si buscan su significado descubrirán que se trata de un símbolo de poder, soberanía, honor y lealtad, exactamente los mismos valores que ha representado Drew Brees todos estos años
Oficialmente, Drew Brees ha dicho adiós a los emparrillados. Luego de 15 años con los New Orleans Saints, el propio quarterback anunció esta decisión en un video presentando a sus cuatro hijos.
Entiendo al profesional que dio todo durante dos décadas en un deporte tan exigente, y que hoy a sus 42 años de edad reconoce que el cuerpo y rendimiento no es el mismo, y que las huellas del historial de lesiones que acumuló no le permiten seguir teniendo el nivel altamente competitivo que requiere su posición para mantenerse siendo un candidato firme al título. Entiendo también al ser humano que comprende que es momento de dedicar más tiempo a su familia y cumplir con otros objetivos. Entiendo que todo en esta vida es de ciclos, y el de Brees en la NFL como el eje de ataque de un equipo, ha llegado a su fin.
Costillas rotas, lesión de hombro, un pulmón perforado, fueron parte del declive visto en estas últimas temporadas. Yo, una romántica empedernida de los deportes y de las grandes historias de película, anhelaba ver a Brees diciendo adiós levantando otra vez el Lombardi; sentía que lo merecía, pero por una decisión polémica, por un mal pase, o porque simplemente hubo un equipo mejor, mi deseo no se vio cumplido y se quedaban en el camino.
Un solo anillo de campeón, cinco temporadas con más de 5,000 yardas, 13 veces Pro Bowl, cinco veces All-Pro, dos veces el mejor jugador ofensivo del año y el MVP del Super Bowl XLIV, son registros que sin duda le llevarán al Salón de la Fama en la primera oportunidad, pero más allá de números, también por su impacto y la conexión que generó de este deporte con la sociedad norteamericana.
Casi nadie recuerda y/o menciona su paso por los Chargers, es entendible, ya que el sello de su carrera fue la bella historia de compromiso que firmó junto a Sean Payton, con una ciudad que había quedado devastada tras el paso del huracán Katrina, encontraron una New Orleans bajo el agua, con muertes, destrucción, pobreza y desolación extrema, se empeñaron en la reconstrucción no solo del equipo sino de toda una comunidad entera, y en tres años regresaron las sonrisas obteniendo el primer título de Super Bowl en la historia de la franquicia en 2009 derrotando a los Colts de otro histórico pasador, Peyton Manning. Los Saints fueron otros completamente con este par de figuras al frente, fue un antes y un después, desde entonces se convirtieron en un ejemplo de consistencia en postemporada, aun jugando en la conferencia más competitiva.
Superemos el hecho de que su último partido haya sido con un solo pase de touchdown y tres intercepciones (vs Buccanners en ronda divisional de la NFC), esa no es la imagen con la cual queremos quedarnos de un quarterback futuro miembro del Salón de la Fama, guardemos mejor el registro de la cantidad de récords que deja en este deporte profesional, líder histórico en yardas aéreas y pases completos.
La flor de lis ha sido el escudo de los Saints, si buscan su significado descubrirán que se trata de un símbolo de poder, soberanía, honor y lealtad, exactamente los mismos valores que ha representado Drew Brees todos estos años, convertido en el jugador más importante que ha tenido este equipo en toda su historia.