con el equipo con frecuencia debido a sus obligaciones de fútbol americano, pero no se perdía los partidos. Cuando se matriculó en Servite, no tuvo problemas para ganarse un puesto en el equipo mayor de vóleibol masculino y fue titular desde el primer año.

El juego se vuelve más rápido y el bloqueo se vuelve más desafiante en el nivel de preparatoria, pero Marrujo, entrenador principal y director atlético de Servite, vio cómo McMillan mejoraba. Hizo la transición a la posición de rematador opuesto en su segundo año, jugando seis rotaciones en lugar de tres, y aprendió a aprovechar sus puntos fuertes. Marrujo insiste en que no le enseñó mucho al chico más que pequeños ajustes aquí y allá.

"Era tan natural", dijo Marrujo. "Solo tienes que dejarle hacer lo suyo". Su juego de pies no siempre era perfecto, dijo Dutro, pero siempre podía superarlo con su atletismo y potencia.

"Simplemente tenía un golpeo de brazo natural y pesado", reconoció Dutro, quien se unió al cuerpo técnico de Servite en el 2019. "Es un brazo natural muy, muy, muy pesado. Se oía un golpe más que un impacto".

Y si estabas en el lugar equivocado en el momento equivocado, podías sentirlo. Su tío recuerda un momento en un partido en el que McMillan golpeó una pelota con tanta fuerza, que le dobló el dedo a un bloqueador contrario. "Vi a este chico decir: '¡Mie---!'", dijo Dutro. "Se notaba que no iba a volver a bloquearlo".

"Volvías a ver las cintas", explicó Marrujo, "y veías al equipo contrario y a los entrenadores con los ojos bien abiertos, como diciendo: '¿Qué acaba de pasar?'".

Matt Martinez jugó con McMillan en Servite durante dos temporadas antes de pasar a jugar en Stanford. Apreció el enfoque humilde del novato y su deferencia hacia líderes de equipo. Incluso cuando su reputación estaba creciendo como fenómeno del fútbol americano, aportaba cero ego en su equipo. Pedía aventones a sus compañeros de equipo mayores, y se unía a ellos para ir al In-N-Out después de los partidos.

"Era bastante cómico estar en su lado de la red", sostuvo Martinez, "porque a veces parecía que estaba jugando un poco con el otro equipo. Le resultaba muy fácil y a veces marcaba a voluntad. Jugábamos contra todos los mejores equipos del condado de Orange, y de vez en cuando T-Mac conseguía un enfrentamiento en el que era claramente muy injusto, y era muy divertido de ver".

Sin embargo, si le preguntas a McMillan lo injusto que fue en la cancha de vóleibol en aquel entonces, te cortará. Tiene demasiado respeto por los chicos con los que jugó como para ir tan lejos.

"No, no, no. Puedes pensar eso, pero jugué a un nivel bastante alto en vóleibol en el instituto", dijo McMillan. "No era un equipo cualquiera. Mucha de la gente con la que jugué o contra la que jugué está jugando en la División I ahora mismo. Definitivamente no diría que fue injusto. Pueden saltar, pueden jugar y pueden jugar al vóleibol probablemente mucho mejor que yo. Yo solo estaba en un equipo que me permitió triunfar".

En Servite, se le permitía hacer tantos deportes como quisiera. Pasaba directamente del fútbol americano al baloncesto en invierno y, a continuación, pasaba inmediatamente a la temporada de vóleibol en primavera. Alternaba entre torneos de fútbol americano 7-contra-7 y de vóleibol de club en verano. Y al final de su primer año, ya tenía nueve ofertas de becas.

Cuando tuvo que dejar un deporte durante el año escolar COVID 2020-21, McMillan siguió jugando al vóleibol en lugar de al baloncesto. Siempre había planeado graduarse antes de tiempo en su último año, así que sabía que la temporada de vóleibol de tercer año sería la última en Servite. Ayudó a los Friars a llegar a las semifinales de la sección sur de la Federación Interescolar de California contra Huntington Beach. En el partido final de su carrera en la preparatoria, McMillan igualó un récord de la escuela Servite con 36 remates.

"Probablemente esa sea una de las razones por las que no me importó poner fin a mi carrera en el vóleibol, porque me retiré así", dijo.


¿PERO Y SI McMillan hubiera seguido jugando al vóleibol en la universidad? Años después, sus antiguos entrenadores y compañeros de equipo siguen sin tener ninguna duda de que podría haber competido al más alto nivel.

McMillan finalmente siguió a Fifita y a otros dos compañeros de equipo de Servite a Arizona, después de que sus planes de asistir a la universidad de sus sueños se vinieran abajo. Se comprometió con Oregon antes de su última temporada y estaba a pocas semanas de firmar oficialmente. El entrenador de fútbol americano de Oregon, Mario Cristobal, voló a Anaheim para visitar a los McMillan en su casa, en medio de rumores de que Cristobal estaba sopesando una oferta de Miami. Al día siguiente, McMillan se enteró por la televisión de que Cristobal se había ido. Los entrenadores no devolvían sus llamadas.

"Le pregunté al propio Cristobal y al entrenador de los receptores qué estaba pasando", dijo McMillan. "Dijeron que no pasaba nada. Así que pensé, hombre, voy a tomarles la palabra. Pero... pasó".

Decidió quedarse con sus hermanos y unirse a los Wildcats, y nunca se arrepintió. Arizona tiene dos equipos de vóleibol masculino, pero no compite en la División I. De hecho, solo seis universidades del Power 4 (BYU, Ohio State, Penn State, Stanford, UCLA y USC) tienen actualmente programas de vóleibol masculino de División I.

Por esa razón, hay muy pocos antecedentes de atletas de doble deporte que jueguen al fútbol americano y al vóleibol en la universidad. El ex jugador de baloncesto de Arizona, Chase Budinger hizo la famosa transición de jugar en la NBA a competir en el vóleibol de playa olímpico. El quarterback de Tennessee, Nico Iamaleava, otro de los mejores reclutas del sur de California, también jugó al vóleibol en la preparatoria, pero la combinación de fútbol americano y baloncesto es mucho más común. Según Tracking Football, alrededor del 55 por ciento de los receptores abiertos reclutados en la NFL también jugaron al baloncesto en la preparatoria.

Marrujo dijo que McMillan hizo una visita conjunta de fútbol americano y vóleibol a USC, incluyendo sesiones de fotos con ambos uniformes, y recuerda que los entrenadores de vóleibol de Ohio State y Stanford expresaron un interés similar en reclutarlo como recluta de doble deporte. Rowan discutió la posibilidad con sus futuros entrenadores de UCLA durante su reclutamiento.

"Recuerdo que se lo comenté a T-Mac y le dije: 'Oye, si quieres que esto suceda, puedes hacerlo'", dijo.

Dutro cree que intentar la hazaña poco común de una carrera universitaria en dos deportes le habría pasado factura física y mentalmente. Al final, incluso los grandes tienen que elegir uno.

"Habría sido algo inaudito y absolutamente de locos", mencionó Martinez. "Era así de bueno en ambos deportes. Su atleticismo era bastante asombroso".

Si McMillan hubiera decidido que quería concentrarse en jugar de atacante exterior y dedicar tiempo a los entrenamientos, Monterola cree que sería uno de los mejores del país. Martinez sospecha que estaría en el programa de desarrollo de la selección nacional masculina de Estados Unidos, y que algún día competiría por un puesto en el equipo.

Rowan busca la grandeza en UCLA, ganando honores de primer equipo All-America y campeonatos nacionales en cada una de sus dos primeras temporadas universitarias. El colocador de 6 pies con 6 pulgadas ya ha ganado múltiples medallas de oro con el equipo de vóleibol de EE. UU. Le hubiera encantado ver a McMillan seguir adelante.

"T-Mac podría entrar ahora mismo en la primera división de vóleibol universitario, entrenar durante un mes y te apuesto a que podría ser titular en uno de los 10 o 15 mejores equipos", opinó Rowan. "No estoy bromeando".

McMillan no puede arriesgarse a lesionarse durante el proceso de selección de la NFL y hace tiempo que no coge una pelota de vóleibol, pero Dutro dice que su sobrino siguió jugando partidos mixtos durante su carrera en Arizona.

"Si hubiera seguido jugando al vóleibol, probablemente habría llegado hasta el final", dijo Dutro.

Casi siete años después, el viejo kart de Tetairoa sigue en el garaje de Monterola. El entrenador del club espera que su antiguo alumno estrella venga a recogerlo algún día, como souvenir de un encuentro casual que se convirtió en mucho más.

"Si T-Mac pregunta si puede recuperar su kart, le diré que sí", dijo Monterola. "Coge tu kart, cría a tus hijos y cuéntales esa historia".