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Boca debe blindarse contra las críticas y jugar a todo o nada contra Palmeiras en Brasil

Boca Juniors tiene por delante el desafío más importante del año en Brasil y debe blindarse frente a las críticas para conseguir el boleto a la final de la CONMEBOL Libertadores. Que no tiene nivel de juego, que su once titular no es sólido, que llega golpeado después de perder el Superclásico. Se dicen muchas cosas de este Boca, pero a pesar de sus fisuras ya está entre los mejores cuatro del continente y ante Palmeiras debe aferrarse a sus argumentos para conseguir el acceso al partido definitivo en Río de Janeiro.

El camino de Boca en esta Copa ha sido un reflejo de un problema que arrastró también en la competencia doméstica: la falta de gol y la imposibilidad de ganar los partidos en 90 minutos. Para el equipo de Jorge Almirón no abundan las situaciones concretas y las que tiene, no las aprovecha. No ha exigido en demasía a los arqueros rivales en el juego de área y tampoco tiene un arma poderosa desde la pelota parada.

Boca fichó a Edinson Cavani con el principal objetivo de revertir la sequía. Depositó una ilusión manifiesta con un recibimiento estelar, y el uruguayo tan solo ha marcado un gol desde su desembarco. Sin negar el desencanto, el hincha lo espera: el termómetro de La Bombonera advierte de la impaciencia, pero con la sensación de que el destino lo está guardando para los momentos más importantes (que ahora sí han llegado). La jerarquía del delantero es innegable y, aunque las estadísticas recientes no lo acompañen, sería negligente descreer de su olfato goleador.

Una de las principales críticas que recibe Jorge Almirón es que a pesar de haber probado múltiples variantes aún no ha conseguido consolidar un once titular confiable ni un sistema de juego de cabecera. Semana a semana se transforma en un enigma qué equipo parará y cómo dispondrá el planteo táctico.

A lo largo de su gestión fue ajustando el bloque defensivo, de cuatro a tres (o cinco), y moviendo los nombres propios de posición en búsqueda de mayor o menor agresividad, subiendo y bajando a Advíncula o Barco, por ejemplo. Probó con un centrodelantero de referencia de área, intentó con dos nueves, pero no parece haber encontrado el aplomo. También ha tomado decisiones difíciles de explicar durante los partidos, que no resolvieron problemas y, en cambio, provocaron confusión e incrementaron la sensación de inestabilidad. Para el espectador, Jorge Almirón es impredecible.

En la antesala del cruce con Palmeiras, el Xeneize estuvo lejos de cosechar buenas sensaciones. Antes del partido de ida, empató con un Lanús que llegaba sin un solo triunfo en el torneo y le arrebató el empate en La Boca. En La Bombonera no pudo sacar diferencias ante un Palmeiras opaco, una cuenta que quedó pendiente considerando que la llave se define en el sintético del Allianz Parque. Y para coronar la previa, perdió 2-0 el Superclásico ante su gente a cuatro días el duelo de vuelta.

Boca viaja a Brasil aferrado a la mística de su historia copera, una chapa que todavía ostenta en el continente gracias a los tiempos de gloria con Carlos Bianchi. Tiene de su lado los buenos antecedentes contra Palmeiras. Cuenta con los destellos que ofrezcan Barco y Cavani y tiene, con Sergio Romero bajo los tres palos, al arquero atajador de penales que necesita. En los papeles, Boca no es favorito y lo sabe, pero debe acorazarse para proteger el sueño y confiar. No tiene tiempo para más.