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¿Tiene Josh Allen lo que se necesita para dar el siguiente paso en Buffalo?

A lo largo de esta semana, vamos a repasar el progreso de los quarterbacks del draft de la NFL del 2018. Cinco quarterbacks fueron reclutados en la primera ronda ese año, y echaremos una mirada a detalle sobre Lamar Jackson (martes), Josh Allen (miércoles), Baker Mayfield (jueves) y Sam Darnold (viernes). Lo siento, Josh Rosen; nos ocuparemos de ti en otro momento.

Hace cinco meses, Josh Allen entregó la actuación más Josh Allen de su carrera en una derrota de tiempo suplementario ante los Houston Texans. En su primer inicio de postemporada, produjo evidencia para confirmar cualquier opinión posible que haya en torno a él después de su segunda temporada profesional. Allen realizó jugadas grandes con el brazo y piernas, y cometió errores incomrehensibles, ocasionalmente, en la misma serie. Se puede argumentar con credibilidad que casi ganó el partido para los Bills, o que fue la mayor razón por la que perdieron en Houston. Optimistas y pesimistas, por igual recibieron mayor combustible para sus fogatas respectivas.

La verdad es que no es el quarterback que los fanáticos de los Bills desean que sea, ni el quarterback que aparece en memes por no atinar a receptores abiertos descubiertos gracias a sus pases imprecisos. Es ambos, y no hay modo de decir si aparecerá Josh el bueno o Josh el malo de una posesión a otra, o incluso, de una jugada a otra. Como observador neutral, pocos quarterbacks en la liga son más entretenidos para seguir.

Hay dos cosas que puedo decir respecto a Allen con certeza. Una, es que ha mejorado desde que Buffalo lo reclutó séptimo global en el 2018. La otra, es que las habilidades que se esperaba tuviera al salir de Wyoming se parecen poco a incluso su buena versión de hace un año. Los Bills pueden ganar con él, como se demostró la temporada pasada, y son con derecho los favoritos para ganar la AFC Este en el 2020. Si desean ganar un partido de playoffs y avanzar más allá de la Ronda de Comodines por primera ocasión desde 1995, no obstante, él necesita dar otro paso al frente.

El 2019 de Allen, en retrospectiva

Comencemos por echar un vistazo más amplio a dónde se halla Allen entre quarterbacks titulares. Una dispareja temporada del 2018 llevó a los Bills a invertir en, virtualmente, una ofensiva nueva a su alrededor: 12 de loS 15 jugadores que alinearon con él por más del 20 por ciento de las jugadas ofensivas para los Bills fueron nuevos en la plantilla, con Allen, al tackle izquierdo Dion Dawkins y el receptor abierto Isaiah McKenzie como excepciones.

Buffalo finalizó la temporada pasada en el sitio N° 21 en Valor Sobre el Promedio Ajustado a la Defensiva (DOVA, por sus siglas en inglés) ofensivo, una mejoría desde el sitio N° 31 en el 2018. Allen fue capaz de manternerse saludable por la mayor parte de la campaña del 2019 después de iniciar apenas 11 encuentros como novato; se perdió la segunda mitad ante los New England Patriots en septiembre después de sufrir una conmoción, y luego se mantuvo fuera, con excepción de dos posesiones, durante una intrascendente derrota de la Semana 17 ante los New York Jets. Enfrentó el calendario N° 12 de la liga en términos de dificultad de oponentes.

Los Bills se fueron 10-6, pero quedaron 1-4 ante equipos de playoffs en la temporada regular, y esa victoria llegó ante los Tennessee Titans con Marcus Mariota como quarterback. Ese partido fue uno de cinco triunfos de Buffalo que llegó ante un quarterback quer era suplente, o la peor de las opciones del equipo durante la temporada, incluyendo victorias sobre los New York Giants (Eli Manning), Denver Broncos (Brandon Allen), Pittsburgh Steelers (Devlin Hodges) y Washington Redskins (Dwayne Haskins Jr.).

Allen fue responsable por varias de esas victorias, empatando el liderato de la liga con cuatro remontadas de cuarto periodo, y cinco series ganadoras en el cuarto final, de acuerdo a Pro Football Reference. No hay nada malo con liderar esos regresos, pero es difícil contar con que se liderará a la liga en esos rubros todos los años. Cuando estudié a Derek Carr después de su temporada de destape del 2016, encontré que ese par de estadísticas son relativamente azarosas, año con año.

Allen se vio más seguro en su segunda temporada. Aunque todavía no alcanzó el 60 por ciento de pases completos, ni las 7.0 yardas por intento de pase. finalizó en el sitio N° 24 tanto en índice de pasador como Total QBR. Un optimista podría señalar que quedó justo por detrás del ex primer recluta global, Jared Goff, en ambas categorías; un pesimista dirá que los únicos pasadores titulares con un peor índice de pasador que Allen, que tienen asegurado su puesto para el 2020, son Sam Darnold y Baker Mayfield. Allen y el resto del ataque aéreo de Buffalo finalizó N° 22 en la liga, en probabilidad de triunfo añadida por aire.

La principal mejoría que mostró, por un margen significativo, fue su toma de decisiones. Fue más cuidadoso con el ovoide como pasador, especialmente luego de un inicio con tres intercepciones ante los Patriots en septiembre. Casi corta su tasa de intercepciones a la mitad, cayendo del 3.8 por ciento en el 2018 a 2.0 por ciento en el 2019. Football Outsiders rastrea una estadística de tasa de intercepciones ajustada, que incluye elementos como intercepciones dejadas caer e intercepciones lanzadas en intentos de "Ave María". De acuerdo a ese número, la tasa de intercepciones ajustada de Allen fue de 2.6 por ciento, ranqueando N° 15 en la liga, por delante de Drew Brees, Matt Ryan y Dak Prescott.

Esa mejoría no fue una anormalidad en video, tampoco. Aunque Allen no siempre fue el quarterback más preciso, la mayoría de sus fallas fueron pases que se fueron por alto y en sitios donde no era probable que el balón fuera interceptado. Tomó decisiones arriesgadas en el partido de playoffs ante los Texans, pero rutinariamente realizó lanzamientos más seguros y tomó decisiones para proteger el balón, incluso cuando podría haber forzado el pase a una ventana más cerrada campo abajo. Se le vio un estilo Russell Wilson cuando se trataba de escapar por piernas de la presión en el bolsillo, pero mientras que Wilson es capaz de convertir muchas de esas escapadas en grandes jugadas por aire, Allen típicamente no fue capaz de hacer lo mismo.

Cuando escribí sobre Allen en diciembre del 2018, mi preocupación era que le costaría trabajo generar mucho valor escapando por piernas como hizo de novato. Escapó para sumar 507 yardas en esa temporada, la mayor cantidad para cualquier quarterback en una sola campaña durante los últimos cinco años. Los únicos quarterbacks que han sumado más yardas escapando que Allen en una sola temporada a lo largo de la última década fueron Mike Vick y Colin Kaepernick.

Allen no escapó tanto en el 2019, pero sus 313 yardas por esta vía todavía lo colocaron quinto en l aliga. Siguió generando un valor significativo como corredor al acumular más yardaje en carreras por diseño y moviendo las cadenas en situaciones clave. Anotó nueve touchdowns terrestres y sumó 42 primeros intentos en 109 acarreos. Convirtió 16 veces en 21 intentos en tercero o cuarto down con 2 yardas o menos por avanzar, una cifra únicamente superada por el corredor de los Seattle Seahawks, Chris Carson.

De acuerdo a los números en crudo, Allen fue el segundo quarterback más productivo por tierra en la NFL, detrás de Jackson, aunque el titular de los Ravens está en una liga propia. Allen fue cuarto liga en puntos esperados añadidos como corredor (EPA, por sus siglas en inglés) detrás de Jackson, Deshaun Watson y Daniel Jones, sobre todo por sus problemas de balones sueltos. De acuerdo a Football Outsiders, Allen sufrió balón suelto en seis ocasiones durante 95 acarreos (excluyendo jugadas donde se hincó). El único quarterback que perdió el ovoide con mayor frecuencia fue Carr, quien lo hizo cinco veces en apenas 19 intentos. Si tomamos en cuenta seis balones sueltos como pasador, y los 14 balones sueltos de Allen fueron la tercera mayor cantidad en la NFL. Es algo en lo que debe trabajar para el 2020.

La mejor comparación para Allen es ...

En este punto, Allen genera mucho de su valor como quarterback corriendo el ovoide efectivamente y evitando intercepciones. Para un tipo que llegó a la liga con comparaciones a jugadores como Ben Roethlisberger, Carson Wentz e incluso Patrick Mahomes, ha resultado ser un jugador totalmente distinto. Desechemos esa campaña del 2018 y la abreviada actuación de la Semana 17 ante los Jets, y hagamos una comparación entre Allen y un quarterback familiar para los fanáticos de los Bills:

Esos aficionados no lo amaron cuando hice esta comparación en el 2018, pero con Allen recortando su tasa de intercepciones y sirviendo como administrador de juego al máximo, su producción es notablemente similar a la de Tyrod Taylor durante los tres años de Taylor en Buffalo. Son aproximadamente igual de productivos en términos de yardaje, con Taylor entregando el ovoide con menor frecuencia. Taylor intentó, apenas, un número mayor de pases más difíciles, aunque ambos lanzaron largo a un ritmo muy por encima del promedio de la liga.

No hay nada inherentemente malo con Taylor, quien creo merecía más crédito de lo que recibió en su tiempo en Buffalo. Allen puede ser un quarterback titular viable si se sigue aproximando al nivel de juego de Taylor, pero todavía tiene camino por recorrer, con el QBR de Allen de 48.1 de las primeras 16 jornadas del 2019 todavía más de 13 puntos por debajo del 61.7 de Taylor como titular con los Bills. Simplemente es un poco extraño que Buffalo claramente se frustró con Taylor, ascendió pro la vía del canje en el orden de primera para reclutar a su reemplazo, y parece haberse encontrado con un clon menos efectivo.

¿Posee Allen mayor potencial que Taylor? Basado en las expectativas previas al draft, es justo decir que es el caso. Es claro que Allen ha mejorado, y si continúa mejorando al ritmo que hizo el año pasado, eventualmente será mejor de lo que fue Taylor para Buffalo. Dado que muchas de sus mejorías fueron en torno a tomar decisiones más securas en perjuicio de las jugadas grandes que se suponía iba a ofrecer como parte de ese potencial, sin embargo, podría ser complicado para él dar esa clase de salto y luego balancear lo que ha aprendido como profesional con lo que los Bills esperaban cuando lo reclutaron.

Los problemas de precisión de Allen

Cuando echas una mirada más detenida a Allen como pasador, las cosas no son grandiosas. Usemos NFL Next Gen Stats. Allen completó el 58.9 por ciento de sus pases la temporada pasada. Cuando Next Gen Stats ajusta por la localización y velocidad de sus receptores y los defensivos al otro lado del campo para estimar lo que "debió ser" su porcentaje de pases completos, entonces debía completar el 62.6 por ciento de sus pases. De acuerdo a esa medida, Allen ranquea en el lugar N° 24 de 26 pasadores, por delante solamente de Jacoby Brissett y Gardner Minshew II.

Como es el caso con muchos otros portales, Next Gen Stats también rastrea su propia versión de tasa de éxito como estadística, diseñada para medir cuán efectivo es un quarterback para mantener a su equipo en marcha para mover las cadenas. Su definición de jugada exitosa llega cuando el quarterback obtiene el 40 por ciento de las yardas requeridas para una conversión en primer intento, 50 por ciento en segundo, o 100 por ciento en tercer o cuarto intento. (Para citar otra fuente, Football Outsiders no publica una versión aérea de esa tasa de éxito, pero su DVOA ajusta desempeño por down y distancia, y Allen ranqueó en el sitio N° 28 de entre 34 calificados aquí).

Allen finalizó último entre los 26 pasadores en tasa de éxito, manteniendo a los Bills en marcha en apenas el 42.4 por ciento del tiempo. Mucho de ello llega como resultado de lo que hizo en tercer y cuarto intento. Aunque fue un gran corredor en situaciones de corto yardaje, su QBR de 27.2 en tercera y cuarta oportunidad lo colocó N° 24 de entre esos 26 calificados, por delante solamente de Darnold y Mitchell Trubisky. Cuando no se consideran sus acarreos, Allen convirtió en apenas el 32.8 por ciento de sus jugadas de pase en primeros intentos, la segunda peor cifra de la liga. Tiró solamente dos intercepciones en 128 intentos bajo esas circunstancias, pero los Bills estaban más preocupados de que evitara entregas que de que el pasador de segundo año moviera las cadenas.

Aunque hubo mejoría en esta área, la precisión sigue siendo una preocupación a todos los niveles. De acuerdo A Trumedia, 23 por ciento de los pases de Allen fueron fuera de objetivo, el peor número en la liga entre esos 26 pasadores. Como fue el caso con Tom Brady, quien ha estado en el fondo de esta categoría por años, no me preocupa que esto sea, por sí misma, evidencia de que Allen no puede ser preciso. Luego de remover los pases fuera de objetivo de la ecuación, Brady completó el 77.7 por ciento de sus envíos en el 2019. Si hacemos lo mismo para Allen, y entonces completa el 76.3 por ciento de sus pases sobre objetivo. Si pudiera reducir su tasa de pases fuera de objetivo de 23 por ciento a un 20 por ciento, más o menos, eso ayudaría bastante.

Es difícil para los quarterbacks en la era moderna tener éxito con un porcentaje de pases completos por debajo de 60, aunque no es imposible. Cam Newton fue capaz de lograrlo por la mayor parte de su carrera con los Panthers sirviendo como corredor valioso, y lanzando campo abajo de modo efectivo. Allen tiene dominada la primera parte. La segunda parte es una de mis mayores preocupaciones para Allen, y el paso que absolutamente necesita dar para convertirse, incluso, en un pasador promedio en la liga.

¿Puede Allen tirar largo? Allen fue reclutado, en parte, por su increíble potencia en el brazo. Casi una tercera parte de sus pases en Wyoming viajaron 15 yardas o más campo abajo, la tasa más alta entre los cinco quarterbacks de la generación del 2018 por cómodo margen. La temporada pasada, el 23 por ciento de sus pases viajaron 15 o más yardas campo abajo, que fue la sexta tasa más alta en la liga. Si expandimos eso a 20 yardas o más, solamente Jameis Winston y Aaron Rodgers tiraron profundo con mayor frecuencia que Allen.

El problema es que esos lanzamientos no fueron muy productivos. Allen ranqueó N° 21 en índice de pasador y N° 24 en QBR en pases profundos (según define la NFL). Fue N° 25 en porcentaje de pases completos y yardas por intento. De acuerdo a Next Gen Stats, completó el 33.7 por ciento de esos pases profundos cuando, de hecho, debía haber completado el 39.5 por ciento de esos envíos, la cuarta peor marca de la liga. Solamente Kyle Allen, Goff y Darnold estuvieron peor.

Para ser justos, los números sugieren que Allen no recibió mucha ayuda de sus receptores en esas instancias. Seis de sus 97 intentos largos de temporada regular fueron dejados caer, el segundo número más alto de la liga, después de Wentz. Mucho de eso se debió a una temporada dispareja del ala cerrada Dawson Knox. También, debo hacer notar que Allen realmente no tuvo problemas de pases dejados caer en sus otros pases; su porcentaje general de pases dejados caer en el 2019 fue de 3.7 por ciento, colocándolo N° 12 entre esos 26 pasadores y justo por arriba del promedio de la liga de 3.4 por ciento.

Esto mereció una examinación más profunda, así que además de ver un montón de videos de Allen a lo largo de la campaña, examiné cada uno de sus pases profundos de la temporada, incluyendo la Ronda de Comodines ante los Texans. No puedo argumentar que los pases dejados caer fueron un problema en pases profundos; además de Knox, John Brown dejó caer en un pase en la que fue la mejor jugada de Allen como jugador de fútbol americano que he visto hasta ahora.

Al mismo tiempo, sería ingenuo pretender que los pases dejados caer fueron lo que impidió a Allen ser un exitoso pasador de lanzamientos largos. De acuerdo a mi estimación, más del 40 por ciento de sus pases fueron inatrapables, ya sea porque no alcanzaron el rango del receptor abierto, cayeron fuera del campo, o pegaron sobre un defensivo en la trayectoria hacia el receptor. Conté al menos seis pases que hubieran sido touchdown, que dejó sobre el campo, incluyendo uno frente a los Giants cuando Brown le sacaba 4 yardas al último defensivo, y Allen lanzó al menos 4 yardas demasiado largo.

El segundo partido ante los Patriots es un buen ejemplo. Allen conectó dos grandes pases en ese duelo, incluyendo un casi touchdown a Knox que ayudó a preparar la primera anotación y un hermoso envío bajo presión para Brown que resultó en touchdown de 53 yardas en la segunda mitad. Al mismo tiempo, de plano se perdió otros dos posibles pases de touchdown a Knox utilizando el mismo concepto de "smash", incluyendo uno en el primer cuarto y otro en la serie final.

Mi mayor preocupación con Allen resalta en estos pases largos, pero realmente se nota en todos os niveles del campo: es difícil hallar muchas jugadas donde lance con anticipación. Es algo con lo que trabajó con Jordan Palmer durante el receso de temporada, pero en tantos casos, Allen necesita ver a alguien descubierto antes de deshacerse del ovoide. Esto funciona a la inversa, también, donde verá abierta una ventana en la que realmente no hay nadie disponible.

Como ejemplo, tomemos una de las jugadas más famosas de la temporada de Allen, cuando lanzó lo que pareció ser una bomba en doble cobertura al fullback Patrick DiMarco en la prórroga durante el partido contra los Texans:

Allen escapa a la presión aquí, y trabaja sus progresiones hasta llegar eventualmente a DiMarco, quien supongo no está muy alto en la lista de objetivos probables. Cuando divisa al fullback, DiMarco de hecho ha rebasado al esquinero y está abierto, aunque son 27 yardas campo abajo y en la banda contraria. Es un pase poco realista; DiMarco no es suficientemente rápido para evitar que el esquinero y safety converjan en cualquier envío posible, e incluso con su potencia en el brazo, no hay modo en que Allen para ser capaz de conectar con DiMarco en un hueco entre dos defensivos sin darles tiempo de recuperarse.

Las rutas donde Allen sí lanza con anticipación son "go", "fade" y "back-shoulder", donde el riesgo de lanzar en tráfico o encontrar a un defensivo que no se prevé es mínimo. El touchdown del empate que lanzó a Brown en la victoria por remontada sobre los Jets es un buen ejemplo, aunque no está ni cerca de cómodo para realizar este tipo de envíos por el medio del campo. Mientras que lució mejor completando rutas "dig" y "deep over", esas conexiones realmente llegaron cuando pudo ver a un receptor cubierto en una ruta de "go" que abría un espacio para una ruta más corta, por debajo. Incluso entonces, usualmente esperaba para que la "dig"se abriera antes de soltar el ovoide.

¿Podrá Allen aprender a confiar y anticipar que esos pases se abrirán, y desprenderse del ovoide antes de ver, de hecho, al receptor descubierto en el campo, o es algo que los quarterbacks simplemente deben tener fe desde antes de llegar a la NFL? Allen dio algunos pasos pequeños hacia adelante, con respecto a lo que le vimos como novato, pero necesita mejorar mucho al anticipar rutas más profundas, antes de que pueda mejorar masivamente como pasador profundo. También necesita mejorar con su localización del balón, dado que hay demasiadas instancias en la que hará incluso de un pase completo algo complicado para el receptor porque lo frena, o lo obliga a saltar o clavarse por él, eliminando las posibilidades después de la atrapada que existirían con una recepción al vuelo.

Lo bueno es que usualmente sí halla al receptor descubierto cuando cuenta con tiempo, incluso si el ovoide no termina donde uno esperaría. Lució más cómodo trabajando en el bolsillo en su segundo año, y no dependió tanto de sus piernas para sacarlo de apuros cuando la defensiva no ofrecía lo que él esperaba. Se puede ver claramente a Allen trabajando sus progresiones y no cayendo en pánico cuando su primera o segunda opción no están allí.

Hay momentos en los que se puede notar a Allen progresando, casi en tiempo real, como una jugada frente a los Broncos, donde hay cuatro defensivos cubriendo la combinación de dos rutas hacia el lado izquierdo. El juego de pies de Allen es sucio, y termina casi en posición horizontal con respecto a la línea de golpeo, pero intenta reestablecerse una y otra vez para mantener el ángulo de pase. no fuerza el envío, y eventualmente logra algo espectacular al hacer que dos Broncos fallen antes de correr hacia el lado opuesto del campo para una ganancia grande.

¿Cómo pueden los Bills ayudar en el desarrollo de Allen?

No se trata solamente del quarterback, obviamente. Los Bills pueden hacer su parte para tratar de facilitar las cosas para Allen. Invirtieron bastante en la reconstrucción de la ofensiva antes de la temporada pasada, y el gerente general Brandon Beane siguió eso enviando cuatro selecciones de draft a los Minnesota Vikings por el receptor abierto estelar Stefon Diggs.

Todos esperan que llegue un momento en el que Diggs se moleste por no recibir un pase preciso de Allen, pero como escribí en febrero, el canje por Diggs es un riesgo que vale la pena tomar para los Bills. Incluso en un draft cargado de talento en la posición de receptor abierto, las posibilidades de encontrar a alguien tan talentoso como Diggs iban a ser reducidas. Brown fue un legítimo receptor abierto primario el año pasado, y hubiera tenido todavía mejores números con mejor nivel de quarterback, pero dada su historia con las lesiones, no hay nada malo con la idea de incorporar a Diggs como el receptor abierto principal y mudando a Brown al segundo puesto en el orden, empleando a Cole Beasley como tercera opción.

Buffalo también reclutó al corredor Zack Moss en la tercera ronda, presumiblemente para reemplazar a Frank Gore en la alineación. Gore básicamente había cedido su tiempo de juego a Devin Singletary para el final de la campaña, y mientras que Singletary fue un jugador mucho más efectivo con el ovoide en las manos, los Bills tuvieron sus reservas con respecto a los bloqueos en situaciones de pase. Casi les cuesta la campaña, luego de que erró en un bloqueo en una tercera oportunidad crucial que forzó a Allen a cometer una penalidad por pase intencionalmente picado que sacó a los Bills de rango de gol de campo en el cuarto periodo del partido ante los Texans. Allen puede escapar de defensivos libres, pero los Bills necesitan hacer un mejor trabajo de protegerlo.

El otro novato que sufrió en protección de pase la temporada pasada fue el tackle derecho Cody Ford, quien lució superado por ocasiones y que cometiera ocho penalidades para liderar al club con 70 yardas. Ford estuvo rotando al inicio del año con el veterano Ty Nsekhe, antes de que el liniero de 34 años de edad sufriera lesión de tobillo. lo que le limitó a 35 jugadas en la segunda mitad de la campaña. Buffalo, sin lugar a dudas, desea desarrollar a Ford en titular, pero si no puede proteger a Allen, el equipo podría tener que elegir su prioridad y optar por una mayor dosis de Nsekhe en el lado derecho del quarterback.

El coordinador ofensivo Brian Daboll hizo un buen trabajo creando oportunidades para que Allen utilizara las piernas, pero hay algunos conceptos que vale la pena incorporar para los Bills en el receso de temporada. Allen no es Lamar Jackson, pero los Bills cuentan con profundidad en las posiciones de ala cerrada y quarterback, como para robarse algunos conceptos (y realmente, la imagen) de lo que hacen los Ravens con el Jugador Más Valioso del 2019. Vimos una pista de ello en la primera jugada del partido ante los Texans, cuando Buffalo empleó movimiento antes del centro para obligar a los Texans a desplazar a sus linebackers, antes de correr al lado contrario con Allen para una enorme ganancia. Probablemente conservan el viejo libro de jugadas de Greg Roman, de sus días con Taylor, tirado en alguna parte.

Los Bills también podrían hacer más en términos de pases con engaño de carrera, en parte, porque eso mejora a todos. El índice de pasador para un intento de pase sin engaño de carrera en el 2019 fue de 88.8. El pase con engaño de carrera promedio produjo un índice de pasador de 105.5. Esa es esencialmente la diferencia entre los índices de pasador de Philip Rivers y Patrick Mahomes, la temporada pasada. No es falta de respeto a Rivers, pero yo preferiría hacer lo que convierte a mi quarterback en Mahomes tanto como sea posible.

Allen también fue mucho mejor cuando los Bills emplearon el engaño de carrera; su QBR saltó del lugar N° 25 en la liga entre pasadores sin el engaño, al N° 13 con el engaño de carrera. Buffalo realmente no uso el engaño con mucha frecuencia, no obstante, aunque su tasa de engaño de carrera fue el N° 21 de la NFL. Conforme se acomode mejor Allen, más conceptos de engaño de carrera deben incrementar su eficiencia y efectividad.

Perspectivas para el 2020

Se trata de una temporada inmensamente importante para Allen. Es difícil creer que los Bills se rendirían con él si sufre una campaña decepcionante en el 2020, pero miren a los Chicago Bears con Trubisky. Como Allen, Trubisky sufrió una difícil temporada de novato y la siguió con una segunda temporada con notable mejoría, luego de que su organización lo rodeó con talento. Como Allen, Trubisky recibió algo del crédito al tiempo que la defensiva catapultó al equipo a los playoffs. Y como Allen, Trubisky combinó algunas horrendas rachas de nivel con momentos brillantes, brindando a todos algo para respaldar sus opiniones de cara al tercer año. Trubisky era una opción de moda como posible JMV antes de la campaña del 2019, pero para el receso de temporada, los Bears ya estaban despidiendo a sus coaches ofensivos, adquiriendo en canje a Nick Foles, y declinando la opción al quinto año de contrato de Trubisky.

Es sencillo comparar a Allen con quarterbacks de mucho renombre que tuvieron impacto como corredores al tiempo que sufrían con su precisión, como Trubisky, Blake Bortles o Jake Locker, cuyas estadísticas ajustadas se aproximan bastante a las de Allen. (Otro nombre que surge frecuentemente con estadísticas notablemente similares en su segundo año: Tyler Thigpen). Ninguno de ellos funcionó del modo en que esperaba su organización, y si Allen no mejora su precisión y completa más pases profundos, sospecho que tomará la misma dirección.

Al mismo tiempo, ha mostrado un interesante camino en su carrera después de dos años. Llegó a la liga con la expectativa de ser un pasador de bolsillo que podía escapara de la presión por piernas para hacer jugadas con el brazo, sufriendo con su toma de decisiones. En lugar de eso, ha evolucionado en algo cercano a Taylor, un quarterback primordialmente corredor que evita errores, incluso a expensas de las jugadas grandes que iban a ser su tarjeta de presentación.

Si Allen puede retener lo que ha aprendido como profesional y usar la adición de Diggs para retomar algunos de los pases profundos exitosos que vimos en Wyoming, podrá ser un quarterback valioso en el 2020. Si no es capaz de evolucionar, sin embargo, empezaremos a escuchar rumores sobre el futuro de Allen como titular, Ha mejorado, pero los Bills tienen demasiado talento y demasiada profundidad para conformarse con lo que él fue en el 2019, como su solución a largo plazo.