Fluminense superó a Boca Juniors este sábado sin apelar a los argumentos de buen juego asociado y 'fútbol alegre' con los que llegó hasta la final de la CONMEBOL Libertadores, pero le alcanzó con conectarse dos veces para llevarse el tan deseado trofeo.
Luego de unos primeros minutos en los que pareció que iba a avasallar al Xeneize, el Flu se fue apagando y el partido se hizo muy trabado, algo mucho más cercano a lo que pretendía el equipo argentino.
Los dos goles de Fluminense fueron de gran factura, pero se trataron de excepciones. El conjunto dirigido por Fernando Diniz estuvo lejos de poder imponer la superioridad técnica que, claramente, tenía sobre Boca.
A los 36 minutos, el argentino Cano aprovechó una gran jugada de su equipo por derecha y definió solo desde la zona central del área con un fuerte disparo cruzado que fue imposible para Sergio Romero. No obstante, fue la primera acción elaborada de real peligro de su equipo.
En el segundo tiempo llegaría el empate parcial para Boca de la mano de Luis Advíncula (también un golazo) y el Flu no podría desnivelar por el resto del tiempo reglamentario.
El comienzo del suplementario fue muy llamativo, con Boca sosteniendo la posesión de la pelota ante un local replegado. En ese contexto, sin embargo, llegaría el gol de la victoria de Fluminense, otra vez con una jugada muy bien elaborada pero aislada.
Esta vez por izquierda, el Flu armó una muy buena acción con toques de primera hasta la habilitación de cabeza de Keno para John Kennedy, que definió bárbaro de primera, bien esquinado al palo derecho.
En el festejo del gol, el árbitro interpretó que Kennedy se excedió y le mostró la segunda amarilla, dejando a su equipo con uno menos. Con superioridad numérica, un Boca sin capacidad de elaboración metió contra su arco al conjunto brasileño, que no salió de esa tesitura ni siquiera cuando, ocho minutos después, el Xeneize también quedó con 10 jugadores por la expulsión de Frank Fabra.