MÉXICO -- Entiendo a DeMarco Murray. Entiendo la frustración, la búsqueda de un mejor ingreso y la inconformidad.
Estamos hablando de un corredor que rompió marcas de franquicia con los Dallas Cowboys por yardas terrestres, justo en la época de ataques aéreos más prolíficos en la historia de la NFL.
En el 2014, las 1,845 yardas de Murray y sus 13 touchdowns impulsaron a Dallas a la Ronda Divisional de los playoffs. Al término de esa temporada, Murray vio expirar su contrato.
La campaña de Murray no sólo lo llevó a liderar la NFL en producción terrestre, sino que eclipsó otra marca de Emmitt Smith al conseguir al menos 100 yardas por la vía del acarreo en cada una de las primeras ocho semanas del calendario.
Y después resulta que... ¿cualquiera puede correr detrás de esa línea? Tackles y guardias All-Pro, de acuerdo, pero él también fue corredor All-Pro.
¿Cualquiera? Entre Darren McFadden, Joseph Randle, Lance Dunbar, Christine Michael y Robert Turbin tuvieron 1,659 yardas en el 2015, y el equipo acumuló 1,888 en total. Son 466 yardas menos que el año anterior y sólo 43 más del récord de Murray. Por supuesto que la ausencia extendida de Tony Romo enfatizó los esquemas defensivos hacia el ataque terrestre, pero tan dudosa quedó la directiva de los Cowboys, que su selección más alta del draft --una bastante alta-- fue invertida en un corredor: Ezekiel Elliott.
Usar el término cualquiera debió ser irritante para Murray, quien ganó el premio al Jugador Ofensivo del Año en el 2014.
Habrá muchos que piensen que Dallas tomó la decisión correcta en ofrecerle menos dinero a su líder corredor del que desplegaron los Philadelphia Eagles. La producción de Murray bajo el sistema de Chip Kelly puede ser la principal evidencia de que esa línea elitista --que perdió brillo sin Murray-- le allanó bastante el camino, pero concluir eso sería menospreciar la sincronización, coordinación y paciencia que Murray obtuvo tras años de trabajar en el mismo sistema.
El declive fue estrepitoso: 702 yardas al cabo de 15 juegos en Philadelphia con seis touchdowns. Apenas el primero de cinco años firmados y 42 millones de dólares. El riesgo era demasiado. Murray fue canjeado a los Tennessee Titans y tuvo que reestructurar su contrato. Los rumores sobre el canje apuntan al descontento del jugador hacia el equipo, no obstante el cambio de head coach, y de la intención en Philadelphia por deshacerse de los contratos más grandes que Chip Kelly delineó.
Una nueva oportunidad en una franquicia que se está reajustando en todas sus líneas. Más apoyo para el mariscal de campo Marcus Mariota en su 2° año y la pieza que Tennessee buscaba en la posición desde que se separaron de Chris Johnson. Borrón y cuenta nueva.
Pero no pasaron ni dos meses para que Tennessee invirtiera una selección de segunda ronda (N° 45 global) en el ganador del Trofeo Heisman, el corredor Derrick Henry.
Es un hecho que Henry no correrá con la facilidad que lo hizo en Alabama contra defensivos de menos tamaño y peso que los de la NFL. Henry es un monstruo, de estilo similar a Murray que, en cuanto obtenga forma de juego profesional, podría ser demoledor. Aunque el plan de los Titans es un tándem bautizado como "Thunder & Thunder" que seguramente beneficie al más veterano, la selección de Henry arroja la realidad de Murray, una muy distante al 2014.
Su carrrera no ha terminado, pero me parece extremadamente difícil que entregue una temporada como la de Chris Johnson en el 2009, o siquiera tenga el impacto que vio en Dallas durante su corta estancia. (No olvidemos que también tiene el récord del equipo por más yardas terrestres en un partido: 253, conseguido en la temporada 2011).
Murray sigue ofreciendo un valor agregado a cualquier franquicia, pero creo que ya estamos muy lejos de las aspiraciones a Jugador Ofensivo del Año, a las 1,800 yardas en una campaña y, sobre todo, a volver a un contrato que le pague 20 millones de dólares garantizados.