Sin duda, este año será difícil de olvidar para Universidad de Chile, pero por el mal sabor de boca que dejó en sus hinchas y una campaña plagada de resultados negativos, con tres técnicos incluidos y un descenso que no se concretó, para muchos, sólo por el término anticipado del Campeonato Nacional debido al estallido social en el país.
El año no pudo arrancar peor para la U. Una tempranera e inesperada eliminación en segunda fase de la Conmebol Libertadores a manos de Melgar, sumado a apenas una victoria en las cuatro primeras del torneo, que marcarían el fin de la era Frank Kudelka en la banca azul.
Posteriormente, las cosas no mejorarían con la llegada de Alfredo Arias a la cabina técnico, quien desde el arranque tuvo una relación tirante con el plantel, sacó a Johnny Herrera del arco y apenas consiguió un triunfo en 12 partidos del Campeonato, sin contar la goleada por 4-0 que le propinó Universidad Católica en San Carlos de Apoquindo.
Tras ello, la dirigencia azul decide poner en la banca de forma interina a Hernán Caputto, quien había llegado como jefe de las divisiones menores. Y con el exportero, la U doblega a Antofagasta, empata con Calera, la UC, Coquimbo y Unión Española, para luego perder con Palestino y Colo Colo en el Superclásico.
Hasta ahí, la U estaba penúltima, en zona de descenso, y sólo la clasificación a semifinales de Copa Chile alimentaba la esperanza de cara a un choque clave frente a Deportes Iquique, el que finalmente ganó por 2-1 para quedar antepenúltimo, sólo por diferencia de goles.
Tras ese encuentro, vino el estallido social en Chile y el Consejo de Presidentes, tras suspender varias fechas, un partido que no alcanzó a terminar entre Iquique y Calera, y un triunfo de Cobresal sobre Unión Española, decidió terminar la temporada, sin descensos.
Al final, Universidad de Chile remató penúltima, bajo los iquiqueños por ese punto con los “cementeros”, con números rojos: 4 triunfos, 12 empates y 8 derrotas en 24 fechas y zafando del infierno de la B por secretaría.